Así es Limburg, la región secreta de Flandes

Alejado de las ciudades históricas belgas de Gante, Brujas o Amberes hay otro Flandes donde reina la naturaleza más verde. Un paraíso con pueblos pintorescos en el valle del Mosa, en la provincia de Limburg. Un destino para disfrutar de la bici

Pasarela de 200 metros sobre el estanque Bokrijk, en De Wijers, Flandes

En bicicleta por la pasarela de 200 metros sobre el estanque Bokrijk, en De Wijers

/ Cristina Candel

Flandes ha alcanzado fama mundial por sus ciudades de arte, los maestros flamencos de la pintura y su original cerveza, pero si sobrevoláramos la provincia de Limburg, colindante con Alemania y Holanda, percibiríamos que sobre su superficie hay un pintoresco paisaje natural, no exento de arte, a través de sus pólderes, parques, colinas onduladas, pozos de arcilla y valles repletos de ríos y bosques.

Uno de los senderos de la provincia de Limburg, Flandes

Uno de los senderos de la provincia de Limburg

/ Cristina Candel

Cuando viajas a esta región belga, si te gusta el senderismo o la bicicleta, puedes crear tu propio itinerario atravesando el país de dos maneras con las rutas GR, de este a oeste con el GR128 o de norte a sur con el GR129, a lo largo de casi 5.000 kilómetros. Estos senderos conducen a un Flandes muy auténtico, a veces por caminos no asfaltados, donde la población local te sorprende, quizás porque vive más alejada de los destinos populares de este país.

El único parque nacional de Bélgica

Casi todos los vecinos de Limburg coinciden en algo: Esta es la zona más sosegada de Flandes, ya que aquí no conocen el estrés. Hasta Luis Guervós, un profesor salmantino que llegó a estas tierras hace 29 años coincidiendo con el nacimiento de su hijo Juan, sigue sorprendiéndose de este carácter de la población local de Limburg, que ya ha asimilado aunque siempre que puede se escapa a España y, sobre todo, a su tierra castellana. “Aquí en Limburg —comenta el exprofesor del Instituto Cervantes de Amberes—, la gente respeta la fidelidad, la privacidad, las normas, el silencio... Por ejemplo, durante el fin de semana, sobre todo el domingo, nadie corta el césped y todo el mundo evita los ruidos; no existe una prohibición, pero hay un código tácito que consiste en el respeto al descanso de los vecinos”.

Cafetería De Luysmolen, cerca de Bocholt, Flandes

Cafetería De Luysmolen, cerca de la localidad belga de Bocholt

/ Cristina Candel

Lo que lleva peor Luis, vecino de Dilsen-Stokkem, es la dificultad del idioma, con un dialecto muy marcado que ya domina después de tantos años en Bélgica, y sobre todo la climatología del país. “Sufrimos muchos días lluviosos y fríos, muy largos sin sol, el mal tiempo puede empezar en septiembre y prolongarse hasta el mes de junio del año siguiente”. Ese agua convierte a esta provincia en una espléndida área donde sus habitantes disfrutan y protegen sus espacios naturales. Esa naturaleza en todo su esplendor cuenta con un ejemplo, el Parque Nacional Hoge Kempen, el único parque nacional de Bélgica, que es la gran reserva natural del país con más de 7.000 especies de plantas y animales. En este espacio se gestionan y protegen más de 127 km cuadrados de bosques y brezales en una amplia zona muy próxima a la frontera holandesa por la que se extienden pueblos menos conocidos, como Dilsen-Stokkem, Zutendaal, Lanaken, Maasmechelen, Genk o As, y senderos en plena naturaleza con más de 440 kilómetros de rutas de senderismo para disfrutar a pie o en bici del campo y de los bosques.

Stokkem, Bélgica, Flandes

Población de Stokkem, Bélgica

/ Cristina Candel

A través de las seis puertas de acceso del parque nacional —muy pronto serán nueve con tres nuevas, Duinengordel, Bergerven y Thorpark— puedes introducirte en bosques de pinos que se alternan con brezales repletos de flores púrpuras, grandes estanques e incluso elevaciones que, quién lo iba a imaginar en este rincón del norte de Europa, proporcionan magníficas vistas. Los visitantes, más de un millón cada año, caminan a lo largo de estos senderos, cabalgan a caballo, utilizan también la bici o contratan a un guardabosques para obtener un mejor conocimiento de esta área. Estos guardabosques muestran la naturaleza de una manera diferente mediante paseos activos con tareas, historias e incluso degustaciones. La experiencia cuesta entre 60 y 90 euros y cada ranger dirige un equipo de 25 excursionistas.

Reserva Natural Negenoord-Kerkeweerd, Flandes

Reserva Natural Negenoord-Kerkeweerd

/ Cristina Candel

Terhills, conocido antes como Connecterra, es el principal acceso al parque y da paso a un paisaje de elevaciones y lagos, antiguas montañas rocosas mineras y al mirador más espectacular del área. En sus alrededores hay un cablepark que se ha convertido en un destino de verano desde 2013, ya que en sus instalaciones se puede practicar el esquí acuático con seguridad y los niños se divierten con los 64 obstáculos del aquapark, una isla de juegos hinchable sobre el agua. Además muchos curiosos se acercan a este punto para presenciar la puesta de sol más hermosa de Limburg y lo celebran tomando un cóctel o cenando en su chiringuito ya muy popular entre los vecinos.

