Newcastle, la ciudad que hace suyo el sarcástico humor inglés
Con una larga historia marinera y comercial, esta gran desconocida guarda muchas sorpresas
Lo primero que se aprende de Newcastle, la eterna desconocida inglesa situada en el noreste del país, es que su nombre, Castillo Nuevo, alude a la fortaleza de Garth Keep, que es en realidad un añadido a otra más rústica y antigua, construida por los normandos en el año1080, y de la que aún se puede admirar la torre del homenaje y la puerta principal.
Lo segundo, tal vez, es que se trata de una ciudad alegre y animada como pocas veces lo son las ciudades británicas (con, por supuesto, gloriosas excepciones). Los geordies, como tradicionalmente se denomina a sus habitantes, tienen mucho que ver en esta atmósfera festiva, como lo prueba su fama de gente desenfadada y espontánea. Incluso hay quien dice que son ellos los que mejor saben cultivar el agudo sentido del humor inglés.
La importancia del río
En cualquier caso, esta metrópoli esconde muchas sorpresas. La imagen de sus seis puentes salvando el río Tyne ha adquirido ya la categoría de símbolo, el más reconocible sin duda de su entramado urbano. Y es que Newcastle (cuyo nombre completo es, por cierto, Newcastle-upon-Tyne) ha sabido sacar buen provecho a la grieta fluvial con esta interesante sucesión de hitos arquitectónicos, cada uno completamente diferente al anterior.
El High Level Bridge, por ejemplo, presume de ser el primero del mundo con carretera y tendido ferroviario, mientras que Tyne Bridge sorprende por su similitud con el Harbour Bridge de la ciudad australiana de Sidney, y el Swing Bridge destaca por su colorido chillón. Para divisarlos a todos en perspectiva, en el mismo río, en los meses más cálidos, un puñado de cruceros ofrecen apacibles recorridos por sus aguas.
Un paseo por el muelle
También en barco, o mejor a pie, se puede recorrer el Quayside, el muelle que discurre por la orilla norte del Tyne, con magníficas muestras comerciales de antaño: el Ayuntamiento, de estilo clásico; la Trinity House, que alojaba a la cofradía de pescadores, y el contiguo Trinity Maritime Centre, que resume la historia marinera de esta ciudad inglesa.
En esta misma área se encuentra Bessie Surtees’ House, un edificio que podría pasar desapercibido y que, sin embargo, es un tesoro en sí mismo. No sólo es una bella vivienda de mercaderes construida en los siglos XVI y XVII sino también un extraño ejemplo de arquitectura doméstica jacobina.
Bullicio juvenil
Hoy, todo este paseo está flanqueado de animados bares y restaurantes que concentran la nueva efervescencia experimentada por la ciudad de Newcastle en los últimos años y que es casi proporcional a la prosperidad que también de pronto experimenta esta urbe. El International Centre for Life, la más moderna atracción turística, lo atestigua: se ha necesitado una jugosa inversión para poner en pie este complejo dedicado al estudio del ADN, en el que la interactividad es solo una –y hay muchas– de sus originalidades.
Para hallar un poco más de calma, conviene hacer una excursión a la encantadora ciudad costera de Tynemouth, allí donde el mismo río desemboca. Emplazada a sólo diez kilómetros y accesible en metro, es el colofón perfecto al descubrimiento de Newcastle.
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