Ruta por el Románico cántabro

Entre pastos y hórreos, Cantabria esconde maravillas pasadas en forma de iglesias románicas. Desde Santillana de Mar hasta Piasca, el territorio cántabro tiene todo un mundo por descubrir.

Colegiata de Santa Juliana, en Santillana de Mar.
Colegiata de Santa Juliana, en Santillana de Mar. / Walter Bibikow/JAI/Corbis

El Románico en Cantabria fue un movimiento artístico de entre los siglos XI, XII y XIII que se caracteriza por su erotismo. Y es que en ninguna otra parte de la Península Ibérica -excepto Asturias- el erotismo está plasmado con tal realismo.

Uno de los principales ejemplos de románico cántabro es la Colegiata de Santa Juliana, en Santillana de Mar. Terminada de construir entre los siglo XII y XIII, el edificio original era un antiguo monasterio benedictino. La calidad y variedad de sus tallas y su claustro son los elementos más llamativos de este edificio.

La Iglesia de Santa María, en Bareyo, es otra de las paradas obligatorias dentro del románico de Cantabria. Construida a finales del siglo XII, actualmente se conserva una única nave con el ábside, el presbiterio, el crucero y la linterna. El resto de las edificaciones son añadidos posteriores.

De aquí, nos vamos hasta Escalante y su Iglesia de San Román, fechada entre los siglos XII y XIII gracias a sus esculturas ya que no existen datos de esta iglesia. En medio de una verde explanada esta edificación benedictina bien merece una visita.

La Colegiata de Santa María de Castañeda se caracteriza por la sobriedad de su portada que no contiene ninguna ornamentación. Por el contrario, los capiteles de su interior están adornados con escenas de cuadrúpedos y de hombres luchando o junto a mujeres, tallas muy características del románico.

En Santa María de Cayón, la iglesia de Santa María es una edificación del siglo XII con una austera portada que contrasta con la abundancia de talla en los canecillos y en los capiteles de la cabecera.

Otra Iglesia de Santa María es la de Yermo, edificada sobre una construcción del siglo IX. De ella destacan los canecillos del muro y el ábside con escenas que representan el acto amatorio.

En Silió, la Iglesia de los Santos Facundo y Primitivo se encuentra en pleno casco urbano y, aunque algo dañadas, llama la atención las tallas que adornan los capiteles del interior de la única nave de la iglesia.

Por su parte, la Iglesia de los Santos Cosme y Damián en Bárcena de Pie de Concha fue edificada en el siglo XII. Con bastantes añadidos posteriores, del románico destacan los canecillos cuyas tallas aluden claramente al sexo, además de contener una amplia simbología felina.

En las afueras de Retorillo nos encontramos con la Iglesia de Santa María. Construida sobre un castro cántabro en el siglo XII, ha sido restaurada recientemente y de ella llaman la atención los capiteles del arco triunfal. Estos fueron construidos con posterioridad al resto de la iglesia, se cree, por la escuela palentina pero son románicos.

La Iglesia de Santa María la Mayor de Villacantid destaca por el bestiario que compone sus tallas: desde alas de mariposa hasta cuadrúpedos alados. Estas tallas se encuentran sobre todo en el interior, que contrasta con la sencillez de su fachada. Sobre una loma a las afueras del pueblo, datadel siglo XII.

La Colegiata de San Pedro de Cervatos fue en sus inicios un monasterio creado por Sancho Garcia en el año 999. A principios del siglo XII se construyó la actual iglesia aunque se agregaron añadidos en los siglos posteriores. De ella destacan las tallas que adornan su exterior, con claras alusiones eróticas. En cuanto a su interior, del románico tan sólo queda la cabecera, siendo el resto de estilo gótico.

En San Martín de Elines, a principios del siglo XII, se construyó una Colegiata como parte de un monasterio benedictino. Su claustro y sacristía son posteriores al románico pero de esta época destaca los capiteles exteriores repletos de tallas con motivos vegetales y animales así como la cabecera interior de doble arquería y variados y adornados capiteles.

Por último, la Iglesia de Santa María del pequeño pueblo de Piasca destaca por su cabecera y sus dos portadas románicas. El resto, es de épocas posteriores construidas sobre el cómo debió ser la iglesia románica. Tanto la cabecera como las portadas se le atribuyen al maestro Covaterio y destacan por la cantidad de detalles que albergan.

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