Dharamsala, la residencia en el exilio del Dalai Lama a los pies del Himalaya
Desde hace más de 60 años, la residencia oficial del Dalai Lama está a los pies de la parte india del Himalaya.
Más de 600 años atrás, el budismo tibetano creó un cargo de carácter vitalicio y con una importancia sagrada que aún hoy sigue intacto. Los budistas lo consideran la reencarnación de Bodhisattva, el Buda de la Compasión, cuyo deber es mantener la paz por todo el mundo en la figura humana del Dalai Lama, también llamado Yeshe Norbu ('gema cumplidora de deseos') o Kundun ('la presencia') por los tibetanos. Normalmente mantiene su residencia en el palacio del Potala, en la ciudad de Lhasa, desde el siglo VII, pero el actual se vio obligado a exiliarse en 1959, después de 19 años en el poder.
Tenzin Gyatsois (Lhamo Dondhup de nacimiento) es la decimocuarta manifestación de este Buda, hallado en 1938. Tan solo tenía tres años cuando las autoridades tibetanas descubrieron que sería el sucesor del ya fallecido Thubten Gyatso. Según la tradición, Su Santidad emana el espíritu con su último suspiro y este se reencarna en un niño muy pequeño o aún por nacer, el llamado Tulku. Otros lamas se encargan de buscarlo con la ayuda de oráculos y algunas señales místicas, haciendo a varios niños pasar por unas pruebas en las que deben reconocer objetos que pertenecieron al Dalai Lama en la vida pasada.
El exilio que le condujo a India
La muerte del decimotercero llegó de manera inesperada: se encontraba indispuesto y un médium le suministró unas medicinas que empeoraron su estado, conduciéndolo a la muerte. Creían que cuando una persona muere en martes o domingo, alguna enfermedad caería sobre su familia, pero, al no tener, se esperaba que la maldición recayera sobre todo el pueblo tibetano. Así fue. En la década de 1950, Tenzin Gyatsois asume el poder político precipitadamente antes de la mayoría de edad, con 15 años, como consecuencia de la invasión china del Tíbet. Aquello fue lo que le obligó a establecer su residencia en el exilio en Dharamsala, una localidad en la parte india del Himalaya.
Allí, en la conocida como Pequeña Lhasa, se estableció la constitución democrática del gobierno tibetano en el exilio, basada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En este lugar se pretende conservar la cultura con la que la revolución china arrasó, sirviendo de refugio para más de 130.000 personas que tuvieron que huir de su hogar. Durante todo ese tiempo trató de encontrar, sin éxito, una solución pacífica para el conflicto. Sin embargo, en 2011 renunció a todos los cargos políticos, conservando, eso sí, el liderazgo espiritual y religioso, que no ha estado exento de polémica en los últimos años.
La sede del Dalai Lama
La espiritualidad budista profiere a cada rincón una tranquilidad insólita, que solo se ve modificada por la actividad administrativa y turística. Dharamsala se divide en dos áreas, la inferior donde se hallan las oficinas gubernamentales, hospitales, áreas comerciales, escuelas y jardines de té; y la superior, McLeod Ganj, donde está la sede del gobierno. Se encuentra a 1.770 metros de altitud, en un valle repleto de pinos que sobresalen entre los nevados picos del Himalaya. Los monasterios son múltiples, como Namgyal o Tsuglagkhang, además del Instituto Tibetano de Artes Escénicas o la cascada de Bhagsunag.
También es un centro multicultural, donde tienen cabida todas las nacionalidades a excepción de la china. De hecho, múltiples tiendas cuelgan de sus escaparates un cartel que reza "no vendemos productos made in China". La gastronomía del lugar, con el mismo carácter multicultural, es otro de los grandes atractivos para los visitantes. La presencia y relevancia del Dalai Lama es clave allí. Queda reflejado en el momento más álgido, cuando Su Santidad regresa de alguna de sus giras y se le recibe con túnicas de amarillo azafrán y granate, coloreando la ciudad para dar la más cálida bienvenida al líder.
Este magnífico oasis se ubica en el estado de Himachal Pradesh, un entorno espectacular de enormes picos nevados y hermosos valles fluviales, donde los deportes de aventuras son los protagonistas, aunque también puede explorarse a pie, sin necesidad de ser un gran aventurero. Pueblos de cuento hacen equilibrios sobre las laderas de las extensas cordilleras montañosas. El remoto hogar del Dalai Lama se ha transformado en un Tibet en mitad de India, donde solo faltan las auténticas raíces de los refugiados que se vieron obligado a huir de su verdadero hogar.
¿Qué ha sido de Potala?
El palacio más alto del mundo, que cuenta con 1.300 años de antigüedad, quedó vacío tras la invasión del gobierno chino y el posterior exilio del Dalai Lama. En 1959 lo convirtieron en museo y lo mantuvieron como una Meca del budismo. Miles de peregrinos lo visitan cada año, con el objetivo de presentar sus respetos y en busca de bendiciones. El gran edificio que se amplió para darle una mejor residencia de invierno a Su Santidad se divide en dos partes, el Palacio Rojo -sección religiosa- y el Blanco -área administrativa-. Cada otoño se aplica una mano de pintura hecha de miel, leche y azúcar.
Cuenta con más de 1.000 habitaciones, 10.000 pergaminos, 698 murales y miles de estatuas recubiertas de joyas. En el complejo se hallan tumbas de ocho Dalai Lamas, entre pasillos iluminados de lámparas de mantequilla y vigiladas por monjes vigilantes en cada rincón. Desde 1994 es Patrimonio de la Humanidad, al que se añadieron las ampliaciones de los templos de Jokhang, el más sagrado del Tibet, y de Norbulingka, la antigua residencia estival sagrada. Para los budistas tibetanos supone un símbolo cultural y espiritual que se sigue tratando de recuperar, aunque es poco probable de que el decimocuarto Dalai Lama vuelva a pisarlo. Quizá en su próxima reencarnación.
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