Hot List 2024: los 45 mejores destinos del mundo a los que viajar este año

La aventura de Joseph Conrad, artículo de Manuel Hidalgo, 1978.

“Joseph Conrad (1857-1924), nacido en el seno de una familia de la pequeña nobleza polaca, estuvo acostumbrado a viajar desde muy pequeño, debido a los conflictos políticos en los que se vieron envueltos sus familiares. A los 19 años hizo su primera travesía en barco, por el Caribe. Más tarde viajó por Australia, Indonesia, Extremo Oriente y Singapur como oficial de la Marina Mercante de su majestad británica, y también por el Congo, USA y varios países europeos.”

La costa de la muerte, artículo de Elisabeth Norell, 1978.

“Desde La Coruña nos dirigimos a Malpica, un pequeño pueblo pescador situado en el cabo San Adrián. Es ahí donde comienza la Costa de la Muerte, y la seguiríamos kilómetro tras kilómetro hasta llegar a Finisterre, punto final de nuestro trayecto. Pero Galicia, tan personal y tan suya, ofrece tantas maravillas que es imposible establecer una ruta determinada. Así pues, antes de llegar a Malpica tuvimos que hacer una parada en Buño. Una iglesia pequeña y antigua, unas cuantas casas blancas constituían el marco del pueblo.”

Tendas espiritás del Brasil, artículo de Soledad Gallego-Díaz, 1978.

“La escena se repite todos los días en cien mil lugares distintos del Brasil. Miles de personas acuden a sus centros espiritás, centros permitidos, situados en la esquina de su casa, como son los de camdoble dedicados a las fuerzas del bien, o los prohibidos y ocultos como los de Misa negra y Quimbandá. [...] Brasil puede ser considerado hoy como una especie de paraíso para todo aquel que se interese por las artes ocultas.”

Sicilia: los mosaicos de Piazza Armerina, artículo de Javier Arce, 1978.

“Nuestro viaje de hoy es una invitación a visitar una de estas mansiones romanas excepcionalmente conservadas, en un paraje realmente idílico en el corazón mismo de la isla de Sicilia. [...] La actual ciudad de Piazza Armerina es un bello lugar donde puede uno acomodarse en cualquiera de los varios hoteles bien acondicionados que posee. [...] Elevada en distintos niveles, determinados por las condiciones del terreno, la villa muestra al visitante el conjunto de mosaicos policromos más extenso y uniforme que se pueda imaginar. [...] La grandeza y magnificencia de los mosaicos de la villa y algunos detalles simbólicos han hecho pensar a algunos investigadores modernos que el dueño de la misma fue ni más ni menos que el propio emperador Maximiano Hercúleo, el colega de Diocleciano.” 

La agonía de Venecia, artículo de Cristina Peri Rossi, 1978.

“Emergiendo del agua como de un sueño luminoso y de perfecta armonía, la ciudad, montada sobre 118 islas, conserva, aparentemente, intacta su maravillosa estructura, a pesar de que es una víctima de una doble corrosión: la del agua y la de los millones de turistas que apocalípticamente la visitan anualmente, prometen volver —como se promete volver a un museo demasiado rico para ser contemplado en una sola visita— y regresan a otras ciudades llenas de bullicio y de polución, preguntándose, tal vez, cómo fue, quién pudo, alguna vez, hace cientos de años, imaginar y construir una ciudad tan perfecta, tan bella, presidida por la noción de armonía y de placer de los sentidos y que provoca más que emociones, sentimientos.”

Marruecos: nunca vi nada igual, artículo de Fernando Sánchez Dragó, 1979.

“Marruecos consiste, sobre todo, en eso: arbitrario, inagotable, una línea quebrada, un capricho, un caleidoscopio, una sorpresa al doblar la esquina... Y no se me ocurre mejor mandamiento para viajar por él que la perentoria frase acuñada en su día por Timothy Leary como eslogan y banderín de lo que en los atribulados sesenta se llamó contracultura: turn on, tune in, drop out. ¿Hay quién pide traducción? Aquí está: abra la espita, sintonice, déjese ir, flote, suba, desaparezca, lárguese...”

