Eifel: la sorprendente y desconocida región volcánica de Alemania
Cráteres, el mayor géiser de agua fría del mundo, lagos, maars…
La vasta región de Eifel, en Alemania, es en gran parte desconocida para el turismo internacional, a pesar de contar en su territorio con grandes maravillas, tanto urbanas como naturales.
Uno de los principales motivos por los que sorprende tiene que ver con su esencia volcánica. Una característica que nos costaría atribuir al país germano, especialmente al encontrarse esta región junto a un sector del país ampliamente poblado.
Sin duda, la bella Eifel nos seduce con un viaje diferente en busca de sus secretos más impresionantes.
Una región volcánica muy viva
Toda una extensa zona que ocupa la parte central del occidente de Alemania, junto a las fronteras de Bélgica y Luxemburgo, es lo que conocemos por Eifel. Una región, a caballo entre los estados de Renania del Norte-Westfalia y Renania-Palatinado, marcada por una actividad volcánica que se pierde en el tiempo pero que aún en la actualidad presenta evidencias de estar muy viva.
Son más de diez mil años los que han pasado desde la última erupción producida en estas tierras, pero los temblores asociados a esta actividad son parte del presente cercano. No obstante, algunos de los volcanes siguen activos en la actualidad, aunque con un riesgo muy reducido.
Mucho más palpable son las huellas de todas esas turbulencias volcánicas, que han modelado un paisaje en el que son fácilmente distinguibles algunas de las más típicas formas que produce esta actividad.
Cráteres, géiseres, lagunas cratéricas con origen en los característicos maars, estratovolcanes de relativo tamaño y multitud de pequeños conos son habituales en alguna o varias de las tres divisiones geológicas de Eifel: Westeifel, Hocheifel y Osteifel.
En todas ellas resulta fascinante observar algunas impresionantes muestras de esta actividad, como el estratovolcán Hohe Acht, de casi 750 metros de altura; o el espectacular géiser de la población de Andernach, junto al río Rin en el norte de Renania-Palatinado, un chorro que alcanza los sesenta metros de altura gracias al dióxido de carbono, constituyendo el géiser de agua fría más alto del mundo.
Pero si hay un espacio que ejemplifica como pocos el desarrollo geológico de esta región ese es el Parque Nacional Eifel, un entorno protegido de 110 kilómetros cuadrados situado aproximadamente a una hora por carretera desde la localidad belga de Lieja.
El único parque nacional del estado federal de Renania del Norte-Westfalia, creado hace casi dos décadas, se une además con la creación en 2004 del Parque Geológico y Natural de la Unesco. Dos nombramientos que no pueden ser mejor carta de presentación para conocer los secretos del vulcanismo en esta zona.
El Rin Romántico: la ruta de cuento alemana Patrimonio de la Humanidad
El Rin Romántico: la ruta de cuento alemana Patrimonio de la Humanidad
Un paraíso natural y rural
El Parque Nacional Eifel es el máximo exponente de la riqueza natural de esta región. Sus más de 240 kilómetros de senderos abiertos al visitante nos permiten admirar este tesoro vegetal y faunístico que, por si fuera poco, obtuvo hace pocos años el reconocimiento como Parque Estelar Internacional, concedido por la Asociación Internacional del Cielo Oscuro.
Considerado uno de los mejores puntos de toda Alemania para observar las estrellas, se trata de un verdadero oasis en mitad de las grandes áreas de contaminación lumínica de toda esta franja europea altamente poblada.
Pero, al margen de todo ello, Eifel es una extensa zona cargada de paisajes rurales esplendorosos, bosques, granjas, castillos y pueblos medievales llenos de encanto.
Desde la conocida ciudad de Trier - donde las trazas del pasado romano son ampliamente visibles – en la parte sur de la región, no es difícil encontrar hacia el norte lugares que despiertan nuestro interés. Un claro ejemplo lo tenemos en el fantástico castillo de Eltz, uno de los más hermosos de toda Alemania, aunque no muy lejos de él, a tan solo veinticinco kilómetros, la localidad de Monreal nos deja igualmente fascinados.
Más al norte, y rayando con la frontera belga, la población de Monschau es otra cita imprescindible. Una joya histórica que pareciera sacada de una postal.
Mientras, a la misma altura pero en la parte oriental del Parque Nacional Eifel, nos espera Bad Münstereifel, una antigua villa balnearia que nos habla a través de sus aguas de la naturaleza volcánica de la región en la que nos encontramos.
Síguele la pista
Lo último