Guayaquil-Quito en tren

Entre los Andes

Entre los Andes

Desde los ventanales panorámicos del tren se despliega una buena parte de lo que el científico alemán Von Humboldt calificó como "Avenida de los Volcanes", el corredor interandino que serpentea entre más de setenta volcanes paralelos (27 de ellos aún activos) a lo largo de 300 kilómetros.

"Es el demonio vomitando humo". Cuentan que de esta guisa recibieron la llegada del ferrocarril, a principios del siglo pasado, aquellas remotas poblaciones indígenas perdidas en los pliegues de los Andes. Había nacido el tren en la llamada mitad del mundo e irrumpía con su chirrido sobre raíles, con su vieja bocina de vapor, entre el estupor y el miedo de unas comunidades aisladas para las que esta máquina solo podía ser la encarnación de un progreso que llegaba desde lejos, señoreándose entre ríos, lagos y montañas. No era tarea fácil en esta tierra de malos caminos, como se apodaba a Ecuador en la colonia.

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