Un lugar de contrastes culturales, Tokio

Kioto es un lugar en el que todo ocurre rápido y que fascina a visitante por sus elementos orientales que coexisten con los occidentales.

Puente Arco Iris
Puente Arco Iris / OTHK/Asia Images/Corbis

Gracias a la llegada de los occidentales allá por el siglo XVI Japón se ha convertido en un país muy especial. Una de sus mejores características quizá sea su increíble capacidad de incorporar a su cultura nuevas costumbres extranjeras pero preservando su suya con gran arraigo. Esto ha hecho que el país nipón tenga un atractivo natural para toda persona que lo visita.

Todo el que viaje hasta aquí pasará inevitablemente por Tokio, su capital situada en la isla de Honshu. Por muchos lugares que se quieran ver en la ciudad siempre nos dejaremos algo por descubrir, y es que el reducido espacio de Tokio concentra una gran cantidad de lugares que visitar.

Tokio está distribuido en varios distritos bien diferenciados, en los que en cada uno destaca una subcultura. Así hay barrios muy comerciales, otros en los que destacan las boutiques de diseño -como es el caso de Ginza-, y otros más culturales donde se pueden visitar todo tipo de museos pero todos ellos atendiendo a los contrastes culturales.

El Templo Imperial es uno de los lugares de visita obligada. Se encuentra rodeado de jardines y para llegar hasta él hay que atravesar el puente Nijubashi. El palacio es la residencia de la familia imperial japonesa, se quemó en 1945 y fue posteriormente restaurado en los años ‘60. En el exterior del Templo se erige la estatua en honor a Kusunoki Masashige, un samurai que prestaba sus servicios al Emperador Go-Daigo durante el siglo XIV.

Una construcción innovadora es la isla artificial de Odaiba que se creó en 1853 por elshogunatoTokugawa con el fin de proteger Tokio de ataques marítimos. Ahora se ha convertido en una gran zona de ocio a la que sólo se puede acceder en barco o a través del Puente Arco Iris.

En el centro del distrito de se alza sobre los demás edificios la Torrede Tokio. Con 333 metros es la más alta del país y en su interior se puede visitar numerosas atracciones como un museo de cera o un acuario. Además, cuenta con dos observatorios, el primero a 150 metros y el segundo a 250 metros desde los que se puede disfrutar de una excepcional vista de la ciudad.

La gente que prefiera una visita más relajada puede optar por pasear por el Parque Yoyogi, uno de los jardines más grandes de todo Japón y con gran afluencia de gente los domingos. Aquí, nos encontraremos con que sus asistentes realizan diferentes actividades al aire libre como cantar en vivo, practicar artes marciales o montar en bicicleta.

Por último, otro de los lugares que se deberían visitar si se viaja a Tokio es el santuario Meiji Jingu. Shinto es la religión originaria de Japón que se basa en la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza y aún se practica en Asia.

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