La metamorfosis de Oslo: de ciudad modesta a capital cool

La capital de Noruega ha vivido grandes cambios en los últimos años.

Rascacielos Código de Barras en el barrio de Bjorvika

Rascacielos Código de Barras en el barrio de Bjorvika

/ Cristina Candel

No hace falta remontarse al siglo XIX, cuando el escritor Bjørnstjerne Bjørnson bautizó a la capital noruega como Tigerstaden (ciudad del tigre) por su carácter inhóspito. Basta con leer las primeras novelas de Jo Nesbø protagonizadas por su detective Harry Hole para ver que algo no cuadra. ¿El parque de Ekeberg era un refugio para gente maltratada por la vida? ¿El centro de la ciudad era un lugar peligroso?

Kjetil Traedal Thorsen, arquitecto cofundador de Shonetta

Kjetil Traedal Thorsen, arquitecto cofundador de Shonetta

/ Cristina Candel

Mucho ha cambiado Oslo en estas últimas dos décadas. Su centro se convirtió en uno de los primeros del mundo en prohibir los coches y Ekeberg, allí donde Edvard Munch pintó su famoso Grito, es hoy uno de los parques escultóricos más espectaculares de Europa, con piezas de Rodin hasta Dan Graham. Desde su placidez se contempla el fiordo, esa fachada marinera donde se evidencia la metamorfosis de esta ciudad joven que puede presumir de verdadera calidad de vida.

Ópera de Oslo

Ópera de Oslo 

/ Cristina Candel

“Al igual que muchas ciudades portuarias, Oslo está trabajando actualmente en la recuperación de sus áreas costeras para los habitantes de la ciudad. Los puertos comerciales se hacen accesibles para el público y para nuevas funciones y experiencias urbanas. Ahora se puede caminar por casi todo el paseo marítimo y a lo largo de él visitar nuevos lugares culturales y públicos que están enriqueciendo la ciudad. El nuevo Museo Nacional, la nueva Biblioteca Pública, el nuevo Museo Munch, viviendas, tiendas y espacios de oficinas contribuyen a una mayor densidad, introduciendo una masa crítica de actividades públicas para una vida urbana sostenible”, nos explica Kjetil Trædal Thorsen, arquitecto cofundador de Snøhetta.

Fortaleza de Akershus

Fortaleza de Akershus

/ Cristina Candel

Arquitectura a los pies del fiordo

Fue su estudio arquitectónico precisamente el artífice del punto de inflexión de este nuevo Oslo cuando, en 2008, se inauguró uno de sus proyectos más representativos: la Ópera. Ese magnífico edificio, prosigue el arquitecto, “encarna muchos de los valores democráticos y humanistas que tratamos de incluir en todos nuestros proyectos: accesibilidad, apertura, colectividad. Es un edificio y una plaza pública al mismo tiempo. La forma inclinada del edificio está emplazada entre el fiordo y las colinas circundantes, y el techo de mármol blanco es una pieza escultórica accesible por la que se puede caminar”. 

Barrio de Aker Brygge


/ Cristina Candel

De hecho, continúa el arquitecto, “puedes caminar, y también sentarte, tumbarte o meter los pies en el fiordo de Oslo…”. “Es una obra de arte, una zona no comercial que puede ser utilizada libremente por el público o como escenario de espectáculos. La interacción corporal con el techo evoca el sentimiento de propiedad, resultando en un bien colectivo experimentado por muchos”, añade. 

Even Ramvisk, chef y responsable de nuevos proyectos de Lava Oslo

Even Ramvisk, chef y responsable de nuevos proyectos de Lava Oslo

/ Cristina Candel

Después de la Ópera, se erigieron en el barrio de Bjørvika los primeros rascacielos de la ciudad, llamados Código de Barras, a los que siguió Sørenga con su playa urbana. Los últimos en llegar han sido el nuevo Museo Munch, que abrió sus puertas en octubre de 2021, así como la Deichman Bibliotek, la biblioteca pública, en el área conocida como Oslobukta, nuevo epicentro de galerías de arte (Kösk, QSPA), boutiques (Envelope1976, Norwegian Rain, Holzweiler Platz) y restaurantes (Feniqia, Kumi). 

