7 desfiladeros sólo para audaces

Los desfiladeros, los parajes más impactantes de nuestra orografía, son todo un regalo de la naturaleza. Solo aptos para los más intrépidos, recorremos 7 de los más de 50 de los que goza nuestro país.

Congost de Mont-rebei
Congost de Mont-rebei / Byelikova_Oksana

Estas aberturas, angostas y alargadas, formadas por la erosión fluvial antigua, forman los parajes más impactantes de nuestra orografía. A lo largo de nuestro paisaje se han formado las más bellas hendeduras que jamás pudiste imaginar. Desde la más larga de Europa, hasta la más impresionante y angosta, recorremos 7 desfiladeros solo aptos para valientes. Esta forma menor de relieve, pasos estrechos de tipo garganta de las regiones montañosas, muestran desde las alturas la fuerza de la naturaleza y vistas únicas que solo desde sus elevaciones se pueden saborear. A veces falta el aliento, pero la recompensa merece la pena. Algunos son emblemáticos y conocidos, pero otros están por descubrir. Estos pasos siempre discurren por rutas increíbles, con unas vistas espectaculares, y con tesoros extraordinarios.

España cuenta con más de medio centenar de espectaculares desfiladeros, gargantas, hoces y cañones. Son, sin duda, una propuesta muy atractiva para disfrutar de fantásticos paisajes y relieves. Todos son bellos e impactantes, aunque algunos solo son aptos para intrépidos. Desde la espectacular Faja de las Flores de Ordesa, en el Pirineo oscense, donde superar tramos verticales de roca asegurados con clavijas y escalones de hierro, hasta la asequible y asombrosa. Ruta del Cares, las propuestas son infinitas. Como la mallorquina península de Alcudia, que propone ascensiones sencillas, poco frecuentadas, y muy emocionantes. En ella se asciende a la Penya Roja, desde el santuario de la Victoria a través de un camino protegido por pasamanos que se asoma al precipicio. O los Cahorros, en las entrañas de la granadina Sierra Nevada.

Todo un lujo a pocos minutos del centro de Granada, donde el río Monachil ha horadado una estrecha garganta que se puede recorrer por una emocionante ruta, y un puente colgante de 63 metros. Sin olvidar la orensana pasarela del río Mao. El último trecho del Mao, afluente del Sil, es trepidante, porque desciende más de 600 metros de desnivel en pocos kilómetros. Una pasarela de madera, suspendida a mitad de la ladera, acompaña desde las alturas, tan vibrante discurrir hasta su desembocadura. Todo un paisaje de auténticos monumentos naturales, para recorrer sin prisa en primavera. Prepárate para quedarte sin respiración en una experiencia única.

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