Por el alma de Yangón

Puesto callejero de durián, fruta de sabor exquisito y olor nauseabundo.

James Gordon Scout, el funcionario británico que introdujo el fútbol en Birmania, escribió que los birmanos son los más calmados, amables y contentos de los mortales.

Mercados y símbolosRetratos de la Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, y de su padre, el general Aung San, asesinado en 1947 por los golpistas, estaban severamente prohibidos hasta hace pocos años; ahora se pueden ver por todas partes.

La meca del budismoLa pagoda de Shwedagon es el principal lugar de peregrinaje budista. La belleza del recinto, que ha ido incorporando otros templos donados desde todos los rincones del mundo budista, y la santidad de las reliquias que según la tradición conserva la gran estupa, atraen cada año, desde hace más de dos mil, a miles de fieles.

Los budas sonrientesLas representaciones birmanas de Buda suelen incorporar una sonrisa a los rasgos del Iluminado, lo que no es frecuente en el resto de países del orbe budista. En la imagen, el mayor Buda reclinado de Yangón, que mide algo más de setenta metros de largo y destaca, también, por el centenar de filigranas que decoran sus pies.

En Yangón ya se nota el cambio. Muchos adolescentes prefieren el K-pop coreano al arpa birmana, se peinan con crestas, visten su piel con tatuajes y sufren cuando desaparece su conexión a Internet.

Puerto de orienteLa ciudad, antigua villa costera, se asienta en la confluencia de dos ríos, el Yangón y el Bago.

Ferry a la entrada del puerto de Yangón.

Detalle de la pagoda Sule.

Miles de monjesEl monje es, siempre, una figura respetada en Myanmar, donde se valora como un modelo a seguir. Se estima que hay más de 250.000 monjes, 300.000 novicios, cerca de 70.000 monjas y 57.000 monasterios en este país, de intensa tradición budista. Monjes y monjas viven de la generosidad de sus fieles.