25 ideas para disfrutar de Estambul

La Capital Cultural Europea en 2010 ya se prepara para este gran evento, así que no hay que demorar el viaje a esta ciudad espléndida habitada por muchos mundos y situada entre dos continentes.

25 ideas para disfrutar de Estambul
25 ideas para disfrutar de Estambul

Se llamó también Lygos y la Nueva Roma y en algún momento de su historia fue conocida como la Mansión del Califato, la Sublime Puerta o la Puerta de la Felicidad. Es una ciudad única, una megalopólis de más de 15 millones de habitantes a caballo entre Oriente y Occidente, bordeada por tres mares y animada por el eco de todas las civilizaciones que se asomaron al Mar Negro y al Mediterráneo. Ahora, ha comenzado a prepararse para ser la capital cultural de Europa en 2010. El programa se organizará en torno a la relación de la ciudad con los cuatro elementos que en la antigüedad clásica configuraban el mundo. Las murallas, Topkapi y Santa Sofía ya han comenzado a vestirse de gala. Avanzan las obras para inaugurar una nueva sala de conciertos, una nueva biblioteca municipal, un centro de arte joven y diseño y nuevos museos o ampliaciones entre los que destacará el dedicado al arquitecto Mimar Sinán. Pero no hay que esperar al 2010 para visitar esta ciudad, que funde como pocas tradiciones de siglos con ideas de este milenio; donde es posible hallar tiendas de Dior, Gucci o Vuitton junto a un bazar de 500 años o escuchar el sonido de la música electrónica mezclado en el aire con la voz del muecín. Estas 25 pistas pretenden invitar al viaje por la ciudad de todas las ciudades: Estambul.

1. Navegar por el Bósforo. Tome un barco que recorra la arteria más importante de Estambul: el canal que separa Asia de Europa, el Mar de Mármara del Mar Negro. Y no tenga prisa. Hacia el norte, disfrute de las vistas a la fortaleza de Rumeli, desde la que Mehmet II ultimó el asalto a Constantinopla, en 1453; de los palacios de verano de los sultanes y de las yalis, las lujosas casas otomanas de madera. Hacia el sur, no podrá distraerse: será atrapado por la contemplación de las mezquitas y las colinas, los minaretes y las cúpulas de color ceniza, el ajetreo de los puertos y el tráfico de barcos en el Mármara, el Cuerno de Oro y el propio Bósforo; el mar, siempre el mar. Comprenderá por qué tantos poetas, durante tantos siglos, han dicho de Estambul que era la ciudad más bella de la Tierra.

2. Aprender en Santa Sofía. Fue el templo más hermoso de la Cristiandad. Se decía que un ángel había mostrado sus planos a Justiniano, quien, cuando vio la basílica construida, creyó haber superado en magnitud y belleza al primer templo de Jerusalén y exclamó: "Salomón, te he vencido". Sus arquitectos fueron los griegos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto. Los últimos ladrillos de la cúpula pesaban doce veces menos de lo habitual y llevaban una oración en latín: "Dios la ha fundado, Dios la protegerá". La cúpula original se hundió, pero fue de nuevo levantada y la iglesia mantuvo su grandeza hasta la caída de Constantinopla. Llegó a alojar numerosas reliquias, como varios restos de la Vera Cruz. Está rodeada por cuatro minaretes. En 1935, durante el gobierno de Kemal Atatürk, fue restaurada y convertida en museo.

3. Admirar la mayor de las mezquitas. En 1616, el sultán Ahmet I ordenó a su arquitecto Mehmet Aga levantar la mayor de las mezquitas de Estambul en los terrenos donde una vez se elevó el palacio de los emperadores bizantinos. Impresionante por su cascada de cúpulas plomizas y sus seis elegantes minaretes, debe su nombre más famoso, el de "mezquita azul", al color de los llamativos azulejos que cubren la parte baja de su decoración interior. No es un museo, como Santa Sofía, sino un lugar de culto.