Mural en el barrio de Grünerlokka

Mural en el barrio de Grünerlokka

/ Cristina Candel

La gastronomía también ha sido protagonista en esta metamorfosis vinculada a la construcción de la identidad cultural de Oslo, como ciudad pero también como capital de Noruega. De ello sabe mucho Even Ramsvik, chef aclamado —y bendecido con una estrella Michelin— por su restaurante Ylajali, cuyas puertas cerró en el año 2016. Allí forjó una nueva forma de hacer gastronomía basándose en la esencia noruega. “Es el tiempo noruego el que me influye, es su geografía la que marca cómo cocino, incluso aunque los ingredientes sean los mismos”, llegó a explicar. Autor del libro Ny Norsk Mat (Nueva Comida Noruega), Ramsvik destacó siempre por su creatividad. “Hubiera sido un error simplemente implementar la tendencia nórdica como en muchos otros restaurantes. Eso no habría sido verdaderamente noruego para mí”, reconoce el chef, que en la actualidad está involucrado en la dirección de Lava Oslo, un porfolio de restaurantes diversos, cuyo objetivo es desarrollar la escena y cultura gastronómica de la capital noruega.

Escuela de Artes, Comunicación y Tecnología Westerdals

Escuela de Artes, Comunicación y Tecnología Westerdals

/ Cristina Candel

Se dice que el germen de esa cultura nació, en realidad, en el café. Desde hace ya varios años, la ciudad de Oslo destaca por sus baristas y por la calidad de sus cafeterías. Una de las indispensables es Fuglen. Situada en Universitetsgata 2, es también una galería de mobiliario de estilo mid-century modern donde tomar café por la mañana y cócteles por la noche. Su artífice es Einar Kleppe Holthe, responsable también de recuperar la contribución noruega al diseño nórdico a través de Norwegian Icons.

Pabellón creado por Dan Graham en el parque Ekeberg


/ Cristina Candel

Lanzó esta iniciativa en 2012 con el fin de “concienciar sobre el patrimonio cultural noruego dentro del diseño escandinavo”. Con un showroom permanente en Bjørvika, se realizaron exposiciones en Oslo, Nueva York y Tokio y ello desembocó en la presencia constante en otras ciudades como Londres y Milán, las arenas del diseño europeo. 

Interior del edificio Sentralen

Interior del edificio Sentralen

/ Cristina Candel

Protagonista de la transformación de Oslo, Kleppe Holthe ha trabajado de cerca con los diseñadores y productores locales, siempre “involucrado en la economía circular, planteada esta en cómo trabajar con calidad y no cantidad, con una perspectiva a la largo plazo”, nos explica. A través de Natural State, la compañía que fundó en 2017, ha desarrollado nuevos proyectos para la ciudad, como el de Gamlebyen, donde se dan cita innovación y colaboración, agricultura local a pequeña escala, cultura...

Estatura El Buceador, en Ola Enstad, en el puerto

Estatura El Buceador, en Ola Enstad, en el puerto

/ Cristina Candel

“Oslo ha cambiado a mejor. Es joven, es liberal, es fresca. Ha encontrado su lugar no sólo como capital de Noruega, sino como una ciudad global con grandes ambiciones en sostenibilidad y calidad de vida basándose en los principios nórdicos”, prosigue Kleppe Holthe. “Ahora es consciente de sus cualidades. En las últimas dos décadas ha encontrado su identidad, lo sientes. Antes la gente no estaba particularmente orgullosa, pero ahora todos lo estamos. Es algo emocional. Se ha convertido realmente en una ciudad”.  

Tags _

Síguele la pista

  • Lo último