Bali, la mañana del mundo, artículo de Félix Tusell, 1979.

“La riqueza y originalidad de Bali, sus ritos, sus costumbres y ceremonias, unidas al atractivo de sus paisajes, volcanes, playas de cocoteros, fértiles terrazas de arroz y la amabilidad de sus habitantes han hecho de Bali el prototipo de escala placentera en ese Oriente exótico que completan Bangkok, Japón, Singapur y Hong Kong.”

Palencia, la ruta del románico, artículo de José María Pérez Peridis, 1979.

“Está Aguilar enclavado entre las choperas de un recodo del Alto Pisuerga, protegido del viento norte su castillo roquero, y arropado por los lienzos de muralla medieval que aún resisten en pie. Para ir por esas tierras es preciso llevar ropa de abrigo, pues incluso en agosto los lugareños duermen con manta.”

Trekking en Nepal, artículo de Francisco Po Egea, 1979.

“Los caminos de Katmandú no son ya los del hachís ni la marihuana, el opio o la heroína. Forzado por las naciones occidentales, el Nepal se ha visto obligado, desde hace unos pocos años, a proscribir el cultivo y la venta de las drogas. Los viajeros, en busca del nirvana transfigurador, han migrado a otros paraísos más acogedores y los nuevos peregrinos que uno se encuentra por las calles y mercados de Katmandú no tienen el paso vacilante.”

Algo más que una costa, artículo de Manuel Vázquez Montalbán, 1981.

“La Costa Brava no es una simple franja costera cubierta de rocas. Se adentra hacia el Alto y Bajo Ampurdán o Empordà y vive una simbiosis de mar y campo desconocida por el turismo. En invierno, cuando franceses, holandeses, alemanes y barceloneses se han marchado, reaparecen los pescadores, tratantes y payeses del mundo literario de Josep Pla y se puede prestar atención a los maravillosos monumentos que desde el más remoto pasado, ibérico en Ullastret, griego en Ampurias, medieval en Sant Pere de Roda, jalonan la comarca.”

New York, New York, artículo de Manu Leguineche, 1981.

“Los comerciantes de Nueva York son agresivos, de esos que venden su alma al diablo, y en las tiendas de televisores y videotapes empujan al pobre cliente contra las cuerdas. Hay que venderlo todo, como sea, cuanto antes, con unos regateos que harían palidecer de susto a un comerciante hindú.”

Un paseo a bordo de Cádiz, artículo de José Manuel Caballero Bonald, 1981.

“En Cádiz, si bien se mira, hay por lo menos tres Cádiz: el antiguo, que va de los fenicios a los romanos, el que llega de un salto al neoclásico y el de hoy mismo. No es que estén superpuestos —aunque también puedan estarlo en cierta desordenada manera—, sino que se cruzan a medio camino entre la leyenda y la historia.”

El Perú vale un perú, artículo de Luis Carandell, 1981.

“Imaginad un formidable castillo de montañas con torres nevadas de casi 7.000 metros, que tiene a un lado el mar, al otro la selva. Eso es el Perú. En esta tierra formada por tres mundos lo más diferentes posibles el uno del otro —la Costa, la Sierra, La Amazonia— se ha desarrollado una civilización compuesta de muchas culturas.”

Asturias. Cares arriba..., artículo de Laureano Suárez, 1985.

“Desde lo alto del puerto hasta Puente de los Fierros hay una bajada de 16 kilómetros. Estamos camino de Oviedo, la capital, atravesando la tierra de la sidra, les madreñes, les fabes, el hórreo y la boroña. No será fácil toparse con algún paisano, boina, madreñes y guiada, liando un pitu de picadura mientras sus vacas pacen un poco más allá.” 

Welcome to Los Ángeles. Esto es Hollywood, artículo de José Luis Garci, 1986.

