Misterios de la Sierra de Francia


La Alberca
Fue el primer pueblo en crear una normativa para mantener la arquitectura serrana en sus casas, que se han conservado como eran en origen. Su casco urbano, de trazado mudéjar, se desarrolla en torno a la Iglesia de la Asunción. Sus estrechas callejuelas, empedradas en granito, atesoran un sensacional patrimonio tradicional. Su plaza Mayor, cuadrada y con soportales, guarda un bello crucero.

Las Batuecas
En este valle casi secreto, y protegido por escarpadas montañas, se esconde un bello bosque mediterráneo. Aquí, en las cuevas y abrigos del cañón, se hallaron valiosas pinturas rupestres del Neolítico. Y en lo más profundo del valle se alza el monasterio Desierto de San José que, de humilde arquitectura, fue el retiro en los que se aislaban los monjes. Desde él, se accede a la cascada de El Chorro.

Miranda del Castañar
Miranda derrocha encanto, incluso antes de llegar a ella, porque está rodeado por frondosos castaños. A los pies del río Francia, en sus laberínticas calles medievales, se alzan casonas con escudos de piedra, y misteriosos pasadizos. Su plaza de toros cuadrada presume de ser una de las más antiguas del mundo, y su castillo es un privilegiado observatorio sobre la villa.

Sequeros
En las faldas del cerro Halcón, y asomada a la sierra de Francia desde el mirador de la Cruz, se alza Sequeros, una pequeña población de algo más de 200 habitantes. Sorprende su Torre del Concejo, los humilladeros y sobre todo, el teatro León Felipe, legado de la clase burguesa del XVIII. Sequeros tiene bellas plazas porticadas y una interesante iglesia a las afueras.

San Martin del Castañar
San Martín, situado en un promontorio, tiene un gran encanto, y desde luego es una de las villas más cuidadas de la sierra de Francia. Sus casas, con corredores y entramados de madera, representan de maravilla la arquitectura popular. Pasear por sus calles y por su entorno, donde se alza el puente romano, los restos de una calzada y la ermita del Humilladero, es una delicia.