Una senda para caminar descalzo

Otra entrada al parque muy interesante se localiza en Lieteberg (Zutendaal) por su enfoque hacia los niños en el entorno de una antigua mina de grava y arena. En ese lugar se ha levantado un centro de visitantes en el que también los excursionistas disfrutan de un moderno museo de mariposas y de un lugar reservado a las abejas. A unos metros de este edificio, desde la Dragonfly Tower, la Torre de las Libélulas, parte un sendero para que los más pequeños puedan cubrirlo de manera obligatoria con los pies descalzos.

Jardín de Labiomista, Flandes

Jardín de Labiomista

/ Cristina Candel

Este barefoot path se alarga tres kilómetros por la vieja mina, entre colinas, pastizales y bosques, y pasa por otra torre, que mide 18 metros y regala una panorámica de la masa forestal del parque nacional repleta de pinos, robles y avellanos. Nos lo cuenta Wim Tollenaers, director de este centro de visitantes: “Estas torres se sostienen con vigas de madera históricas que estuvieron muchos años bajo las aguas del puerto de Róterdam y fueron traídas hasta aquí, el rincón más tranquilo de Flandes”, comenta con emoción Will, voluntario de Lieteberg a los 11 años y director de este centro desde 2019. También durante el camino los visitantes se plantan ante un gran marco donde los chavales pueden captar una fotografía original, caminando casi siempre en silencio y disfrutando del sonido de los pájaros.

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El senderismo es la actividad más habitual en Limburg con un treintena de paseos circulares, pero la bici se ha convertido en el gran transporte generalizado de todos sus habitantes, pues aquí no existen las montañas y los únicos montículos que salpican la región han sido causados por los desechos de las antiguas minas de carbón que fueron la principal actividad económica en esta área desde que esta roca sedimentaria se descubriera en esta región en 1901. Los carriles bici son tan originales que permiten que muchos habitantes hagan su compra en la vecina Alemania o que puedan disfrutar de este deporte al aire libre. Como en Bosland, donde puedes pedalear por un doble circuito hasta las copas de los árboles, a 10 metros de altura, por un pasillo de 700 metros que te introduce en la naturaleza de una manera diferente y asombrosa.

Sin salir de la misma área, en un estanque llamado Bokrijk perteneciente a De Wijers, puedes montar también en bici sobre un lago por una pasarela de 200 metros. Esta experiencia comenzó en 2016 y cuenta con muchos ciclistas y excursionistas fieles que buscan sensaciones distintas y nada clásicas con su vehículo de dos ruedas. Se trata de un sendero de 210 metros de longitud que atraviesa este estanque perteneciente a una reserva natural de 700 hectáreas. La anchura del carril mide tres metros, su altura rebasa el metro y medio y su pavimento es antideslizante a pesar de que está en permanente contacto con el agua. El proyecto fue premiado en 2018 por su carácter innovador y por su respeto a la naturaleza y el hábitat de los animales de la zona, entre los que destacan el chotacabras europeo, la serpiente lisa no venenosa o el martín pescador.

Wellness y compras

A pesar de ser la provincia más verde y tranquila de Flandes, la oferta de naturaleza se complementa con otros atractivos culturales y de ocio. Entre los primeros sobresalen ciudades históricas, como Maaseik, que esconde en su plaza del Mercado la farmacia más antigua de Bélgica, y un puñado de viejos molinos de agua en sus alrededores, o Genk, una ciudad que creció con el movimiento de trabajadores contratados para trabajar el carbón. Ahora sus dos elevadas torres son el faro de un complejo cultural muy popular llamado C-Mine, donde los vecinos van al cine. Este lugar compite con Labiomista, a tres kilómetros, el paraíso del genial artista Koen Vanmechelen, belga de nacimiento, que protagoniza más de 50 exposiciones en todo el mundo cada año y que acaba de ser recompensado con un espacio fijo en la Galería florentina de los Uffizi. En este parque de 24 hectáreas ha instalado su taller y ha creado una propuesta de biodiversidad donde asombra su exhaustivo estudio genético de las gallináceas; su último proyecto con animales es la introducción de las cigüeñas negras en el Hoge Kempen.

Complejo cultural C-mine, cerca de Genk, Flandes

Complejo cultural C-mine, cerca de la población de Genk

/ Cristina Candel

Si prefieres deleitarte con una oferta de bienestar, Elaisa Wellness constituye un oasis de tranquilidad en torno a Dilsen-Stokkem. En este centro con un toque estético egipcio, maya e inca no hace falta imaginarse una infinity pool porque ya existe junto a siete saunas y un hammam delante de la postal de Terhills, la más famosa de Limburg. Las marcas más sofisticadas de moda, calzado... puedes hallarlas en Maasmechelen Village, un complejo comercial con 100 boutiques de lujo, a dos kilómetros del parque nacional. Toda una paradoja, la de este outlet junto a la exuberante naturaleza de Flandes.

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