“Ha sido El crepúsculo de los dioses, del maestro Wilder, la película donde mejor he visto reflejada esa emoción que significa Hollywood: una ciudad edificada sobre ilusiones y desilusiones, sobre esperanzas, cronopios y famas. Aquí tenemos en todo su esplendor eso que los expertos, sin citar jamás a Horacio, llaman el carpe diem, es decir, la fugacidad de la vida. [...] “El tipo tenía talento”, le dice Nancy Olson a Bill Holden en la citada Sunset Boulevard. “Eso fue el año pasado”, responde Holden.”

Metrópolis de la Movida, artículo de Moncho Alpuente, 1986.

“Una procesión de gentes con los ojos turbios y el ánimo exaltado recorre Malasaña, desciende por la calle Huertas, se pierde en los aledaños de Barquillo, se desliza por Recoletos y se dispersa, tras haber finalizado la ronda de los pubs, camino de céntricos o suburbiales discotecas. El viajero vive, quizás por primera vez, los encantos de un embotellamiento nocturno en el centro de Madrid.”

Reino Unido. Esplendor cotidiano, artículo de Ángela Rodicio, 1988.

“¿Qué importa perder un imperio, ver derrumbarse un mundo si se sigue tomando té y jugando al cróquet en la campiña, cabalgando por las llanuras y colinas, pescando o apostando en las carreras? Lo que prima es conservar las buenas maneras. En The Garden Party, la escritora Katherine Mansfield mostraba los pesares de una familia acomodada que daba una fiesta en su jardín. Las pastas, flores, tarjetas y recibos eran motivo de desvelo si un suspiro no se encajaba en las comisuras.”

Seychelles. El edén, artículo de Emilio Rey, 1989.

“Las Seychelles constan de más de 100 islas; de ellas solo 33 están habitadas. Repartidas por el océano Índico, la mayoría son de roca granítica como Mahé, Praslin y Desroches. El nombre de Seychelles tiene su origen en una expedición francesa que en 1756 tomó posesión del nuevo territorio. La denominación corresponde al nombre del ministro francés de finanzas al servicio de Luis XV.”

México. Dioses, tumbas y playas, artículo de Fernando Martínez Laínez, 1990.

“México es un laberinto mitológico que envuelve al viajero en una deslumbrante tela de araña de la que no puede escapar. Pisar esta tierra, con los ojos del corazón abiertos, es percibir su llamada: la voz del antiguo sueño ancestral de civilizaciones sepultadas para siempre, con sus restos apilados. Culturas superpuestas y pulverizadas. La arcilla de la muerte, de la que surge luego la vida.”

Kerala. Paraíso tropical indio, artículo de Ramiro A. Calle, 1990.

“Kerala es uno de los estados más sugerentes de la India en cuanto a paisaje, con un ritmo de vida contagiosamente lento y apacible, pacíficas gentes de piel muy oscura y fácil sonrisa, mujeres de ojos negros y abismales. Limitando con los estados de Karnataka y Tamil Nadu, abierto al mar de Arabia, este estado sureño es como una lengüeta de tierra que se despliega junto a las aguas marinas a lo largo de 600 kilómetros, pero que nunca alcanza más de 25 kilómetros de anchura.”

Mi Salamanca, artículo de Gonzalo Torrente Ballester, 1991.

“Una tarde de sol en Salamanca, cuando nuestro planeta empieza a rozar el horizonte, es un espectáculo de difícil descripción, al que solo se puede llegar en verso, y trasmudando en lírica la emoción. [...] Para escuchar el pulso de la auténtica Salamanca hay que recorrer lo que queda de las viejas calles.”

Hechizo de Brujas, artículo de Elena del Amo, 1991.

“Anclada al borde del mar, esta ciudad belga fue uno de los núcleos comerciales del Medievo. Su influjo atrajo a mercaderes, banqueros y mecenas, seducidos por la riqueza cosmopolita de sus mercancías. Hoy Brujas perpetúa el silencioso fluir de sus canales y la firmeza de sus empedrados, invitando al viajero al paseo atento.”

La Cuba de los aires sabrosos y dulces, artículo de Raúl del Pozo, 1991.

“Alguna noche, en La Bodeguita del Medio, alguien evocará que las aguas y el viento de Cuba tuvieron un día, hasta que se apoderaron de ella otra vez, una atmósfera especial, la de un sitio donde los hombres intentaron asumir, aunque fracasaran, su propia historia.” 

