Si no has estado en Monsaraz, aún no conoces todo el encanto de Portugal
Considerado el pueblo más bonito del Alentejo…

La Raya, la franja fronteriza terrestre que divide – o une – España y Portugal, es un interesante espacio entre los dos países en el que se ubican poblaciones con una historia en común y semejanzas culturales, pero que conservan al mismo tiempo todo el encanto local de los territorios a los que pertenecen. Una de esas poblaciones, la freguesía de Monsaraz, situada en la región de Alentejo, es uno de los lugares con más encanto de toda la zona y uno de los destinos donde mejor poder saborear la esencia e historia lusas.

Todo es idílico en Monsaraz…
A poco más de una hora de Badajoz, siguiendo el curso fluvial del río Guadiana, llegamos hasta el concejo de Reguengos de Monsaraz, donde nos aguarda una freguesía (parroquia) encaramada en lo alto de una colina, desde donde se divisan algunas de las mejores panorámicas del Alentejo. La imagen del pueblo amurallado en las alturas, según nos vamos acercando, produce una sensación placentera de estar aproximándonos a un reducto mágico anclado en el tiempo varios siglos atrás.
Su posición privilegiada hizo de este punto un lugar codiciado por diferentes culturas a lo largo de la historia, que lo poblaron dado su valor estratégico y defensivo, desde los romanos hasta los musulmanes y, posteriormente, por la corona portuguesa. Monsaraz es, en efecto, un antiquísimo pueblo del país vecino que vio cómo a mediados del siglo XVI se construyó su recinto amurallado, formando parte de la línea defensiva frente a España junto con otras poblaciones fronterizas. Una fortificación que encierra y protege una delicada joya rural de calles empedradas y casas encaladas que nos sumergen en un universo de base medieval bañado con todo el encanto de Portugal y, en especial, del espíritu del Alentejo.

Al detenernos frente a sus murallas e iniciar el ingreso a pie a la villa – los vehículos a motor pueden estacionarse fuera del recinto -, iniciamos el descubrimiento de una bellísima aldea que nos cautivará según vayamos adentrándonos, gracias a la blancura de los muros de las casas, las flores y las parras que los adornan y el suelo empedrado con minuciosidad allá donde pasemos. Una villa genuina que además cuenta con un importante patrimonio que ha hecho de ella un verdadero museo abierto en el que el placer de discurrir por sus calles alcanza las más altas cotas, pudiendo encontrar además tiendas de artesanía y numerosos alojamientos rurales que nos invitan a alargar nuestra estancia.
La monumental Porta da Vila – la más usual para la entrada al recinto y una de las cuatro existentes en Monsaraz – da entrada al pueblo atravesado por dos calles principales, la Rua Direita y la Rua Santiago, que van a parar al castillo de más de medio milenio de antigüedad – su acceso es gratuito -. Su imponente Torre del Homenaje preside esta fortificación cuya plaza de armas ha sido tradicionalmente usada como coso taurino y espacio de celebraciones festivas.

Un mirador excepcional del mayor embalse de Europa Occidental
El castillo es el sitio perfecto para dominar desde lo alto las impresionantes vistas de la inmensa planicie que se extiende en los alrededores de Monsaraz. Desde las torres de la fortaleza es posible obtener unas espectaculares vistas del valle del Guadiana, el paisaje adehesado y los cultivos, la frontera hispano-lusa y, sobre todo, la enorme superficie de agua que cubre el Embalse de Alqueva, el lago artificial de mayor superficie de la Europa occidental – 250 kilómetros cuadrados -, fruto de la presa construida sobre el río Guadiana aguas abajo.

El punto más alto de Monsaraz es una atalaya única que es famosa entre los visitantes que llegan hasta la villa portuguesa por los preciosos atardeceres que regala, los cuales inundan el blanco de todo el pueblo a los pies del castillo con colores rojizos, creando un escenario mágico y lleno de encanto.
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