Hollywood cumple 100 años

En 1911 se instaló el primer estudio de hollywood en una taberna en ruinas a las afueras de Los Ángeles. Un siglo después, la ciudad del cine es un destino deseado por diez millones de mitómanos que visitan cada año la discográfica de Sinatra, el restaurante preferido de Chaplin o el bar en el que bebía Marilyn Monroe.

Hollywood cumple 100 años
Hollywood cumple 100 años

Los estudios de Hollywood, en Los Ángeles, el lugar por antonomasia del cine norteamericano, empezaron a cobrar forma durante un viaje en tren hacia la costa oeste de Estados Unidos. Los pasajeros David Horsley y All Christie, productor y guionista de Nueva Jersey, respectivamente, buscaban una antigua cantina, arruinada, que se alquilaba en una pequeña población a la vera de Los Ángeles. Era la taberna Blondeu, situada en la calle Gower de lo que en 1911 era, más que un barrio de Los Ángeles, un pequeño poblado que había crecido en su periferia. En la trastienda de este negocio, los dos emprendedores cineastas montaron los Estudios Néstor, el primer plató que levantó sus decorados en lo que sería, cien años después, la ciudad-fábrica más poderosa de la industria cinematográfica mundial.

Después de un siglo dedicado a construir el arte del cine, Hollywood también es un destino que imanta a visitantes de todo el mundo. Sólo la intersección de Hollywood Boulevard con Vine Street es visitada por más de diez millones de turistas al año. Pocos se privan de caminar sobre las estrellas de cinco puntas que encumbran el firmamento del cine, el famoso Paseo de la Fama, a un paso del mítico Teatro Chino. Sin abandonar los pies como medio de transporte, la calle Vine lleva hasta el Teatro Palace, un singular edificio de 1927 que acogió series de televisión. Enfrente, el rascacielos de la legendaria discográfica Capitol Records, un tótem de la ciudad del cine que alojó los estudios donde se grabó la voz del mejor Frank Sinatra.

Otro de los lugares emblemáticos de este paseo por el Hollywood histórico es el restaurante Musso and Grill (en el 6.667 de Hollywood Boulevard), metafórico plató que desde 1919 filma la vida menos pública de los más prestigiosos personajes del espectáculo. Allí Chaplin cenaba habitualmente riñones de cordero, después de terminar de rodar películas como Tiempos modernos o El gran dictador en los estudios que llevan su nombre, hoy declarados monumento cultural de Los Ángeles, de cuyo territorio forma parte el distrito de Hollywood.

En Ibar Avenue se encuentra el Hotel Knickerbocker que desde 1925 forma parte de la historia real y de ficción del celuloide, ya que sus muros han sido anfitriones de la muerte súbita del director Griffith, de las visitas de Marilyn a su bar, del hospedaje de un joven Presley o del rodaje de El graduado. Y no hay que marcharse de este planeta de ilusiones sin echarse a la carretera para visitar el monte Lee, donde está instalado el letrero que simboliza en mayúsculas todo el glamour del mundo: HOLLYWOOD. El origen de este cartel tiene menos que ver con el cine que con los negocios inmobiliarios. En el año 1923, la Sociedad para el Desarrollo de Hollywoodland pensó en colocar un anuncio que publicitara las nuevas urbanizaciones de las colinas de Hollywood (municipio independiente de Los Angeles desde 1903). Se construyeron trece letras de 15 metros de alto y 9 de ancho en las que se leía Hollywoodland y detrás del cartel se instalaron 4.000 lámparas de 20 watios. Al restaurarlo en 1949 se abandonó el land.

Mansiones y estrellas

Adentrarse en Universal Studios es vivir una aventura en un monumental parque temático dedicado al cine, en el que se recorren los escenarios de rodaje de películas como La Guerra de los Mundos. Desde Hollywood, tras escasos minutos por carretera se llega a Beverly Hills, la pequeña ciudad donde se concentra el mayor número de casas de lujo habitadas por las estrellas cinematográficas. En honor a la industria turística, algunas abren sus puertas a los curiosos. Al pasear por las calles de Rodeo Drive estamos conociendo uno de los distritos de compras más rico. Y, cómo no, la sede de la Academia de las Artes y las Ciencias, donde admirar la estatuillas de los Oscar que los galardonados han dejado en donación.

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