Tren de reyes: el Camino de Santiago a bordo del "Al Andalus"

Realizar el Camino de Santiago a bordo del tren Al Andalus es una mezcla entre pasado y presente que regala al viajero lo más selecto del paisaje, la cultura, el arte, la religión, la gastronomía y los caldos. Los viajeros de este tren, creado para los reyes ingleses, recorren un espiritual Camino de Santiago desde León hasta A Coruña, a cuerpo de rey.

Tren
Tren / Irene González

Uno de los trenes más lujosos del mundo, el Al Andalus, visita los más hermosos y exclusivos lugares jacobeos. La magia de León, Astorga, Castrillo de los Polvazares, Monforte de Lemos, Doade, Amandi, Santo Estevo de Rivas de Sil, Ourense, Santiago de Compostela, O Grove, Cambados, Vigo y A Coruña, envuelto todo en un ambiente de la belle époque. Los coches de este tren se fabricaron con ricos y nobles materiales a principios de 1900 para los desplazamientos de reyes y pasajeros de alta alcurnia. Hoy, junto a su atenta tripulación de quince personas, hacen del Al Andalus una joya única.

De romanos y maragatos, el camino empieza en León

La estación de León reluce con el Al Andalus en sus vías, donde la primera toma de contacto con el magnífico convoy hace intuir que será el Camino de Santiago más deslumbrante que se haya podido soñar. Su tripulación es muy atenta y durante seis días el ritmo del viaje es exquisito, todo un deleite para los sentidos. El Camino de Santiago empieza en León, y antes de que el Al Andalus comience su andadura, hay que perderse por su calle Ancha, el antiguo trazado de la Legión VII, para llegar a la Catedral, del siglo XIII, dedicada a Santa María de Regla y que posee una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del mundo. Hay que callejear por el barrio Húmedo y llegar a la Plaza Mayor disfrutando del tapeo, y por el barrio romántico hasta la Real Colegiata de San Isidro. Y no hay que perderse el Convento de San Marcos, la Casa de los Botines, el puente de los Leones y las murallas.

Ya en el tren, tras la bienvenida a bordo se dirige hacia la estación de Astorga. Desde allí, a bordo de un confortable autobús se visita Castrillo de los Polvazares, uno de los pueblos más bonitos de la maragatería. Construido en piedra, lleva a gala ser Conjunto Histórico Artístico. Castrillo ofrece además el mejor cocido maragato, y degustarlo en Casa Maruja es un lujo. La casa de Maruja ha sido centro de reunión de presidentes de Gobierno, políticos, periodistas, empresarios... y solo se come por encargo si se es cercano al entorno de la leonesa o de sus conocidos. Para ella, sus cocidos maragatos, más que un negocio, son un estilo de vida. De vuelta a Astorga, antes de subir al tren se impone una dulce visita por el rico legado medieval, cruce de caminos del Camino de Santiago y la Vía de la Plata. Astorga nació como campamento militar romano y fue muy próspera por sus minas de oro. Dentro de sus murallas hay conventos, iglesias y hospitales de la más pura tradición jacobea. Entre su rico patrimonio histórico artístico destaca la Catedral de Santa María, el Palacio Episcopal del modernista Gaudí, el Ayuntamiento, la Ergástula romana y, cómo no, sus famosos chocolates y ricas mantecadas. Tras las delicias astorganas, cena en el tren de camino a Ponferrada, donde hace noche.

Hacia el interior, un paseo por la Roboira sacrata

Se desayuna a bordo mientras el tren entra en Lugo y llega a Monforte de Lemos, singular ejemplo de ciudad-fortaleza feudal, alrededor de un monasterio, con su castillo situado sobre el estratégico Monte de San Vicente, y rodeado por un recinto amurallado salpicado de torres defensivas. La familia Lemos, emparentada con los Alba, ha dado nombre a esta villa medieval donde no hay que perderse el Monasterio de San Vicente Do Pino, la Torre del Homenaje y el Palacio Condal de los Lemos. De Monforte se va a la pequeña localidad lucense de Doade para visitar la impresionante viticultura heroica, dispuesta en bancales de pizarra que sujetan la tierra de las pendientes superiores al 45 por ciento, y que conservan el calor de la vid por la noche. De esta herencia romana, cultivada a mano en su totalidad, ha quedado la deliciosa uva mecía para elaborar los tintos, y la godella para los blancos. Observar el cultivo desde las alturas es impresionante, pero contemplarla circulando entre los cañones del río Sil es un espectáculo magnífico. Dejando atrás el cañón del Sil se llega Santo Estevo de Rivas, donde el paisaje de robles confirma que su Ribeira Sacra proviene de Roboira Sacrata,Roble Sagrado, el árbol sagrado de los celtas. A través de bosques de robles, castaños, abedules y lauros, aparece el Monasterio Santo Estevo de Rivas de Sil, magnífico con sus tres claustros: el de los caballeros, el de Viveiro y el de los obispos. Aquí los monjes llevaban una vida de oración y trabajo. Tras su torno de las limosnas estaba la despensa, desde donde ofrecían alimentos a los mendigos, y la botica, donde elaboraban fármacos y ungüentos. Cuando en el XIX los monjes abandonaron la abadía tras la desamortización de Mendizábal, pasó a ser un colegio nacional donde niños y niñas estudiaban por separado. La Iglesia de Santo Estevo es uno de los más bellos ejemplos del románico gallego. De vuelta al tren, un delicioso paseo y cena a bordo hasta Ourense para descansar en su estación.

