Delicias de Lyon

Lyon lleva todo el año de aniversario por el segundo centenario del nacimiento del guiñol, que tuvo aquí su cuna, igual que es también la cuna del cine, gracias a los hermanos Lumière, y de la gastronomía francesa, hoy ya legendaria en todo el mundo. El año 2008 ha sido emblemático para Lyon, ciudad de la que, junto a otras localidades y comarcas próximas en la región de Rhône Alpes, como Grenoble, Vienne o La Drôme, bañadas por las aguas del Ródano, el Saona y el Isère, han salido los mejores cocineros de Francia, como Paul Bocuse, Jean Paul Lacombe, los hermanos Bertrand, Henri Heriroux o Nicolás Le Bec.

Delicias de Lyon
Delicias de Lyon

Lyon, asentada en el corazón del valle del Ródano, arropada por dos colinas, la Fourvière y la Croix Rousse, aliviada por dos ríos confluyentes, el Ródano y el Saona, y salvada por los dos puentes del Mulatière, es "la ciudad del agua": lo prueban sus 70 fuentes, entre las que destacan la de la Plaza de los Terreaux, con la impresionante de Bartholdi (autor de la Estatua de la Libertad), inaugurada en el año 1889; la de los Jacobinos, la de la Plaza Antoine Vollon o la del Mariscal Lyautey. La catedral de San Juan Bautista, la basílica de Notre Dame, la iglesia Saint Nizier y el moderno mercado de Les Halles, dedicado al cocinero Paul Bocuse, compiten en espectacularidad en esta urbe regada por el Ródano. Pero lo que más agrada al viajero es el casco viejo, que en 1962 salvó de la piqueta inmobiliaria el ministro y novelista André Malraux, gracias a una ley que marcó un hito en Francia.

La Plaza de Terreaux señalaba el límite de la ciudad y aquí estaba ubicado hasta el siglo XVI el mercado de los cerdos. Sobre este recinto se levantó el actual Ayuntamiento y la estatua ecuestre de Enrique IV ("mi reino por un caballo"), que sustituyó a la de Luis XIV. Los cuatro caballos de la fuente de Bartholdi, pagada por los libreros de Lyon, representan los cuatro ríos más importantes de Francia (el Sena, el Ródano, el Garona y el Loira). Los añejos cafés del Vieux Lyon, así como las bellas casas del siglo XV, bien conservadas y a las que hay que acceder por pasadizos, merecen por sí solas una estancia tranquila. La Plaza Bellecourt, un magnífico patio mandado construir por Luis XIV, revela el antiguo esplendor de esta urbe, abierta al mundo gracias al Ródano y al Saona, que infundieron a Lyon un eficaz tráfico comercial y turístico. Por el Ródano se organizan cruceros hasta Marsella y por el Saona hasta Borgoña. La basílica de Notre Dame (Lyon es cuna del cristianismo en Francia), de finales del XIX, se levanta espléndida sobre las ruinas del Foro Romano.

Lyon es la cuna del guiñol, que nació en 1808, hace justo 200 años, de la mano de los tejedores de la seda, que popularizaron "la cocina del guignol". Los primeros talleres de la seda aparecen en Lyon en 1536 por decisión del rey Francisco I de Francia. Las familias ricas de la seda contrataban criadas para que cocinaran en la casa donde recibían a sus clientes, los cuales después firmaban los contratos de ventas. La fama de estas cocineras atraía a muchos clientes, que contrataban la compra de los productos tras sus deliciosas comidas. En el siglo XIX las criadas se liberaron: decidieron montar sus restaurantes y fueron conocidas como "las madres de Lyon". Fueron también las que inspiraron la cocina de Bocuse, que encarga sus quesos en La Mère Richard del mercado de Les Halles, un mercado de diseño levantado por vez primera en 1859 y reconstruido en 1971. En 2007 se le añadió la denominación Paul Bocuse.

Lyon es una ciudad para recorrer a pie: admirar la fuente de la Plaza de los Jacobinos, sentir la presencia de los mercaderes, impresores y libreros del siglo XVI por la hoy llamada rue Merciere. Aquí pervive desde 1896, haciendo esquina con la rue Monnaie, el Bistrot de Lyon, el más antiguo de la ciudad, y cuyo chef es el popular Jean Paul Lacombe. Este casco viejo desparrama terrazas, restaurantes y pasadizos con casas de los siglos XV, XVI y XVII maravillosamente conservadas. Las rues Merciere, Tupin, Brest, Edward Herriot y Republique son una fiesta para el viajero curioso que quiera volver con la mirada a la época medieval, aunque gran parte de su arquitectura y calles fueron restauradas en el siglo XIX. Una vez realizado el primer paseo, hay que calmar sensaciones en acogedoras tabernas como el Café des Federations, famosa por sus tapas y platos de cerdo. Muchas de estas tabernas conservan el nombre de bouchons, lugares antiguos de descanso (con cuadras y paja para los caballos) devenidos en tabernas desde hace dos siglos gracias a una curiosa tradición que sólo han sabido salvar los ciudadanos de Lyon.

