Diez pueblos para disfrutar del otoño
La nostalgia fluye en esta época del año en la que los paisajes cambian su aspecto habitual y se visten de color. Rojo, amarillo y ocres pintan bosques y valles, montañas y márgenes de ríos que bañan municipios cuya belleza de pronto alcanza todo su esplendor. Hemos recorrido España para encontrar los pueblos y enclaves más evocadores, lugares mágicos donde aguardar la llegada de aires más fríos. Aún queda tiempo para una escapada de otoño antes de la llegada de las nieves.
Capileira, Granada
Todo el mundo espera a que caiga la noche para celebrar la fiesta de la Mauraca, que a comienzos de noviembre reúne a los vecinos en las plazas del Calvario y Hondera para degustar castañas asadas. El otoño en las Alpujarras es un estallido de aromas y colores que cambian el aspecto habitual del barranco de Poqueira, al que se asoma, desde lo más alto, Capileira, en el Parque Nacional de Sierra Nevada. Lo mejor aquí es pasear sin rumbo por sus calles, sinuosas y en cuesta, que terminan siempre en fantásticos miradores, esos terraos desde los que se contemplan las cumbres del Mulhacén y el Veleta. Un lugar para perderse, como los bohemios en los 70. Más información en: capileira.es
Hervás, Cáceres
Los tonos ocres propios del otoño le sientan muy bien al valle del Ambroz, cuyos pueblos celebran durante el mes de noviembre la llegada de esta estación con un completo programa de actividades culturales. Rodeada de castañares, su capital protege con mimo dos grandes joyas: una de las juderías mejor conservadas de España y la que ostenta el título de calle más angosta de España, la travesía del Moral. Sus edificios de granito, adobe y madera dotan a Hervás de una belleza especial, a lo que también contribuye la iglesia de Santa María, en sus tiempos bastión templario, desde la que se disfruta de una magnífica panorámica del valle y de la sierra de Béjar. Más información en: turismodehervas.com
Calatañazor, Soria
Si hasta aquí hemos llegado es porque en sus inmediaciones se extiende uno de los bosques de sabinas, reliquias del Terciario, mejor conservados de todo el planeta, con ejemplares de más de dos mil años y 14 metros de altura. De sabina es, precisamente, la madera, mezclada con piedra, adobe o ladrillo, con la que están construidas las casas de esta localidad de la Tierra del Burgo en la que, según la tradición, Almanzor perdió su objeto más preciado, el tambor. Encaramado a una roca que domina la vega del río Abión, la villa cuenta con dos templos románicos y un castillo en ruinas a cuyos pies se extiende el conocido como Valle de la Sangre. Más información en: sorianitelaimaginas.com
La Alberca, Salamanca
El primer pueblo de España declarado Monumento Histórico Nacional es también el que mejor ha sabido conservar tradiciones, arquitectura y fiestas en toda la sierra de Francia. El casco antiguo es un laberinto de calles estrechas con casas de piedra y madera, balcones corridos y aleros que apenas dejan pasar la luz del día. Su centro neurálgico es la Plaza Mayor, y el monumento principal, la iglesia de la Asunción. En otoño es tiempo de magostos, de asar castañas al amor de la lumbre de suelo. El momento perfecto para visitar los alrededores y contemplar las vistas sobre el campo charro y el valle de Las Batuecas desde el santuario de la Virgen de la Peña. Más información en: laguardia-alava.com
Miravet, Tarragona
Sobre un acantilado los árabes decidieron fundar el pueblo de Miravet, con un castillo en lo alto convertido en fortaleza-monasterio por los templarios. Hasta él se accede por un camino que nace en el Cap de la Vila, el casco viejo, un entramado de casas que trepan por la montaña y se asoman al río. No es uno cualquiera: es el Ebro. Para cruzarlo hay que subirse a un antiquísimo paso de barca, un transbordador fluvial que funciona como hace siglos, aprovechando solo la fuerza del agua. Pero no hay que irse tan pronto. Antes habrá que buscar el mirador de la Sanaqueta para admirar el meandro del Tamarigar y comprar cerámica en la Raval dels Canterers. Más información en: turismemiravet.cat
Laguardia, Alava
Paz para los que llegan, salud para los que habitan, felicidad para los que marchan. Hay que buscar estas palabras en una de las puertas de las murallas que dan paso al casco antiguo de la capital de La Rioja Alavesa, que domina la comarca desde lo alto de un cerro, con extensos viñedos, intensamente rojos ahora, como único horizonte. Las casas palaciegas marcan el trazado de la villa medieval, en la que destacan su Plaza Mayor y la iglesia de Santa María de los Reyes, con un espectacular pórtico en piedra policromada. Bajo el suelo, un sinfín de pasillos subterráneos que desde el siglo XVI sirven como bodegas nos permitirían recorrer Laguardia sin que nadie nos vea. Más información en: laguardia-alava.com
Patones de arriba, Madrid
La Sierra Norte madrileña esconde pueblos únicos como este, unido a través de una preciosa ruta a Patones de Abajo. Un paseo por sus calles nos traslada a tiempos remotos en los que sus gentes vivían de lo que la tierra aportaba, utilizando los materiales del entorno para crear construcciones integradas en la Naturaleza. Colgadas sobre empinadas calles, sus casas son buen ejemplo de la arquitectura negra, la que usa la pizarra como principal elemento. De su patrimonio cultural forman parte el lavadero, la Fuente Nueva, los tinados y arrenes para el ganado, que por eso aquí un pastor fue en su día el rey. Las jornadas de recuperación de tradiciones marcan el inicio del otoño. Más información es: patones.net
Morella, Castellon
El otoño en la capital de Els Ports es tiempo de setas, de salir al campo con la cesta de mimbre, de aprovechar los últimos días de sol. Todos los colores de Morella encuentran reflejo en las mantas, producto local por excelencia, junto a la miel y la trufa. No resulta fácil caminar por las calles, empedradas y en pendiente, que aparecen tras sus murallas. Calles que se retuercen entre casas blasonadas y edificios con historia, como la iglesia de Santa María o el convento de San Francesc, que permite aproximarse, a través de un vertiginoso sendero, al castillo. Más información en: morellaturistica.com
Potes, Cantabria
El desfiladero de La Hermida es el más largo de España y también la única vía de acceso desde la costa al valle de Liébana. Justo en el centro de esta histórica comarca emerge su capital, recostada a los pies de los Picos de Europa, en el mismo lugar donde el río Quiviesa desemboca en el Deva. Torres medievales, iglesias y puentes forman el patrimonio de Potes, cuyo casco antiguo, con calles empedradas y casas blasonadas, permite imaginar tiempos pasados. Tras la visita, solo queda peregrinar hasta el cercano monasterio de Santo Toribio y saborear dos especialidades lebaniegas: cocido y orujo, protagonista este de una gran fiesta a mediados de noviembre. Más información en: turismocantabria.es