Provenza francesa, arte y luz mediterránea
La más hermosa región del sur de Francia, la Provenza, trazada de sol, mar y lavanda, recoge en sus alojamientos la esencia de estas tierras que fueron inspiración de artistas, escritores y bon vivants.
Dicen los expertos que es una luz imposible de capturar, una luminosidad que estimula diferentes experiencias cromáticas, un fogonazo que aumenta la intensidad del cielo y la transparencia del aire. Esa luz, la del Mediterráneo, alcanza su cenit en la Provenza, allí donde se muestra más pura y resplandeciente.
Algo debe de tener esta región, la más hermosa del sur de Francia, para servir de fuente de inspiración a buena parte del arte europeo. Especialmente al de finales del siglo XIX, cundo tuvo un influjo definitivo. La Provenza atrapó a pintores tan fundamentales como Monet, Matisse, Renoir y Van Gogh, que vieron en ella no solo un símbolo de libertad creativa, sino también una nueva forma de goce de la vida que marcaría el devenir de la pintura moderna.
También atrapó a nuestro Picasso, que dejo aquí (como en la Costa Azul) una significativa huella. Su fuerza creadora encontró terreno fértil en estos parajes donde, más que descubrir la paleta que alumbraba a los impresionistas, encontró reminiscencias a su tierra: corridas de toros, baile flamenco y otras evocaciones que le dispararon la nostalgia.
Más allá de la luz, la Provenza es la sublimación de los campos de lavanda que tapizan las colinas, los puertos asomados al mar, los viñedos infinitos, la magia de los pueblos de piedra, algunos tan reconocibles como Aix-en-Provence, Arlés o Aviñón, y otros más discretos pero encantadores como Ansouis, Saignon o Lourmarin. Y de fondo, aunque no siempre se le vea, el centelleante espejo del Mediterráneo que ha cautivado a los artistas, escritores y bon vivants.
Toda esta creatividad, aliñada de naturaleza, se respira en sus alojamientos típicos, integrados en el entorno, en los que se combina una sofisticada decoración con un fuerte compromiso con la gastronomía y los vinos autóctonos. En estos maravillosos hoteles provenzales, gestionados por las gentes del lugar, resulta imposible no entregarse a esa otra forma de viajar sin prisa y atenta a los sabores de siempre.
El espectáculo de la lavanda
Es una explosión de color malva, lila y violeta. Un manto perfumado que se extiende por paisajes ondulantes, impregnando el aire de una rica fragancia. Imposible disociar la esencia de la Provenza de los campos inmensos de lavanda. Una flor conocida como l’or bleu (oro azul) que, si bien crece de manera salvaje, también el hombre ha aprendido a cultivarla para exprimir todas sus propiedades. Porque ya desde la Antigüedad se perfumaba con ella el agua de los baños, mientras que en el Renacimiento se descubrió el poder de su aceite esencial.
Hoy apreciada por sus virtudes calmantes, cicatrizantes y antisépticas, es uno de los ingredientes cruciales en la cosmética y la aromaterapia. Para admirarla en todo su esplendor hay que esperar a los meses calurosos, puesto que la floración se extiende de mediados de junio hasta mediados de agosto. Y además de siete rutas establecidas que pueden hacerse en coche, moto o bicicleta, esta región francesa organiza en su honor exposiciones, ferias gastronómicas y hasta las célebres fiestas de la lavanda que animan los pueblos con desfiles, mercadillos y bailes tradicionales.
Baumanière
Georges Pompidou, Charles de Gaulle y la reina Isabel II fueron huéspedes de este hotel emplazado en el cautivador Les Baux-de-Provence, levantado sobre su promontorio rocoso. Rodeado de viñedos y olivos, cuenta con magníficas suites con vistas.
Le Vallon de Valrugues & Spa
Su privilegiada ubicación en Saint-Rémy-de-Provence, dentro del parque natural del macizo de Alpilles, lo convierte en el lugar ideal para explorar los secretos de la Provenza: desde la naturaleza a su rico patrimonio histórico.
Château de la Gaude
Enclavado entre la exuberante vegetación en las tierras de Aix-en-Provence, todo en este castillo del XVIII, restaurado, gira en torno al mundo del vino, el arte y la gastronomía de esta región, cuya esencia está presente tanto en jardines como en viñedos.
Le Clos Saint Saourde
Lo que una vez fue una antigua casa de campo es hoy una casa de huéspedes por la que trepan las enredaderas, con cinco habitaciones, piscina exterior climatizada y terraza desde la que disfrutar del paisaje de montañas y bosques de Beaumes-de-Venise.
Domaine de Fontenille
Rodeada por las estribaciones del macizo de Luberon, esta casa de aire rural es de las pocas que ha conservado su aspecto original. Cuenta con restaurante gastro con estrella Michelin y bistró gourmet.
La Colombe d’Or
Cuentan que era el hotel favorito de artistas como Picasso, Calder o Miró. Y también que fue testigo del paso por sus instalaciones de Orson Welles y Georges Braque. El caso es que este legendario hotel es el lugar para imbuirse del espíritu bohemio de esta región.
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