Viajar sola por el mundo tras toda una vida trabajando: esta es la aventura de Sania Jelic
“Los mayores de 60 años siguen en activo y siguen siendo útiles en la sociedad.” Es la realidad que reivindica esta viajera intrépida con sus aventuras por el mundo.
Viajar sola. Tras la jubilación. Destino: América Latina, África, Asia y Polinesia. Con una maleta de cabina y una mochila. Reivindicando que viajar nunca es una cuestión de edad, sino de ilusión, de coraje. Esta es la carta de presentación de Sania Jelic. Tras haber dedicado toda su carrera profesional al mundo de la gestión, tecnología y promoción de viajes desde varias empresas, incluida la dirección de la Oficina de Turismo de Croacia en España, Sania es un ejemplo de que nuevas e interesantes etapas siempre están por llegar.
“Cuando me jubilé, yo estaba superfeliz, pero de repente noté como un vacío. Y fui consciente del enorme estigma que hay con la gente mayor y hacia hacerse mayor en general”, explica. Este es el germen de su proyecto Silver Sania, con que el que, canas arriba, quiere promover los viajes de adultos mayores y el envejecimiento positivo y activo. “Somos personas activas, pero no se nos reconoce en la sociedad. Por eso estoy ahí como Pepito Grillo.”
Y para ayudar a cambiar esa percepción de la sociedad sobre las personas mayores, especialmente sobre las mujeres independientes, Sania echó a andar y se embarcó en un viaje por América Latina en noviembre de 2022. Han sido algo más de cinco meses en los que ha caminado entre la niebla de la Ciudad Perdida de Santa Marta (Colombia), ha sobrevolado Mendoza (Argentina) en parapente, ha descubierto historias impactantes en la región minera de Potosí (Bolivia), se ha dado un baño en la laguna Cejar del Salar de Atacama (Chile)... Y ha cumplido su sueño de danzar entre tiburones en las islas Galápagos.
La sabiduría es uno de los activos con los que hay que contar a la hora de lanzarse a recorrer mundo y de ella tiró Sania: “Hay ciertas cosas que hay que hacerlas antes de cumplir cierta edad. Como quería bucear con los tiburones en Galápagos sí o sí, el buceo es una actividad relativamente exigente a nivel físico, con lo cual tenía claro que tenía que empezar por América Latina. Si quería bucear, más vale hacerlo con 66 años que esperar a tener 68. Esa fue la razón por la que elegí América Latina como primer destino. Y aproveché para ver regiones que no había visto, como la Patagonia. Y ya seguí por Bolivia…”.
Bailando entre tiburones
“Llevo haciendo buceo más de 20 años. Hago trekking de toda la vida. Siempre he sido activa físicamente, en ningún deporte concreto, pero he hecho de todo: pilates, taichí, yoga, danza de todo tipo, canoa, escalada, rápel, rafting, kayak…”, explica Sania, para quien una buena condición física es importante a la hora de viajar. “Hay gente que se entrena durante meses; no es mi caso, pero hay gente que lo hace.”
Entre sus consejos antes de partir: “Hacerse un chequeo médico, ir al dentista, comprobar las vacunas...”. Y “prepararse emocionalmente para aceptar el miedo y para lo inesperado”. Sin olvidar contratar un seguro de viaje, decidir con quién se va a compartir la ubicación real y “prepararse para todo tipo de comentarios cuando le digas a tu familia que te vas: desde ‘no te vayas’, ‘estás loca’, hasta ‘llévame contigo en tu maleta”. Una maleta que se reducía a una de tamaño cabina y una mochila, porque Sania sabe que es clave viajar ligero: “Cualquier cosa que te quieras llevar, deja la mitad en casa”.
Lo que nunca deja en casa es su capacidad de fascinación durante el viaje, como “en el trayecto en ferry entre Puerto Natales y Puerto Montt [Chile] con Navimag. Es una travesía de tres o cuatro días. Es bellísimo”. Otros de esos lugares fascinantes nos llevan a su Croacia natal, de la que se marchó hace 33 años para recalar en España y acabar nacionalizándose. Sania recomienda “las islas y los parques naturales” croatas y, si es posible, visitarlos en un mes que no sea agosto.
Bautismo del cruce del Ecuador
Los próximos viajes de Sania la llevarán a África, Asia y Polinesia. “La fauna en África es impresionante. Hay muchos proyectos interesantes de preservación de fauna, de colaboración con voluntarios de elefantes en Namibia o de rinocerontes en Tanzania, de guepardo en Sudáfrica, de vida marina (delfines) en Mozambique. Voy a elegir varios proyectos de voluntariado y también de proyectos sociales”, nos revela. En cuanto a Asia: “Me gustaría ver los orangutanes en Borneo. Estuve en Japón una vez muy poquito tiempo y me quedé con ganas de pasar una temporada allí. Es una cultura diferente y me gustaría entenderla un poquito mejor. Y para Polinesia, a ver cómo me lo monto, eso tiene que ser con barco sí o sí”.
Fue precisamente en barco el primer viaje que Sania recuerda. Estaba destinada a surcar los mares: “Iba con mi madre embarazadísima de Nápoles a Buenos Aires. Yo estaba sola por el barco, era como la mascota”. Hasta que el momento inolvidable del viaje llegó: “Cuando cruzamos el Ecuador, me hicieron el bautizo del cruce del Ecuador: me untaron de chocolate, me pusieron plumas y tuve que esperar a que se secara. ¡Y mi madre en el camarote!”. ¿Disuadió esta curiosa ceremonia a Sania de viajar? Más bien lo contrario: “Lo disfruté, lo disfruté mucho todo”.
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