Andrés Rubio, autor de ‘España fea’: “En nuestro país hay una conspiración contra el paisaje”

Hablamos con el periodista tras la publicación de su demoledor estudio: cuenta, a las claras, la manera en que los españoles estamos degradando nuestro entorno desde hace décadas

España Fea
España Fea / Luis Meyer

¿Por qué la palabra “paisaje” no aparece en la Constitución? ¿Por qué en 1967 había catalogados más de mil “pueblos bonitos” en nuestro país y ahora no quedan ni cien? Estas dos preguntas, entre otras, son las que plantea España fea (Editorial Debate), un estudio brillante sobre los desmanes urbanísticos patrios de este siglo y el anterior. Pero esta obra es, ante todo, un acto de valentía: nadie antes se había atrevido a ponernos a los españoles, tan a las bravas, ante un espejo al que normalmente solo miramos de soslayo.

El periodista Andrés Rubio expone un minucioso análisis que le ha llevado más de tres años y con el que se resarce de la etapa en la que dirigió el suplemento El Viajero de El País, dos décadas en las que hizo justo lo contrario: ensalzar esa España bella que, según advierte, ya empieza a escasear.

Empecemos llevando la contraria a su libro: dígame qué le gusta de España.

Es un país absolutamente único. Tiene climatologías muy diferentes, montañas, llanuras, vida salvaje, mucho territorio vacío que puede ser una de las grandes reservas naturales de Europa. Es un país inmensamente rico y variado.

Según su libro, por lo visto no valoramos tanto eso, porque nos estamos cargando el paisaje.

Sí, porque no hay un plan estratégico a nivel de Estado. Y nadie se está ocupando, desde el pensamiento, en tomar todos esos elementos de un puzle muy variado y ensamblarlos para que España vuelva a tener ese esplendor que una vez tuvo.

España fea

Algarrobico

/ Pedro Armestre / Greenpeace

¿Y eso cómo se hace?

Apostando por la arquitectura popular española, que es absolutamente fascinante, pero queda muy poca ya; por los territorios costeros que se han salvado, por los Parques Nacionales… Este es un país muy especial, porque todas sus regiones son especiales, desde Canarias hasta Galicia. Lamentablemente, no ha habido la inteligencia necesaria para detener esa turbina del “capitalismo brutalmente neoliberalizador” (como diría el geógrafo David Harvey) y evitar que el proceso lo devastara todo.

¿Es un mal generalizado en toda Europa, o solo parte de nuestra idiosincrasia?

Tenemos un ejemplo muy cercano al que mirar: Francia. Y por desgracia, no hemos imitado su modelo. Un modelo regulado donde las altas instituciones del Estado ejercen un poder articulador.

¿Y cómo es nuestro modelo?

Hemos imitado el de Estados Unidos, y por eso ha sido un fracaso total. Es un modelo desregulado, dominado por los intereses empresariales, que no tiene en cuenta el bien común sino el interés individual, que rompe principios del Derecho Romano, como la utilitas publica: la utilidad pública por encima de todo. Si añadimos otros dos principios, la recordatio, que es la memoria colectiva, y el decor urbis, que es el decoro urbano, solo con esos tres elementos, ya podríamos configurar el territorio de otra manera. Lamentablemente, en España estos conceptos se han marginado.

España fea

Ourense: ermita plateresca San Cosme y San Damián "aplastada" por un bloque de edificios

/ Iria Cortizo

¿Cuántas personas le han insultado ya por poner las palabras "España" y "fea" en la misma frase?

El título funciona, porque todo el mundo ve una parte de realidad en él. Todo el que cruza España se da cuenta de que el territorio ha sido malbaratado, de que no se ha cuidado, de que muchas costas están destruidas, lo mismo respecto a los pueblos, de los que se salvan muy pocos. Las periferias de las ciudades, en concreto los ensanches recientes, no se han hecho desde el pensamiento arquitectónico, sino desde la mera especulación. Y yo creo que eso es algo hoy sabe todo el mundo.

Sí, pero una cosa es saberlo, y otra que te suelten que España es fea así, sin anestesia.

Es un título rotundo, sí, pero no por ello sorprende, si somos honestos. Hubo un debate sobre el título, si debía ser “La España fea”, pero eso implica que hay una España bonita.

¿Y no la hay?

Sí, pero el objetivo de mi libro es poner en evidencia la miseria moral y cultural que hay detrás del deterioro del territorio.

Hay una parte del libro que se refiere a “la infraarquitectura obviada por políticos, historiadores, intelectuales, medios…”. Es cierto que el mensaje generalizado tiende siempre a ensalzar la belleza de nuestro país, obviando ese feísmo que también está ahí, y es evidente.

