El truco del imperdible: apréndetelo para tu próximo viaje
Formas de secar tu ropa cuando viajas con un truco definitivo para amantes del senderismo.
A quién no le pasa que se pega un último baño, poco antes del check out del hotel, y tiene que irse con el bañador o la toalla mojada. Y va haciendo aspavientos con ella en la mano para intentar secarla en tiempo récord. Más o menos funciona esta forma exprés de secado, pero lo malo es que te ocupa las manos irremediablemente, y uno, cuando viaja, precisa tener ambas manos libres para comerse ese sándwich, sacar la cartera, el pasaporte, saludar al vecino que no volverás a ver o pagar unas monedas en el autobús.
El truco del imperdible
Imagínate que estás haciendo el camino de Santiago, imagínate que has tenido esa idea, porque, digamos, no se te ocurrían unas vacaciones mejores, o porque es tanto el nivel de hartazgo con el mundo que ponerte a caminar solo durante días parece un buen plan. Sea cual sea tu motivación, allí estás, despertando en un hospedaje de alguna pedanía del norte de Palencia. Ya has desayunado y preparado tu macuto, pero, claro, la toalla que has usado para la ducha sigue mojada. Si la metes en la mochila apestará tu ropa, si la abandonas (algo siempre valorable), esa noche no tendrás con qué secarte, así que te dispones a atarla a tu mochila. Error. El nudo no se secará y dejará un olor tenaz a la toalla y a la mochila, la solución es este truco del imperdible: con uno o dos imperdibles puedes recrear una especie de tendedero en tu propia mochila. Uno a cada lado y la toalla quedará perfectamente extendida a lo ancho de tu mochila, y colgará ligera y fresca para secarse al viento. Además, te dará un look de superhéroe muy adecuado para la hazaña peregrina a la que te estás enfrentando.
Los más prevenidos
Los más avispados y cautos no requerirán de argucias con imperdibles. En el sitio adecuado, donde haya corrientes de aire o pegue un poquito el sol, una toalla bien extendida no tardará mucho en secarse. Y a veces es mejor alargar un poco el café y seguir charlando con otros peregrinos atormentados como tú que echarse a los caminos con cosas mojadas. Viajar tiene mil gracias y algunas penalidades. Para mí, sin duda, la ropa mojada es una de las grandes archienemigas de cualquier salida fuera de mi casa.
Otro remedio, extremo, sería meter lo húmedo en una bolsa y olvidarse de ello hasta que regreses a tu casa y puedas meterlo en la lavadora y recuperar el brío de esa toalla. En fin, formas hay muchas, ¿cuál es la tuya?
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