El misterioso curso del Río Níger

Con una extensión de 4.180 kilómetros, el río Níger nace en Guinea para, casi contra natura, adentrarse por el corazón del continente africano, recorrer la franja del Sahel a través de Malí y, después de realizar un amplio círculo, tomar de nuevo la dirección de la República del Níger, la frontera con Benin y regresar al Atlántico a través del amplio delta en Nigeria y desembocar en el Golfo de Guinea. El curso del río Níger hizo ir de cabeza durante muchos siglos a grandes exploradores europeos, quienes llegaron a considerarlo la principal arteria del lago Chad e incluso como las míticas fuentes del Nilo.

Río Níger, por el corazón de África
Río Níger, por el corazón de África

Se dice que nunca un río había sido tan ilógico e incomprensible. Los exploradores europeos no entendían la especial dirección de su corriente. Es difícil encontrar grandes expediciones o literatura occidental referentes al Níger. Existía fascinación por todo lo relativo al Nilo, incluso por el Congo y los espacios inexplorados del África Central. El Níger quedaba al margen, perdido en los límites del Sáhara. No fue hasta 1786 cuando fue descubierto por el escocés Mungo Park y mencionado por primera vez en su libro de viajes Travels in the interior of Africa. Durante su segunda expedición, en 1806, Mungo perdió la vida en el río. Pero no fue hasta años más tarde cuando se comprobó que el Níger desembocaba en el Golfo de Guinea. También existe controversia respecto al origen de su nombre. Desde quienes defienden el origen latino de la palabra niger a quienes lo atribuyen a la frase de origen tuareg gher n gheren ("río de ríos").

Sea como fuere, lo cierto es que a sus orillas se ha desarrollado buena parte de la cultura subsahariana. Alrededor de veinte etnias han sobrevivido gracias al caudal de un río ancho y terroso que tiene su crecida durante el otoño y regresa al caudal mínimo antes del verano. Los sorho se establecieron aguas arriba, la etnia songay en la curva del Níger -su imperio dominó esta zona de África durante el siglo XVI, hasta que alrededor de 1591 el territorio fue conquistado por el sultán de Marruecos-, los malinké o wangara en el delta central, los bambara en el curso medio, los peul y los wodaabe también en el delta central, y los ogoni en el delta y la desembocadura del río.

El pueblo tuareg y la curva del Níger

Hacia el norte, en el Sahel, la franja por donde transcurre el Níger, predominan las grandes mesetas, y hasta hace poco era una zona donde se recogían algunas precipitaciones anuales; sin embargo, durante las últimas décadas el paisaje se ha transformado por culpa de la sequía y el avance del desierto. Escuchar que hace apenas unos años los paisajes al sur del Níger se asemejaban a la sabana típica africana poblada por todo tipo de animales parece una quimera. La zona es semidesértica, con unos pocos arbustos desperdigados aquí y allá y un tipo de acacia espinosa que sólo se atreven a comer los camellos.

El pueblo tuareg también utiliza el Níger como su frontera natural, como su último territorio. Pueblo nómada que no tiene otra patria que el desierto, necesita el agua del Níger para sobrevi- vir. Su relación con las otras etnias nunca ha sido armoniosa. Apenas hace un siglo los tuareg no tenían reparo en atacar los poblados y capturar a hombres y mujeres de raza negra a quienes utilizaban como sirvientes y vendían como esclavos. Incluso hoy en día existe por parte de los pueblos ribereños un temor -persisten esporádicos conflictos armados al norte de Malí- hacia los tuareg, un pueblo que no reconoce a gobierno ni país algunos en los paisajes del desierto.

Allá donde el río se curva, encontramos la mítica Tombuctú. El nombre de la ciudad hace referencia a los pozos de agua de la zona. Cuando siglos atrás el lugar se convirtió en sitio de paso obligado para las caravanas que atravesaban el Sáhara, alguien se dio cuenta de que el Níger, a pesar de la abundancia y gratuidad del agua, no era la panacea que se esperaba. Los mosquitos y las enfermedades abundaban en sus márgenes, mientras que apenas a una decena de kilómetros más al norte, alrededor de los pozos donde se fundó Tombuctú, el aire era más seco y las condiciones mejores para la salud.

En la actual situación política de los países por los que transcurre el Níger, la mejor alternativa para navegarlo es siguiendo su curso en dirección Este, desde Bamako a Gao, pasando por Mopti y Tombuctú. Las gentes que habitan a la orilla del río son mayoritariamente de la etnia songay, pueblo hospitalario donde los haya. Fuera de las urbes, hay aldeas dispersas a la orilla del río y es fácil observar a los hipopótamos en su curso. Para navegarlo es imprescindible disponer de tiempo y paciencia. En África se dice que si algo no puede hacerse hoy se hará mañana, y el Níger no es una excepción a esta regla. No hay reglas fijas, ni horarios que cumplir, y las piraguas parten cuando el pasaje está completo o el patrón de la embarcación decide que ha llegado el momento.

Un a singular ceremonia del té

Una fábula de la etnia baluba, ubicada algo más al sur, nos habla de la analogía entre el alma del ser humano y una mariposa. El ciclo en la vida del hombre es parecido al de la mariposa. En su infancia es una pequeña oruga que conforme pasan los años se convierte en una gran oruga; al llegar a la vejez adquiere la forma de crisá- lida, y su tumba es el capullo de donde surgirá el alma que vuela en forma de mariposa.

En su particular ceremonia del té, los tuareg dicen que el tercer vaso es suave como la muerte. También entre su cultura la muerte es una liberación. Entre ambos pueblos corre el Níger. Quienes han sobrevivido en sus márgenes lo consideran milagroso y sagrado.

El tiempo se vive de una manera muy distinta en África y una delgada línea separa la vida de la muerte. El río Níger sigue su curso, todavía lento, repetido cada año; nunca se seca; sus aguas han levantado pueblos, culturas e imperios que durante siglos vivieron completamente al margen del hombre blanco. Países, gobiernos, petroleras e intereses comerciales han alterado el equilibrio de la zona. Aun así, el Níger resiste dibujando uno de los escenarios más fascinantes y hermosos de la geografía africana.

Síguele la pista

  • Lo último