Ruta Quetzal, una aventura colectiva, artículo de Miguel de la Quadra-Salcedo, 1993.

“El recorrido entre las montañas es un paisaje parecido al del País Vasco, pero más frondoso. Nuestros jóvenes iban descubriendo la geografía de América y era la primera vez que pisaban tierra, tierra firme; por aquel reino antiguo de Guatemala íbamos hacia el misterio que albergaban las tierras, los templos de Copán, construidos encima de otros tempos que a su vez tienen debajo otros más antiguos. La historia está encerrada, como en una cajita de matrioskas rusas, debajo de esa tierra donde nos iba a esperar algo importante que tenía guardado un secreto. Cuando había estado preparando el viaje, me había contado que nos iban a ofrecer la primicia de abrir en nuestra presencia una de las tumbas reales, incluida la cámara donde reposaba el rey, se presumía que con su tesoro de abalorios, atuendos, joyas y cerámicas.”

Capri, Ischia y Procida: cantos de sirena, artículo de Alonso Ibarrola, 1993.

“Bajo el dominio aristocrático y soleado de Capri, las tres islas partenopeas se agrupan frente a la bahía de Nápoles como un capricho italiano engalanado por la naturaleza. El mar azul destaca las recoletas villas romanas, los descensos escarpados y una vegetación que parece tropical. Tierra de vino dulce y grutas subterráneas y saladas, Homero aseguró en su Odisea que este era el reino de las sirenas, una leyenda que tienta al viajero, como a Ulises, a descubrir sus pueblos recoletos plagados de viñas recias.”

Islas Maldivas: el cielo puede esperar, artículo de Cristina Morató, 1994.

“A los pies de estas cerca de dos mil islas, que a veces desaparecen según el capricho de las mareas, se encuentra uno de los fondos submarinos más ricos y evocadores del planeta, un universo multicolor que congrega a viajeros de todo el mundo y hace circular el nombre de este archipiélago casi en secreto, como si fuera una fórmula mágica o un tesoro oculto al que solo tienen acceso los iniciados, los afortunados, los soñadores y algún aventurero.”

Bolivia, el Tíbet de los Andes, artículo de Igor Reyes-Ortiz, 1996.

“Elevada, aislada y pobre, la altiplanicie andina ha marcado el auge de la civilización precolombina con la presencia cultural de los tiahuanaco bolivianos, cuyas humildes y bellas tradiciones integran aún el presente. Con un 65 por ciento de población de descendencia quechua y aymara, la conciencia indígena que reside en estas cumbres, las más altas de todo el continente, mantiene una relación mágica entre el hombre y sus límites.”

San Sebastián: embrujo de la ‘belle époque’, artículo de Carlos Carnicero, 1996.

“San Sebastián tiene cosas que no tiene ningún lugar en el mundo entero. Tiene playa, tiene Igueldo y el mejor barrio koskero. Así reza una canción popular que, en esta ocasión, como en otras, coincide con la realidad. Si existe un paraíso en España para disfrutar de la buena vida, sin duda ese es San Sebastián. La playa de la Concha, el monte Igueldo, el paseo Nuevo, las playas de Ondarreta y Gros son paseos obligados incluso cuando el tiempo paga el tributo para el verde del paisaje.”

China para hipocondríacos, artículo de José Ovejero, 1997.

“Dali es el lugar, uno de esos sitios en los que hay que haber estado, su atractivo se transmite confidencialmente de boca a oreja entre los turistas alternativos... o quizá no tan confidencialmente, porque parece que últimamente Dali está algo desbordado por jóvenes y menos jóvenes que siguen buscando el paraíso en la tierra que no encontraron en los áshram de la India. Al día siguiente, tras volver a dar un paseo por la parte antigua de Lijiang, resolvemos dirigirnos hacia Dali. Por la tarde montamos nuevamente en las bicicletas y salimos de la ciudad.”

20 viajes imprescindibles, artículo de Ana Puértolas, 1998.