Ese mensaje del que hablas está sobreactuado. Los aparatos de propaganda del Estado, y los medios de comunicación, y en especial las administraciones de las Comunidades Autónomas tratan de vendernos esa idea de la España bonita, de la Marca España, con eslóganes como “Murcia qué hermosa eres”, etcétera. Y es una manera de ocultar una conspiración contra el paisaje, que lo afea todo. Especialmente por el desarrollo económico del ladrillo, que se ha hecho de cualquier manera. Se ha configurado el territorio sin contar con los pensadores de las ciudades, y eso es una idea determinante en el libro.

¿Quiénes son los pensadores de las ciudades?

Sobre todo, los arquitectos. Han sido apartados del no debate (porque el debate en realidad ni existe) y ellos, que deberían estar en la primera línea de la política, y tener un papel fundamental a la hora de configurar el territorio, han sido marginados por completo. En Francia, por ejemplo, existe un cuerpo de arquitectos y urbanistas del Estado compuesto por unas 450 personas.

España fea

Un elegante edificio de la calle José María de Escuza, número 4, de Bilbao, a punto de ser demolido

 

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Ya que hablamos de Francia: ellos tienen un órgano público que se llama el Conservatorio del Litoral. En España, los gobernantes buscan la manera de acercar el ladrillo aún mas al mar.

Vamos en sentido contrario, entre otras cosas, porque nuestra Constitución concedió las competencias de urbanismo a las Comunidades Autónomas. Y esa atomización ha sido un proceso muy negativo que debería ser sometido a un debate público muy profundo, porque ha sido un estrepitoso fracaso. En Francia, sin embargo, el Estado tiene unas instituciones y un cuerpo jurídico muy preciso que subrayan todo el rato la utilidad pública, el bien común y el hecho de que el paisaje forma parte de la memoria de los franceses, configura su identidad y les hace sentir más país. En este sentido, la Marca Francia sí es real.

¿La Marca España no lo es?

No puede serlo si estamos destruyendo los paisajes, porque destruimos la identidad de esa marca.

Somos uno de los países con más kilómetros de costa de Europa. ¿Por qué no tenemos nuestro Conservatorio del Litoral?

Porque no habría funcionado con nuestra lógica económica. El de Francia está compuesto por altos funcionarios que se dedican a comprar terrenos en la costa para protegerlos ecológicamente. Lo creó el presidente conservador Valéry Giscard d'Estaing, y cuando le preguntaron qué pensaba hacer con esos terrenos, respondió: “Naturalmente, nada”.

¿Cuándo oiremos una frase así de alguno de nuestros gobernantes?

En nuestro país impera la especulación inmobiliaria que lleva detrás la codicia, y eso nos lleva de nuevo a esa falta de integridad de la política en España, sobre todo desde que las competencias en urbanismo se entregaron a las Comunidades Autónomas. Y estamos llenos de normativas que se infringen sistemáticamente: la nacional, las de las comunidades autónomas y las de los ayuntamientos. Estamos en un macrocosmos de corrupción y de codicia que se ha cebado especialmente en el territorio que, recordemos, es de todos. O dicho otro modo: para el beneficio de unos pocos, se ha destruido aquello que es de todos.

España fea

Una de las 450 villas marineras destruidas en San Sebastián

/ Áncora

¿Y dónde queda la responsabilidad ciudadana? Muchas veces no nos levantamos contra esas macroconstrucciones porque generan empleo.

Sí, y por eso hemos dejado que los gobernantes hagan y deshagan a placer. Felipe González tuvo tres mayorías absolutas, pudo perfectamente haber elaborado un plan de ordenación del territorio al estilo francés, pero perdió una oportunidad de oro. Y cuando José María Aznar llegó al poder, una de las primeras cosas que hizo fue decretar que casi todo el suelo fuera urbanizable. Ya hemos visto las consecuencias.

¿Leeremos algún día un libro que lleve por título ‘España bonita’?

España podrá volver a ser un país bello si se toman medidas muy ambiciosas. Hay arquitectos y arquitectas que ya están pidiendo un Ministerio de la Deconstrucción. Abogan por no construir obra nueva, sino rehabilitar, demoler y reciclar. Con operaciones concretas de “acupuntura”, con planes estratégicos, con comisiones de calidad y también comisiones de belleza, con un Conservatorio del Litoral y, sobre todo, si los pensadores de la ciudad y los arquitectos toman las riendas, se pueden empezar a hacer las cosas bien.

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