Los cinco cafés históricos más bonitos de Europa

Elegantes, bohemios y con esa atmósfera de tiempos pasados, han sido escenario de acaloradas tertulias y testigos silenciosos de romances.

Café en invierno
Café en invierno / invizbk

En el corazón del Barrio Latino, es el café literario más antiguo del mundo, que data de 1689. Por eso visitarlo es revivir la nostalgia de los tiempos de la Ilustración, cuyos autores, entre sus paredes, dejaron escritos numerosos extractos. También fue un café íntimamente ligado a l’Encyclopédie, con ilustres asiduos como Voltaire y Rousseau. Y sus mesas, incluso, vieron fraguarse las ideas revolucionarias de Danton, Robespierre y Marat. Nada hay como sentarse hoy al calor de una taza humeante para sentir la ebullición de historia, cultura y pensamiento que atesora este lugar mágico que conserva reliquias como el sombrero de tres picos de Napoleón.

Cafe Procope en Paris

Cafe Procope en Paris

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La capital austriaca es, más que ninguna otra, exponente de algunos de estos locales con más solera del Viejo Continente. Tanto, que los míticos cafés vieneses son Patrimonio de la Humanidad porque trascienden a su función para erigirse en centros de la vida social y exponentes la cultura. El Central es burgués y melancólico, elegante y de estilo neorrenacentista. Un rincón en el que, tiempo atrás, un médico llamado Freud jugaba entre sus muros al ajedrez, mientras tramaba aquella teoría de la sexualidad que revolucionó el pensamiento moderno. También era el lugar al que acudía a tomar té otro joven ruso, aún desconocido, que ejercía como periodista en la ciudad bajo el pseudónimo de Trotski.

Orgulloso de su ubicación privilegiada, a la vera del Moldava y frente al Teatro Nacional, en el rincón que mejor condensa la historia de Praga. Pero sobre todo, orgulloso de aparecer retratado en las obras de autores checos de la talla de Kafka o Rainer María Rilke. También este café de aura sombría se jacta de condensar la melancolía que en su día alimentó a los disidentes, incluso al malogrado Václav Havel en tiempos de la Revolución de Terciopelo. Hoy, más tranquilo, ofrece además de café ricos menús de temporada, regados con buenos vinos, a todos aquellos que se acerquen a revivir glorias pasadas.

Cafe Central, Viena

Café Central (Viena).

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La capital italiana esconde esta joya, muy próxima a la Plaza de España, donde sólo atravesar su umbral supone experimentar un auténtico viaje en el tiempo. Porque la atmósfera que se respira en este inolvidable café remite a épocas en las que se gestaron apasionantes novelas o en las que, al calor de una tertulia, se truncó para siempre el curso de la historia. Wagner, Listz, Bizet, Stendhal, Lord Byron y los grandes pensadores de los últimos doscientos años se cuentan entre los habituales históricos de este lugar, junto con un joven Goethe que recalaba por la ciudad en el marco del Grand Tour. Hoy conserva sus más de trescientas obras de arte entre espejos, mesas de mármol, butacas de terciopelo y camareros con esmoquin.

No podemos dejar de incluir en esta lista al más legendario de nuestros cafés, toda una institución cultural y un símbolo de los avatares de España. Nos referimos al Gijón, cita de la intelectualidad, cuyas anécdotas e historias han inspirado novelas y ensayos. Ninguno como él recoge el eco de aquel Madrid bohemio, el espíritu de aquellas tertulias literarias en las que, envueltos en humo, alcanzaban la madrugada Lorca, Dalí y Buñuel, entre otras muchas figuras ilustres que han trazado la leyenda del lugar. Porque la lista de poetas, artistas y pensadores es infinita desde su apertura en 1888, y con un nuevo impulso, tras la Guerra Civil.

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