Hoteles de Guadalajara a Teruel

Son tierras agrestes, de una belleza dura y diferente, tránsito límite de climas y orografías. Le costó al Cid atravesar sus paisajes austeros y rocosos, y tuvo que librar feroces batallas para abrirse paso en su guerrero deambular hacia Valencia. Mejor le hubiese pintado si hubiese podido reposar en alguno de estos cinco hoteles.

Albarracían es un bello pueblo de callejas estrechas y casas arracimadas. En esta villa se levanta

Albarracían es un bello pueblo de callejas estrechas y casas arracimadas. En esta villa se levanta el Caserón de la Fuente.

"Osadamente corred, que por miedo no dejéis nada; Hita abajo y por Guadalajara...". Arenga el Cid a sus hombres, cuando ya en tierras de la actual provincia castellanomanchega, entonces territorio musulmán bajo protección de Alfonso VI, empieza de verdad la aventura. Nueve días han pasado desde que dejara Vivar cuando atraviesa de noche la sierra de la Pela y dice adiós a Castilla, dentro del plazo impuesto por el rey castellano. Es el momento de no arredrarse, de no temer a lo desconocido.

Su arrojo de mercenario y sus férreos valores morales son la fuerza que le alienta y la que bien sabe infundir a los 300 caballeros y los muchos hombres a pie que lo acompañan. Ni siquiera existía el Palacio del Infantado, magnífica expresión del gótico isabelino, cuando la actual ciudad de Guadalajara, paradigma de tranquilidad provinciana a poca distancia de Madrid, fue saqueada por Alvar Fáñez. Suerte que también corrió Hita, la del célebre Arcipestre, autor del Libro del buen amor, en una rafia ordenada por el Cid para abastecer a su tropa durante la toma de Castejón del Henares, que finalmente llevó a cabo sin causar mayor mal a sus habitantes.

Integración en la naturaleza

Así lo refiere la crónica, literaria e idealizada, del Cantar de Mío Cid, y siguió camino hacia el norte. En este escenario de montes descarnados y brava naturaleza superviviente no es difícil imaginar la silueta de aquella tropa avanzando lentamente, rumbo al incierto futuro. Sigüenza, recoletamente envuelta hoy en la monumentalidad de su castillo y su catedral y en la tesitura pétrea de sus calles, vio llegar a estos hombres que habían entregado el azar de su existencia al carismático líder. Entre tanta arenga y tanto ánimo, el señor Cid tendría sus bajones, y bien le hubiese venido pernoctar y relajarse en El Molino de Acuneza, hotel que ocupa el edificio de un molino que funcionó durante 500 años y está situado a pocos kilómetros de Sigüenza. Incluso hubiese podido celebrar una reunión con sus más destacados oficiales en el Salón del Agua, con sus amplias ventanas que incluyen el paisaje, surcado por el río Henares, en la decoración. Lo antiguo y lo nuevo, los viejos aperos agrícolas y los detalles diseñados, todo muy bien coordinado, filtrado a través de colores cálidos, en el comedor y en las habitaciones. El silencio y la armonía del jardín, cómoda integración en la naturaleza.

Hubieran alucinado él y sus hombres si, siguiendo su ruta, se hubiesen topado con el castillo de Somaén, situado en la provincia de Soria, tal y como es ahora. Los restos de la fortaleza, ubicada sobre gran peñasco que reina en el encajonado valle, forman parte de la Posada Real de Santa Quiteria. A modo de espejismo medieval, varias construcciones con entramado de madera en sus fachadas ocupan la ladera dentro de un conjunto hostelero de sorprendente nivel. Suelos de cristal con vistas, montajes artísticos, sillas de barbero, objetos tradicionales y recursos decorativos a la última dan forma a un ambiente intenso y apabullante, pero atractivo y seductor. La piscina en las alturas, una tienda de antigüedades y hasta un Rolls Royce para alquilar que con gusto el Cid hubiese cambiado por su fiel Babieca.

Un molino con mucha historia

Pero nuestro héroe ni siquiera imaginaba comodidades de esta guisa. Así que, sobre paja o lana, descansaría bien para seguir dando lustro a su destierro. Continuó hacia el norte y en la actual provincia de Zaragoza no cesan sus conquistas: Ariza, Bubierca, Ateca, Calatayud, Daroca... Acaso se solazasen él y su gente con las aguas medicinales de Alhama de Aragón, ya disfrutadas por los romanos, antes de enzarzarse, en Alcocer, en una de sus más duras contiendas. Tres mil soldados árabes habían acudido desde Valencia a detener su avance y, aun carente de agua y alimentos, puede con ellos. Incluso las grullas, que a miles se reúnen en la laguna de Gallocanta, vitorearían tal proeza.

Menos mal que después le acogió con honores y hospitalidad Avengalvón, señor musulmán de Molina de Aragón, que era "buen amigo y de paz". Bueno que así fuera, pues este pueblo, acunado y vigilado por sus recias murallas y castillo, tiene fama de ser el más frío de España y se ufanan sus habitantes de que consta en el Libro Guinness como el lugar del mundo con mayor diferencia de temperatura en un solo día.

