Redescubriendo Ibiza, una escapada por los imprescindibles de la isla balear

Música, fiesta, cultura, naturaleza… y mucho, mucho más. Pocas islas ofrecen tantas posibilidades y tantos contrastes como Ibiza, tanto de día como de noche, hasta el punto de que bien podemos decir que hay una Ibiza para cada uno de nosotros. Así que ahora te toca descubrir la tuya.

Una costa de aguas turquesas

Si eres de playa, en la mayor de las Pitiusas otoño no llega hasta bien entrado noviembre. Pasado el ajetreo de julio y agosto, la isla recupera su sonido de agua mecida por las suaves brisas del mediterráneo, que convierte a sus arenales y calas salvajes en paraísos donde disfrutar bajo el sol, nadando en sus aguas cristalinas o navegando entre arrecifes.

Ibiza cuenta con más de 50 calas. Te enamorarán seguro Cala Salada y su vecina, cala Saladeta. Ambas surgen de acogedores entrantes que forman dos calas de arenas doradas frente al mar turquesa. Para ir de una a otra hay un cómodo camino, pero te recomendamos que sí vas con calzado cómodo sigas el sendero que escala a través de las rocas para obtener perspectivas únicas del Mediterráneo.

Otra cala preciosa es la de Conta, que se une al Racó d’en Xic. Durante el verano, ambas suelen estar muy concurridas, así que a partir de septiembre podrás disfrutar de su extraordinaria belleza con vistas a varios islotes. Otras playas que bien merecen una visita son Cala Vadella, Cala Bassa, Cala Molí y Cala Xarraca, especialmente si queremos practicar submarinismo o esnórquel.

Además de por tierra, Ibiza es ideal para vislumbrarla desde el mar. Alquilando una barca, con o sin patrón, o un velero podrás acceder a calas de difícil acceso, nadar dentro de cuevas y rodear islotes. Otras opciones idóneas son contratar una excursión guiada en canoa en el puerto de Santa Eulària para visitar la reserva marina de la isla de Tagomago, una zona de gran riqueza acuática, y recorrer la costa norte de la isla durante todo un día, regresando con la puesta del sol, desde el puerto de Sant Antoni de Portmany, en la embarcación tradicional ibicenca, el llaüt, una barca de madera y vela latina que mide entre 4 y 7 metros de eslora.

Senderismo por la sierra

En el norte de la Isla se encuentra Es Amunts, una sierra de colinas boscosas, viñas y acantilados de vértigo. Aquí los amantes del senderismo, a todos los niveles, podrán descubrir el rico paisaje mediterráneo de interior. Son numerosos los caminos que recorren bosques de sabinas, encinas y pinos desde los que podremos ir divisando panorámicas maravillosas de las islas de Sa Conillera y Ses Bledes.

Otras rutas para disfrutar del paisaje de Ibiza son la que va de Portinatx al faro de Moscater, que suele tomar unas 3 horas, y la que bordea el acantilado de las Torres d’en Lluc, un poco más corta y con vistas a la cala Aubarca.

Si viajamos con niños, una salida sencilla en la zona es el descenso a la cala Aubarca, en la localidad de Sant Mateu d’Aubarca. Se tardan solo 20 minutos en un descenso empinado pero sin dificultades y por donde está prohibido circular hasta llegar a un puente natural con vistas a la inmensidad del mar.

Pueblos de gran encanto

Viajando por el interior de la isla podremos también vislumbrar la arquitectura tradicional ibicenca, con pequeños pueblos teñidos de blanco. Entre campos de viñas y almendros se encuentran Santa Agnès, Sant Mateu, Sant Agustí des Vedrà y Sant Joan de Labritja, con establecimientos que parecen haberse detenido en el tiempo y donde podremos comprar miel elaborada en la isla y embutidos, y en los que la vida transcurre en pequeñas plazas en las que podemos sentarnos a tomar un vino autóctono o atrevernos a probar el licor tradicional de la isla con fuerte sabor a hierbas.

Ibiza fue poblada por diversas civilizaciones que dejaron su impronta. Tanto es así que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por su riqueza monumental, entre la que destaca el yacimiento fenicio de Sa Caleta, la necrópolis de Puig des Molins, o el centro histórico de su capital, Dalt Vila.

Atardeceres, cenas a pie de playa y mucha fiesta

Y quién no sabe que la noche de Ibiza es también popular en todo el mundo. No sólo por su infinidad de clubes y discotecas de renombre donde acuden los mejores productores y Dj del mundo hasta casi entrado el invierno, sino también por las numerosas actividades que se desarrollan cuando se pone el sol, desde afterworks en los beach clubs a conciertos improvisados junto a la arena en la zona del puerto. 

Para quienes quieran disfrutar de una velada más tranquila con vistas a la puesta de sol, lo mejor es cenar en los restaurantes en las calas Ses Salines y Es Cavallet, rodeadas de pinos y dunas y en un entorno natural declarado protegido por su gran valor ecológico. Platos típicos entre los que no pueden faltar el arroz de matanzas; el bullit de peix, un arroz guisado con caldo de pescado; el sofrito payés, con butifarra y sobrasada… Y, si nos queda espacio, postres como el flaó, pastel de queso con hierbas.

Ibiza es un auténtico paraíso de contrastes. Ahora la Revista VIAJAR te lleva a conocerla gracias a Club VIAJAR, una escapada idónea para todos los viajeros que busquen la tranquilidad de la naturaleza y la diversión de la noche.