El primer viaje turístico de la historia llevó a 500 personas en tren desde Leicester a Loughborough, una localidad situada a tan solo 17 kilómetros y medio. Los primeros turistas, todos afines a la causa antialcohólica de Cook, pagaron un chelín cada uno por la excursión, de la que retornaron en el día. Cook reveló que tuvo la idea de organizar el viaje mientras paseaba por Leicester y pensaba cómo podía hacer por llevar gente a la manifestación y contribuir así a tan elevada causa.

Cuatro años después, Thomas Cook organizó un viaje de Leicester a Liverpool y al año siguiente llevó a 350 vecinos de Leicester de excursión por Escocia, ya sin que mediara el propósito de participar en “rallys” de la liga baptista antialcohólica.
En 1851, la empresa de Cook, Thomas Cook & Son, organizó el viaje de 150.000 personas a la Gran Exposición de Londres y cuatro años más tarde inició los primeros “tours” por Bélgica, Alemania y Francia, con motivo de la Exposición Universal de París. En 1994, la ciudad de Leicester erigió una estatua a Thomas Cook a las afueras de la estación de tren de Leicester, por iniciativa del tataranieto del padre del turismo.