4. Descubrir la obra del "Miguel Ángel" turco. El cuarto sultán de Estambul, Solimán El Magnífico, decidió convertir Constantinopla en la capital del imperio. Para ello, contó con la ayuda de un genio de la arquitectura: Mimar Sinán, el Miguel Ángel otomano. Sinán maneja como un mago la relación de la piedra con la luz y como un matemático la conjunción de los círculos con los polígonos regulares. Además de la mezquita de Solimán, la Süleymaniye Camii, Sinán dejó en Estambul varias obras maestras, entre otras las mezquitas de Rüstem Pasa, Mehmet Pasa y Semsi Ahmet Pasa, al borde mismo del mar.

5. Entrar en el harén del sultán. El Palacio de Topkapi fue la residencia de los sultanes durante más de cuatro siglos. Ahora es un museo que expone fabulosas joyas de diamantes y esmeraldas, entre otros tesoros, y permite el acceso al "harén", área del palacio cerrada a los ojos de los hombres ("harén" significa "prohibido"), donde vivían los eunucos y todas las mujeres de la corte del sultán.

6. Contemplar los regalos de los césares. Del hipódromo donde se celebraban las victorias de los emperadores sólo quedan restos de su emplazamiento, frente a la Mezquita Azul, y tres importantes regalos: un obelisco egipcio, de 3.500 años de antigüedad, emplazado en la ciudad por Teodosio I; una columna serpentina que celebraba la victoria griega en Platea y se encontraba en Delfos, hasta que la trasladó Constantino I; y una columna de piedra, que lleva el nombre de Constantino VII.

7. Tomar café frente al Cuerno de Oro. Junto con el té y el raki (una especie de licor de anís), el café es la bebida más popular desde el siglo XVI. Un magnífico rincón para disfrutar de esta bebida, al estilo turco, es el Café Pierre Loti, en el Cuerno de Oro. A un lado del café baja una senda hasta el barrio cercano de Eyüp, donde se puede visitar la mezquita más requerida de la ciudad para celebrar la circuncisión.

8. Buscar la huella sefardí. En Estambul vive una de las comunidades judías de origen sefardí, español, más numerosas y activas del mundo, desde que el sultán Bayaceto II acogiera a los judíos expulsados de España. El periódico semanal Shalom incorpora, una vez al mes, un suplemento llamado Amaneser escrito en el habla directamente derivada del español del siglo XVI: el judeoespañol o ladino. El barrio de Beyoglu, junto a la Torre de Gálata, es el que más signos posee de la vida tradicional de la comunidad judía de la ciudad.

9. Ir de tapas en Ortakoy. El puerto de Ortakoy, con su elegante mezquita neoclásica, rebosa restaurantes y bares especializados en pescado fresco, mejillones rellenos de arroz, calamares a la brasa, tortas rellenas de espinacas, queso y huevo, rosquillas de pan con sésamo, cerveza y vino. Las tapas son excelentes y hay quien opina que nacieron aquí: junto al mar, en una cocina de origen nómada.

10. Beber "çay" como Agatha Christie. La compañía del Orient Express creó una red de hoteles de lujo para sus distinguidos clientes. Entre ellos estaba el Pera Palas, el preferido por Agatha Christie. Merece la pena perderse por sus salones para evocar a la hora del té ("çay" en turco) los viejos tiempos de los grandes viajeros.

11. Vivir la liga junto a palacio. El Palacio de Dolmabahçe, que sustituyó como residencia imperial al de Topkapi, eleva junto al mar su imponente fachada y su interior de grandes salones, lámparas venecianas, relojes barrocos y mobiliario afrancesado. El palacio se encuentra en el barrio de Besiktas, que acoge el estadio de fútbol donde juega uno de los grandes de la orilla europea; su gran rival, el Fenerbaçhe, tiene el estadio en la orilla asiática.

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