“Mezquita de Córdoba. España. Descubro el ángulo preciso, ese desde el que las columnas se multiplican en todas las direcciones, y me entrego simplemente al juego de las luces y la geometría, a la precisión del espacio. No hay un solo lugar decisivo, confirmo una y otra vez, uno y otro viaje. Y busco, encuentro admiro, enmudezco. Estambul desde la torre de Gálata. Turquía. Un atardecer del primer día del Ramadán. La galería de la torre está hasta los topes de turistas que han subido, como yo, a contemplar la caída del sol.”

Islas griegas, artículo de Javier Reverte, 2003.

“Navegar en barco por las aguas del Egeo es la única forma de entender la devoción casi religiosa que los griegos insulares sienten por su mar, por ese Egeo que acoge siete grandes archipiélagos que se reparten dos millares de islas donde su funde la leyenda de los antiguos moradores del Olimpo y la grandeza de una historia milenaria. En barquitos o en cruceros, ese mar lleva siempre a lo mejor de las islas griegas.”

Bahamas, artículo de Paco Nadal, 2006.

“Hay topónimos que por sí solos incitan al desplazamiento. Como el de Bahamas. Uno iría a Bahamas totalmente a ciegas, sin consultar guía ni folleto alguno, convencido de que detrás de esas siete letras de rítmica sonoridad solo pueden esconderse promesas de arenas blancas y cegadoras, templadas aguas azules y corales multicolores rodeando un atolón perdido del Caribe. Y lo mejor de todo es que este guion se ajusta bastante a la realidad, aunque ni Bahamas sea una isla ni esté geográficamente en el Caribe.”

Los pueblos más bellos del Cantábrico, artículo de Jesús Torbado, 2007.

“Al amor del mar Cantábrico, en una costa que se dibuja abrupta y cortada en farallones y acantilados, muchas poblaciones marineras exhiben un carácter orgulloso, indómito y semejante, una inmensa riqueza monumental y un urbanismo hermoso. Cada viajero tendrá su capricho o inclinación.”

Sídney, artículo de Pau Morata, 2007.

“La imagen por antonomasia de Sídney es la del célebre edificio del Opera House, aunque también lo es por los Juegos Olímpicos en ella celebrados, por su puente sobre la bahía y por muchos otros atractivos que hacen las delicias de los turistas. Tantos son, que es uno de esos destinos urbanos que fascinan y seducen al visitante.”

Mis viajes con Dutifrí, artículo de Jorge Salvador, 2007.

“Lo primero que sorprende cuando llegas a Manila, la capital de Filipinas, es que el 70 % de los vehículos son jeeps tuneados, como les llaman allí, ‘jeepneys’. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, los filipinos reciclaron los jeeps americanos y los tunearon. Ahora existe una competición a ver quién lo tunea más a lo bestia.”

El río Ganges, artículo de Luis Pancorbo, 2008.

“En ocasiones el Ganges se abre camino como si fuese una verdosa lengua de vaca sagrada. Una lengua serpenteante que propicia las cosechas y hace que las gentes puedan lavar sus ropas y sus pecados. Hay quien cree que el Ganges limpia hasta tal punto que produce la moksha, la liberación del ciclo de las reencarnaciones.”

Nápoles, la anarquía más bella, artículo de Javier Rioyo, 2010.

“A Nápoles, una de las ciudades más antiguas del mundo, se viaja con los mitos y se pasea con la historia. Fue la más poblada, después de París, en la Europa del siglo XVI, cuando era una de las joyas de la corona española. Urbe llena de encantos, enamoró a todas las civilizaciones.”

Tahití y sus islas, artículo de Patxi Uriz, 2011.

“En el Pacífico, marinos y navegantes como Magallanes, Elcano, Loaísa... [...] fueron los culpables de que muchas islas descubiertas para Occidente se bautizaran con nombres españoles que actualmente ya no figuran en los libros de Historia. Por lo que se refiere a Tahití y sus islas, cobran un especial relieve Loaísa, Mendaña y Bonechea.”

La ruta de García Márquez, artículo de Santiago Gamboa, 2014.