Ourense, la ciudad del agua

Ourense es una caja de sorpresas. Su casco antiguo combina un patrimonio exuberante con callejuelas casi medievales y termas como As Burgas, hasta donde llegaban los peregrinos para descansar y curar sus llagas y venerar al Santo Cristo de la Catedral. Bajando por la calle Desengaño se encuentra la fuente termal, utilizada por los orensanos por sus propiedades curativas. Impresiona su caudal de 300 litros por minuto a una temperatura de 67 ºC. A escasos metros, los ciudadanos disfrutan con naturalidad de la piscina termal ubicada en plena calle. Más arriba está el área arqueológica romana y su centro de interpretación. La Plaza Mayor con sus pequeños soportales casi traslada al medioevo. Cerca, la Iglesia Santa María la Mayor, y unos metros más arriba, la impresionante Catedral Basílica de San Martín, de románico tardío y con un bellísimo Pórtico del Paraíso. Ourense tiene innumerables y hermosas iglesias, capillas, santuarios, señoriales edificios civiles y uno de los puentes romanos más interesantes. No se puede abandonar Ourense sin disfrutar de las termas a orillas del Miño. Cruzando el puente están ubicadas las de Outariz, Chavasqueira y Muiño, donde disfrutar de un circuito Celta o uno Zen, sensacional para la vista y los sentidos en este exclusivo Camino de Santiago.

Santiago: Indescriptible

Con las aguas termales aun acariciando la piel, un relajante trayecto y almuerzo a bordo, el viajero del Al Andalus llega a la deseada Santiago de Compostela, epicentro de peregrinos. La Plaza del Obradoiro es de las más bellas y cautivadoras del mundo. La Catedral, con su imponente fachada, el Pazo de Raxoi, el Colegio de San Xerome, y el Hostal de los Reyes Católicos, el actual Parador, acogen el bullicio de gaitas, visitantes, peregrinos... todos fascinados por la plaza. Detrás de la Catedral, la pequeña plaza de las Platerías es un punto de encuentro de compostelanos y visitantes, y la de Quintana de Mortos recoge la esencia de Santiago. Pasear por Santiago de Compostela es descubrir historia y sentimiento en cada rincón, es música y recogimiento. La cena de los peregrinos del Al Andalus tiene lugar en el Parador, que sirve los mejores productos de la tierra.

Peregrinar hasta la ría

Mientras se desayuna a bordo, el tren se dirige hacia Vilagarcía de Arousa, desde donde en autobús se llega a O Grove para embarcar en uno de los muchos barcos que cruzan la ría a través de un inmenso huerto de bateas, donde se cultiva mejillón, ostra y vieiras. El barco atraca en Cambados, villa marinera y vinícola, la tierra de los caldos, donde están las mejores bodegas de albariño. El señorial Pazo de Fefiñans abre sus puertas para los viajeros del Al Andalus, y el exclusivo restaurante Yayo Daporta despliega su increíble cocina de vanguardia con la mejor materia prima gallega. De vuelta al tren, la ría acaricia desde las ventanillas hasta llegar a Vigo, uno de los mejores puertos de Europa. En el Casco Vello, imprescindible visitar el mercado de A Pedra, donde se sirven excelentes ostras, además de la Praza da Constitución y la Concatedral de Santa María. Y de nuevo hacia el tren para cenar y descansar.

A Coruña, la ciudad de de cristal

Este singular Camino de Santiago en tren llega finalmente hasta A Coruña,la ciudad de cristal construida en una península que mira a las rías altas. Impactan sus cristaleras, sus edificios y su sabor marinero. Un paseo por su caso antiguo lleva hacia la Plaza de María Pita, la Colegiata de Santa María, la Iglesia de Santiago y la de San Jorge. Y algo más alejados, su paseo marítimo de once kilómetros de extensión, hacia la Torre de Hércules. Cuenta la leyenda que Hércules persiguió al gigante Gerión hasta el Atlántico, y después de tres días y noches de lucha lo venció. En el lugar de la lucha mandó construir un poblado, y la primera persona que hasta allí se acercó fue una mujer que se llamaba Coruña.La Torre de Hércules es el único faro romano que sigue funcionando como tal. Desde A Coruña, este tren de reyes regresa a León, aunque sus viajeros y peregrinos desearían seguir el camino.

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