Sudáfrica, el país de las mil voces

Más allá de su apabullante naturaleza, la riqueza étnica y cultural de Sudáfrica es uno de los principales atractivos del país. Y su escena musical, una joya que seducirá al visitante.  

Coro de góspel.
Coro de góspel. / Getty Images

Hay 11 lenguas oficiales en Sudáfrica —afrikáans, inglés, ndebele, sotho del norte, sotho, swati, tsonga, tswana, venda, xhosa y zulú—, pero habría que añadir una duodécima: la música. Sudáfrica ha sido moldeada por una variedad de tradiciones musicales que reflejan la historia y la identidad del país. Desde los ritmos tribales de sus pueblos indígenas hasta los géneros urbanos de la actualidad, la música sudafricana es reflejo de la creatividad, la resistencia y la espiritualidad de su población. 

Carnaval en Ciudad del Cabo.

Carnaval en Ciudad del Cabo.

/ Istock

El viajero que llega a Sudáfrica por primera vez seguramente tenga una idea del país en su cabeza. Quizá sepa del Parque Natural Kruger y su apabullante entorno natural. O probablemente haya oído acerca de la cosmopolita Ciudad del Cabo. Eso está ahí, es innegable. Pero aquellos interesados en profundizar algo más en lo que ofrece el país encontrarán numerosos e inesperados atractivos. Sudáfrica posee una riqueza cultural y étnica como pocos países en el mundo. Y esa mezcla alcanza una de sus máximas expresiones en la escena musical. 

Una relación de larga duración

Sudáfrica ocupa una de las zonas del mundo en la que hay registros de asentamientos humanos más antiguos. Algo análogo sucede con su historia musical. Hace 4.000 años, los khoisan, un pueblo de cazadores-recolectores, ya empleaban su peculiar idioma de chasquidos para cantar. Para acompañar melódicamente a sus voces, empleaban sencillas flautas, tambores, cascabeles e incluso sus arcos de caza. Alrededor del 200 a. C., los primeros grupos de hablantes de lenguas bantúes llegaban a la región.

Johnny Clegg y Savuka.

Johnny Clegg y Savuka.

/ Getty Images

A principios del siglo XVII, tres idiomas procedentes del bantú —sotho, xhosa y zulú— proliferaban en lo que hoy es Sudáfrica. Todos ellos tienen en común una rica tradición de música vocal que perdura en nuestros días. A pesar de que cada pueblo tenía sus propias melodías, todos comparten una misma estructura, en la que varias frases se superponen, creando una sensación de polifonía y diálogo entre los cantantes que puede apreciarse en géneros afroamericanos contemporáneos como el góspel y el soul. 

Otro elemento relevante en la evolución de la rica herencia musical del país fue su pronta apertura a las influencias occidentales. A principios del siglo XIX, por ejemplo, la llegada de misioneros cristianos estuvo acompañada de la introducción de la enseñanza musical. Sin embargo, el fenómeno que más impulsó la revolución musical en ciernes fue la urbanización del país: a partir de 1840 en Ciudad del Cabo y, algo más tarde, en 1880, en Johannesburgo, a raíz del descubrimiento de yacimientos de oro.   

Una potencia musical 

Tratar de sintetizar en un par de párrafos la rica historia musical de Sudáfrica es misión imposible. Saltando hasta mediados del siglo XX, nos encontramos con un excitante panorama musical, en el que convivían las tradiciones africanas con las influencias venidas de otros continentes. La industria discográfica local comenzó a florecer, hasta convertirse en la más potente de toda África y en una de las más boyantes del mundo.

Un ejemplo del éxito de la multiculturalidad musical del país es el jazz sudafricano, todo un referente internacional con reconocidas figuras de la talla del trompetista Hugh Masekela, el pianista Abdullah Ibrahim y la cantante Miriam Makeba, apodada Mamá África. Aún hoy, la escena jazzística de Ciudad del Cabo y Johannesburgo puede competir con las principales ciudades europeas. En la primera se celebra el festival de ­jazz más importante de África, que celebra más de 40 conciertos en apenas dos días. 

Dúo Major League Djz.

Dúo Major League Djz.

/ D. R.

Aunque los músicos de jazz sudafricanos fueron los primeros en alcanzar los escenarios internacionales, no fue hasta los años 80 cuando llegó el éxito masivo de la música popular. Uno de los hitos fue el disco Graceland (1986), realizado en colaboración entre Paul Simon y el grupo vocal zulú Ladysmith Black Mambazo, que vendió más de 14 millones de copias en todo el mundo. Otro gran éxito internacional fue el álbum Shadow Man (1988), de Johnny Clegg y Savuka, mezcla de rock y sonidos tradicionales y que sirvió de altavoz en contra de la política del apartheid, método de segregación racial que finalmente fue derogado en 1991. De hecho, la música fue una herramienta fundamental para lograrlo.  

Sonidos de la ciudad

En el siglo XXI, la música sudafricana continúa evolucionando y diversificándose, reflejando la riqueza cultural del país y su creciente integración en la comunidad global. Géneros tan populares como el kwaito, el gqom y el afrobeat fusionan influencias africanas con sonidos contemporáneos y electrónicos. Artistas como Black Coffee, Sho Madjozi y Major League Djz llevan la música sudafricana a nuevas alturas, colaborando con artistas internacionales y difundiendo su mensaje globalmente. Estos últimos DJ’s son la mejor expresión del amapiano (los pianos, en idioma zulú), género que aúna música electrónica, jazz y ritmos tribales. Un sonido que parte de lo local para convertirse en universal. Un excelente resumen del combativo y creativo espíritu sudafricano. 

La rotunda voz de Mamá África

1967. El festival Summer of Love, celebrado en San Francisco, inaugura el movimiento hippie. En Nueva York, más de 400.000 personas protestan contra la Guerra de Vietnam en una marcha encabezada por Martin Luther King. En la popular US Billboard Hot List de los discos más vendidos, una joven cantante sudafricana se cuela en el número 12, hito inédito para los artistas africanos de la época. La canción llevaba por título Pata, pata —“toca, toca”, en el idioma xhosa, una de las 11 lenguas oficiales de Sudáfrica—. El nombre de la artista: Miriam Makeba.

Tras este éxito, la carrera de Makeba fue imparable. Convertida en icono para todo el continente africano (de ahí su apodo de Mamá África), la elegante cantante de Johannesburgo transitó con éxito entre los géneros del jazz y del pop. Y siempre con el cariño del público. Además, gracias a sus letras y a su activismo político, se convirtió en un referente en la lucha contra el apartheid. En 2008, Makeba falleció a los 78 años mientras daba un concierto en Italia. La última canción que interpretó antes de sufrir un ataque al corazón fue Pata, pata.

Más información: www.southafricantourism.es

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