“Siguiendo hacia el sur por el litoral Caribe se llega a Cartagena de Indias, adonde García Márquez llegó en mayo de 1948, proveniente de Bogotá, entusiasmado por regresar del frío del altiplano a la cultura caribeña y con un puesto de redactor en el recién fundado periódico El Universal, de Clemente Manuel Zabala, quien deseaba darle un vuelco a la prensa tradicional.”

Miguel de Cervantes. Sus viajes por el mundo, artículo de Luis García Jambrina, 2015.

“En septiembre de 1575, pocos días antes de que Cervantes cumpliera 28 años, la galera en la que viajaba junto a su hermano, llamada Sol, fue capturada frente a las costas de Cataluña por una partida de piratas berberiscos, al mando de un renegado llamado Arnaut Mamí, que los condujo de inmediato a Argel. Según la topografía e historia general de Argel, escrita por el erudito Antonio de Sosa durante su cautiverio y publicada luego bajo el nombre de fray Diego de Haedo, esta ciudad era entonces un conjunto abigarrado de casas blancas escalonadas sobre el mar.” 

África mágica. Del Serengeti al Ngorongoro, artículo de Mariano López, 2018.

“La carretera más bella del mundo es muy probable que sea la que desciende por la espalda del volcán Ngorongoro y camina lenta, perezosa, hacia el sur del Parque Nacional Serengeti. Es territorio masái. [...] Los masáis son un pueblo de leyenda, seminómada. Los árabes les evitaban.”

Sola en el mar de Cortés, artículo de Cristina Spínola, 2018.

“El mar de Cortés es un largo, estrecho y muy peligroso brazo de agua sometido a grandes corrientes y crueles tormentas. Los meses más calmos son marzo y abril, pero yo quiero empezar a remar en diciembre y me da igual lo que el tiempo me depare. Estoy dispuesta a enfrentarme a lo que venga, tal como hice con la bici.”

Antártida. El confín de la tierra, artículo de Sebastián Álvaro, 2018.

“La gran aventura del continente blanco. Viajar a la Antártida es realizar una aventura muy diferente a cuantas pueden hacerse, es partir hacia el último confín de la tierra, en el límite de los océanos, en el límite de la vida, para enfrentarse y descubrir el paisaje más sublime del planeta.”

El Dublín de James Joyce, artículo de Ian Gibson, 2022.

“Hoy los irlandeses reverencian a Joyce, y llegar a Dublín es percatarse en seguida de la omnipresencia del autor: rótulos orientativos en el suelo; placas, bustos e incluso estatuas del escritor en bares y restaurantes; museos; múltiples ediciones de sus obras en los escaparates de las librerías; postales, sombreros, camisetas, lecturas, visitas guiadas... Antes de poner los pies en la ciudad, además, hay infinidad de posibilidades virtuales, que cada uno puede explorar por su cuenta en internet. También será un acicate ver The Dead, la maravillosa versión, por John Huston, del último cuento, titulado así, del libro Dublineses, de Joyce. Es muy importante tener en cuenta, al llegar a Dublín, que, durante el siglo XVIII, fue la segunda ciudad más destacada del Reino Unido.”

Galápagos, islas del fin del mundo, artículo de Xavier Moret, 2022.

“El aterrizaje en el pequeño aeropuerto de la isla de Baltra, tras una hora y tres cuartos sobrevolando el océano desde la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, avisa a los visitantes recién llegados de que las Galápagos no se parecen a ningún otro lugar en el mundo. El paisaje desolado, los cactus gigantes y las iguanas camufladas en la tierra ocre apuntan que acabamos de llegar a un lugar muy especial. Una vez en la terminal, el pago de 100 dólares para poder entrar en las islas deja claro, por otra parte, que no son un destino barato. [...] Más allá del paisaje volcánico, la fauna sigue siendo el gran atractivo de las Galápagos. Una excursión por la isla Seymour Norte, donde abundan las iguanas terrestres, los leones marinos y las fregatas de buche rojo, es la mejor despedida a estas islas que maravillaron a Darwin.”