El pueblo medieval más bonito del mundo está lleno de casitas de piedra entre verdes colinas
Descubre uno de los pueblos más encantadores del mundo, donde el tiempo parece haberse detenido en la Edad Media.
Un pueblo medieval es un lugar encantado, hechizado, repleto de rincones donde casi pueden palparse las batallas más antiguas, los romances más furtivos o las enfermedades más traicioneras. Es un lugar de cuento, donde las casas se mantienen casi intactas desde hace cientos de años, hechas en piedra y siempre rodeadas de un hermoso campo que lo convierte en un lugar mucho más atractivo.
Para Europa, la época medieval es un momento clave en su historia. Entre los siglos V y X se sucedieron algunos de los acontecimientos más relevantes del continente, desde la desintegración de algunos grandes imperios hasta las más grandes conquistas. Se puede decir que Europa se terminó de forjar durante el Medievo, momento en el que surgieron modos de pensar y de hacer comunes en gran parte del territorio.
De ahí que haya muchos pueblos de la época que encuentren tantas similitudes entre sí -siendo a la vez tan diferentes-. Como ocurre con casi cualquier catedral europea de aquella época. Todos guardan en su haber joyas inimaginables de tiempos pasados que se entremezclan con los presentes y constituyen pueblos verdaderamente bonitos. Es difícil seleccionar uno, pues ya solo en España contamos con cientos de pueblos medievales preciosos.
El pueblo medieval más bonito del mundo está en Inglaterra
Desde la revista VIAJAR hemos querido destacar uno que bien podría ser el pueblo medieval más bonito del mundo: Castle Combe, en Inglaterra. Ubicado en plena campiña, concretamente en el condado de Wiltshire, esta pequeña villa de unos 350 habitantes destaca por ser considerada la más bonita de todo el país. Aquellos paisajes ofrecen al viajero una experiencia única en un lugar por el que parece que no pasa el tiempo.
Lejos de cualquier resquicio de la vida moderna, Castle Combe aparece mágicamente entre suaves colinas que evocan un paisaje de cuento de hadas. A lo largo de la calle principal se erigen las pequeñas casas de piedra que hacen las veces de alojamiento. En aquellas que funcionan como hospedería se puede intuir la hospitalidad y amabilidad de los vecinos, que suelen dejar regalos a los huéspedes como mermeladas caseras.
En primavera, las colinas se alzan con un color verde casi fluorescente, mientras que al llegar el invierno se cubre entero de nieve para ofrecer una postal de lo más navideña. Pocas calles más conforman Castle Combe y tampoco se puede hacer mucho más que patearlas, pero es suficiente para disfrutar de este maravilloso destino que todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida.
Lo que no debes perderte en Castle Combe
Aun así, hay lugares que no deberías perderte en una escapada a la villa, como el pub local The White Hart, que lleva en pie desde el siglo XIV, casi el mismo tiempo que el propio pueblo. Además, escondido en una de las preciosas casitas se encuentra el restaurante Bybrook, en el lujoso hotel Manor House y que ostenta una estrella Michelin, ofreciendo un lugar excepcional para disfrutar de la gastronomía de la zona.
La iglesia medieval de San Andrés, el Market Cross o la tradicional sala de té The Old Rectory Tea Room son otros puntos de interés de Castle Combe; así como la mítica cabina de teléfono roja que, aunque ha desaparecido en muchos lugares del país, aquí se mentiene intacta. Otro símbolo más del compromiso de los habitantes con la tradición y la historia de su precioso y diminuto pueblo en los Costwolds.
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