Nos colamos en la casa de Bob Marley
Oculta entre las verdes montañas de Santa Ana, al norte de Jamaica, pervive intacto el hogar de la gran leyenda del reggae, el que nacieron algunos de sus temas más célebres.
"Crecí en las montañas, en el mismo lugar que trajo al mundo a mi madre y a mi abuelo. Un pequeño pueblecito al que los lugareños siguen llamando con el mismo nombre inmemorial…". Así evocaba Bob Marley su aldea, Nine Mile, donde creció bajo los frondosos picos de Santa Ana, al norte de la isla de Jamaica. Allí, al término de una carretera sinuosa que se abre paso entre plantaciones de café y árboles de frutas tropicales, se oculta su casa, en la que también descansan sus restos mortales desde aquel 11 de mayo de 1981 en que se lo llevó la muerte.
Esta vivienda precaria en la que había nacido en 1945 fue el lugar al que el músico siempre llamó su hogar, incluso después de alcanzar la gloria universal y de vivir, impulsado por su faceta de rey del reggae, en otros muchos puntos del planeta. Aquí donde pasó su infancia desprovista de padre, y donde, ya de adulto, volvió repetidas veces para tratar de escapar de la vorágine, se mantiene intacto el aspecto original, tal cual era cuando aquel niño correteaba por sus calles de tierra sin sospechar que se convertiría en una leyenda. Aquel niño que tal vez tuvo algo de premonitorio cuando apenas alcanzaba unos cuantos palmos y ya alardeaba de tener poderes sobrenaturales: cuentan, incluso, que era capaz de leerle la mano a las vecinas.
Muchos son hoy los curiosos que se acercan para descubrir cómo fue el marco que forjó la personalidad de Bob Marley. Y es que su casa natal, donde afirmó repetidas veces que encontraba la paz, la inspiración y ese sosiego inocente que sólo dan las raíces, es un vivo reflejo de algunas de sus canciones más famosas. Su tejado de chapa aparece en I wanna love you (we'll be together with a roof over our heads: estaremos juntos con el tejado sobre nuestras cabezas), junto con la cama pequeña de su habitación (we'll share the shelter of my single bed:compartiremos el refugio de mi cama pequeña), que conserva su cabecero metálico y su colcha de flores.
Una habitación que, junto con el modesto salón, conforman las únicas estancias de esta casa que fue declarada Monumento Nacional por el gobierno jamaicano. Afuera se mantiene lo que sería la cocina abierta al cielo, con aquella hornacina de piedra donde su madre cocinaba sin gas. Esta imagen humilde le inspiró el tema No woman no cry.
También en el patio, con exuberantes vistas a las montañas, se encuentra la famosa piedra (stone pillow), pintada con los colores rasta: rojo, amarillo y verde. Cuentan que allí Marley se tumbaba bajo las estrellas en las cálidas noches de su juventud y trataba de invocar a sus musas después, claro, de haber fumado sus hierbas. Así lo cuenta en Talkin' Blues: cold ground was my bed last night / and rock was my pillow, too (la fría tierra fue mi cama anoche / y la roca fue también mi almohada).
Pero el mayor atractivo de esta casa, aquel que buscan los fans que acuden a Nine Mile, es el mausoleo de estilo etíope donde está enterrado el que fuera, más que un icono del rastafarismo, un profeta de los desheredados. Allí, junto a la tumba de su madre, yace su cuerpo inerte, embalsamado y de pie, con un letrero que reza "Elevado para seguir soñando" y acompañado de su guitarra, una biblia, un balón de fútbol... y algunas hojas de marihuana. No falta el museo con sus fotos, sus discos de platino y todo la mercadotecnia que envuelve a esta figura inolvidable que solo en este lugar halló lo más valioso de su vida: la sencillez del mundo rural, el respeto a la naturaleza y el espíritu de comunidad de su pueblo.
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