Geranios. Claveles. Girasoles. Verduras y frutas made in Madrid. Antigüedades. Ropa de segunda mano. Recortables (sí, todavía existen). Artículos de coleccionista y hasta un Chewbacca. Recorremos los mercadillos alternativos de Madrid. Espacios donde perderse para encontrar lo que andábamos buscando.
Por Yolanda Guirado
Redacción Viajar
Hace siglos, los ropavejeros vendían ropa vieja y usada. Hoy, en uno de los barrios más castizos de Madrid, cada domingo nos espera desde primera hora. Es el mercado con más solera de la ciudad. El rastro. Cachivaches, antigüedades, películas de todos los géneros, juguetes antiguos, trajes de flamenca, ropa y gangas de todo tipo. Adentrarse en el Rastro supone un viaje a nuestra niñez.
Aquellos años olvidados vuelven a la memoria ante los puestos de la calle Ribera de Curtidores o la plaza de Cascorro. Hasta las 3 de la tarde, podemos recorrer este barrio que se llena de vida los domingos. (Y nos devuelve una parte de nuestra historia). Por algo es Patrimonio Cultural del pueblo de Madrid.
Redacción Viajar
El último fin de semana de abril, como cada mes, el Mercado de Productores abre al público. ¡Y ya van 46 ediciones! Un paseo por el río a media mañana hasta llegar a Matadero. La plaza se llena de productos “made in Madrid”. Patatas, legumbres, quesos, hortalizas o frutas. Calidad y sabor en todos los rincones de este mercado.
En los puestos, un centenar de pequeños productores que trabajan la agricultura local. Aquí sabemos lo que compramos, quien lo produce y dónde. Ponemos cara al producto. Y eso nos lleva a descubrir los sabores y los olores de las verduras y hortalizas de antaño a muy buen precio. Y encima, los niños lo pasan genial en los talleres. Un must entre los mercados.
Redacción Viajar
Tirso se llena de geranios, rosas, cactus, claveles y girasoles. Estamos en la plaza de Tirso de Molina. A diario, los puestos se llenan de colores. Amarillos, verdes de diferentes tonalidades, malvas, rojos o blancos. La gama es inimaginable. Cestas, ramos, o simplemente una flor. Para decorar nuestra casa. O nuestra vida.
A diario, esta zona de Madrid se llena de gente. Viandantes, que salen a pasear. Vecinos que se acercan a por una flor. Simplemente porque sí. Y porque cualquier ocasión es especial. De lunes a domingo, de 9.30 de la mañana a 9 de la noche, los ocho puestos permanecen abiertos. Pétalos, tallos y raíces que llegan de Holanda. Tus favoritas o las mías, pero siempre flores de temporada.
Redacción Viajar
Siempre merece la pena darse una vuelta por los (muy) contados puestos de la Plaza del 2 de Mayo. A tan solos unos metros de la estatua de Daoíz y Velarde, varios vendedores contestan a todas nuestras preguntas. (Que son tal vez demasiadas). Artículos de coleccionista y cine, discos de épocas pasadas (otro tributo a la nostalgia), artesanía y artilugios de segunda mano a precios en su mayoría bastante asequibles.
Hoy compramos un muñeco Chewbacca. (Todo un lujo para los fans de la saga Star Wars.) Este mercadillo poco conocido nos espera los jueves, viernes y sábados. Tras una vuelta por aquí, una de las terrazas de la plaza nos espera para tomar el aperitivo. Planazo Malasañero.
Redacción Viajar
Un mercadillo para los amantes de los trenes, raíles o estaciones. Entramos en el mercadillo de modelismo ferroviario. ¿Dónde? En el Museo del Ferrocarril. El entorno es mágico. Los puestos también. Siempre el primer domingo del mes de 10 de la mañana a 2 de la tarde. Aquí y allí, artículos de coleccionista. A lo largo de los andenes.
Una de sus joyas es la sala de modelismo. (La colección permanente del museo podemos visitarla cualquier día. Aquí se compra, se vende y se intercambian piezas exclusivas. Es muy habitual encontrar padres y abuelos que llevan a sus nietos por primera vez. Un buen espacio para enamorarse de por vida de los artículos de colección. (Y un día antes, el primer sábado del mes, mismo sitio y misma hora: mercado de juguetes antiguos)