El legendario chef Paul Bocuse suena en cada una de las tiendas del mercado de Les Halles. La cocina en Lyon se elabora esencialmente a base de cerdo (bouchon). Son populares sus tapas de chicharrones o sus ensaladas de morro y lentejas frías con patatas. Sus platos más conocidos son las salchichas calientes con vino, la quenelle (una empanada de huevos con leche y manzanilla), las tripas de cerdo al vino con cebollas fritas, o la andovillete (una suerte de croquetas con mostaza). Sin olvidar el delantal o el tablieu du sapeur, que se presentan como unos cuadraditos de carne frita. Abandonar Lyon sin comer al menos una vez en Le Bec no sería de recibo. El restaurante de Nicolás Le Bec, ubicado en una de las avenidas más céntricas de Lyon, está especializado en una cocina tradicional. En una de sus últimas entrevistas confiesa que quiere ser "el sucesor de Paul Bocuse". Le Bec es el símbolo de una nueva generación de cocineros en Lyon. Y de hecho es, con sus treinta y pocos años, el más famoso de todos ellos. Para que el almuerzo o la cena sean como un premio, no estaría de más pasear a orillas del Ródano en un Velo''v, bicicletas de alquiler diseminadas a lo largo de la ciudad por el diseñador urbano J. L. Declaux.

No sólo Lyon lleva todo el año de aniversario en la región de Rhône-Alpes. Grenoble también ha conmemorado el 40 aniversario de los Juegos Olímpicos de Invierno, que tuvieron lugar en 1968, año histórico para Francia. Grenoble está rodeada por las montañas Belledonne, Vercors y Chartreuse, que forman un collar a su alrededor, y es bañada por los ríos Drac e Isère. Es una ciudad de mucha actividad industrial y electrónica. Fue lugar clave de la ruta napoleónica al volver a París desde la Isla de Santa Elena, y aquí dieron comienzo los primeros pasos para la Revolución Francesa. Desde 1934, su viejo teleférico lleva al viajero hasta el espectacular mirador fortificado de La Bastille, desde el que se divisa toda la ciudad, sus puentes y el río Ródano, que acaricia a todas las ciudades del entorno. El centro histórico de Grenoble, sobre todo el barrio de Notre Dame y la Plaza de Saint André, tienen mucho encanto. Uno de sus restaurantes, el Fantin Latour, y su chef, Stephane Froidevaux, son de los más conocidos en la región. Esta brasserie se levanta junto a la Plaza de Verdun. Si el viajero quiere tomar un café en la segunda taberna más antigua de Francia (después del Procope de París), debe acercarse a La Table Ronde (1739), que está ubicada en una esquina de la Plaza de San Andrés, junto a la Colegiata del mismo nombre, del siglo XIII, construida con ladrillos amarillos, como casi todos los edificios religiosos y nobiliarios de Grenoble entre los siglos XIII y XV. Los aficionados a la cerveza encontrarán en la Brasserie Artesanal de Dauphiné el punto ideal. El nombre de estas cervezas no puede ser más novelesco: Mandrin, que fue un famoso ladrón de la zona. Esta pequeña fábrica de cervezas, abierta en 2002, ha recuperado una tradición antiquísima para su elaboración. De las seis clases comercializadas, la de nuez es la que tiene mayor éxito (la bière aux noix). Dicen en la región que parte del éxito se debe al agua de los grifos de Grenoble, que la puede beber un bebé, de lo limpia y pura que sale.

Siguiendo hacia beaumont monteux, cerca de Tain-l''Hermitage, el viajero puede conocer los vinos de La Drôme, visitando el Domaine de Clairmonts, y disfrutar del macizo del Vercors, donde el invierno atrae a los deportistas de la nieve y el verano a los senderistas. Una de sus bodegas, la Cava de Clairmonts, ha hecho famosos desde hace unas décadas a los vinos Hermitage, los más importantes del valle del Ródano. Los bodegueros del Domaine de Clairmonts se vanaglorian de la calidad de sus barricas, que cambian cada seis años, traídas de las tonelerías de Nievres, al norte de Francia, y de los bosques centenarios de Burdeos y Limoges.

Muy cerca, en Chateaneauf-sur-Isere, las Cavas de Vineon, que ya existían 120 años antes de Cristo, conservan la estructura de la época romana. Aquí se elabora el vino más famoso (y caro) de la denominación Hermitage: La Chapelle, propiedad de la familia Jaboulet, que mantiene los viñedos del Dominio de Thalabert.

Penetrados de la época romana se llega a Vienne, una pequeña ciudad (regada también por el Ródano) que conserva espectaculares vestigios romanos y que llama la atención por la existencia de carriles para mamás con niños. Desde las colinas de Pipet se divisa perfectamente el Pilat, la Puerta Nueva de Santa Columba y el Museo Arqueológico de Saint Romanien-Gal, además del río; también el viejo castillo de La Bâtie, que fue sede del arzobispo de la ciudad, y las laderas de La Gère, donde se ubicaban en el siglo XIX unas fábricas textiles.

La bella catedral de San Mauricio necesitó cuatro siglos (del XII al XVI) para su construcción total, con siete columnas románicas y cuatro góticas y varios altares con pinturas del siglo XIV. Se aprecia desde las colinas también la Torre de los Valois, del siglo XIV. En lo más alto del mirador se levanta la Chapelle de La Sallete, una inmensa basílica mariana de 1870, donde resalta la estatua de la Virgen, de piedra volcánica. Lo primero que destaca a la vista del mirador es el anfiteatro romano, donde en julio se celebra un festival de jazz.

En la otra orilla del río está la abadía benedictina de Saint André Le Bas, la Torre del Campanil, el colegio jesuita de Saint André Le Haut y el Ayuntamiento. Pero su monumento más emblemático es el templo romano de Augusto, Livia y Roma, que se levanta majestuoso en la Plaza Charles de Gaulle. En el siglo V fue iglesia cristiana y desde la Revolución Francesa museo arqueológico y biblioteca pública. La torre redonda del reloj que mira al templo es del siglo XVI. Si el viajero recala para almorzar en La Pyramide, en este periplo por Lyon y sus alrededores, el placer de la estancia ya será completo.

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