Bien resguardado de tal intemperie y de la sofoquina veraniega se está en el Molino del Batán, un hotel situado en las afueras y que también ocupa un molino centenario. No podía ser de otra forma en un pueblo que debe su nombre precisamente a su tradicional actividad molinera. El edificio, que también fue fábrica de mantas, emerge solitario en el valle sobre el cauce del río Gallo y en él se ha puesto especial empeño en no desligarlo de sus raíces agrícolas: instrumentos y maquinarias de campo decoran y hacen las veces de todo, dejando claro su protagonismo en medio del moderno y ajustado confort de salones y habitaciones.

No le hubieran venido mal las mantas a la tropa del héroe medieval en su tránsito hacia Valencia, que ahora está marcado en pueblos y carreteras con carteles titulados como "hito cidiano". Bien abrigados debieron de ir los valerosos soldados al internarse en la actual provincia de Teruel, asimismo de fríos proverbiales. Permanecen los restos de la fortaleza que, ubicada en un cerro en El Poyo del Cid, sirvió de cuartel temporal a los desterrados. Tenía que acumular fuerza y dineros, a costa del cobro de parias a las poblaciones cercanas, para después enfrentarse en El Pinar de Tébar al ejército de Berenguer Ramón, conde de Barcelona. Fue una de las batallas más sonadas de las que tuvo contra enemigos cristianos y, por supuesto, la ganó, a pesar de la inferioridad numérica de su tropa.

De paseo por un laberinto mágico

A por él todos, musulmanes y cristianos, que este castellano venía con muchas ínfulas y se estaba volviendo peligroso. No todos, pues, según el Cantar, el rey de la taifa de Albarracín fue neutral y en el bello pueblo acaso descansasen él y sus amigos y familiares. Pero la historia real cuenta que Abu Marwan, que así se llamaba el monarca local, rompió el tratado, lo que enfadó mucho al Cid, que en la represalia fue alcanzado por una lanza y a punto estuvo de morir.

Buen lugar para terminar. Dicen que Albarracín es uno de los pueblos más bonitos de España, y así debe de ser. Escondido dentro de una gran garganta rocosa, defensa natural rematada por vertiginosas murallas, su estampa de casas arracimadas y de un prodigioso color ocre ensimisma una vez tras otra. Luego sus calles estrechas, que suben y bajan entre fachadas entramadas o nobles y en torno a las portentosas iglesias, corroboran la sensación. Laberinto mágico por el que pasear durante horas.

A las afueras del pueblo está El Caserón de la Fuente, lugar que fuera fábrica de tejidos y -una vez más- molino. La vieja construcción ha sido convertida en hotel dentro de los nuevos criterios de estética, pero con empeño en mantener la sencillez original: adornos, los justos y, en la medida de lo posible, genuinos. Se oye el correr del agua que moviera el molino, y es un acunante susurro, que tiene su propia imagen en el comedor, donde el suelo de cristal deja ver el agua cristalina de uno de los tantos manantiales que surgen entre las rocas de la zona. Una bendición es el líquido elemento en medio del aspecto más bien árido de la sierra de Albarracín. Así perviven áreas de densa vegetación, gracias a ese don que más que del cielo viene de las entrañas de la tierra. Lo saben bien en Cella, donde desde el Medievo tienen el pozo artesiano más grande de Europa. Allí mismo, en torno a esas aguas robadas al corazón del planeta, convocó el Cid a quienes quisieran unirse a su tropa en la conquista de Valencia. Y allá que se encaminaron todos, a culminar su aventura a orillas del Mediterráneo, atravesando Teruel. Vida nómada e impredecible en la que no había mucho tiempo para menudencias existenciales como el amor. O quizás sí, pues las vivencias extremas pueden ser buen caldo de cultivo para las pasiones.

De cualquier forma, seguro que ningún miembro de la tropa cidiana murió de amor como los amantes de Teruel. Diego de Marcilla e Isabel de Segura, losRomeo y Julieta españoles, existieron o no, pero las esculturas de su mausoleo resultan emotivas en verdad. La capital de la provincia, que hace no tanto clamaba que "también existía", tiene otro icono en el estilo mudéjar.

Estancias de inspiración árabe

Las historiadas torres de la catedral, San Martín o El Salvador, levantadas sobre arcos atravesados por calles, dan la dimensión de una forma de construir que, por ser en ladrillo, en otros lugares cuesta apreciar. Toda esa amalgama de blancos y verdes que geométricamente asciende hacia el cielo... Es la inspiración árabe que ha aprovechado En la ornamentación de El Molino de Alcuneza, a pocos kilómetros de la villa alcarreña de Sigüenza, se dan la mano lo antiguo y lo nuevo, viejos aperos agrícolas y detalles de diseño, todo bien coordinado. el hotel El Mudayyan, ubicado al lado de la plaza del Torico, corazón de la ciudad. Las orientales filigranas se asientan con gracia y elegancia en el mobiliario actual de las pocas y acogedoras habitaciones. Lo mismo sucede en la cafetería y en la tetería de este hotel que muestra con complacencia los túneles subterráneos medievales con que cuenta. Quizás ya existieran cuando el Cid pasó por Teruel, y acaso más de uno los usara de escondite. Que no nos moleste, que siga para Valencia, que conquiste lo que quiera, que le canten por los siglos de los siglos...

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