12 perfectas escapadas a Gran Bretaña sin pisar Londres
BATH
Bath, esplendor georgianoElegante, señorial, exquisita, Bath está en el extremo opuesto de su vecina Bristol. Más coqueta y mejor conservada, su hermosa arquitectura georgiana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, evoca el ambiente refinado de las novelas de Jane Austen, la hija predilecta de la ciudad.Bath destila esplendor en sus mansiones palladianas, en su piedra de color miel y en el fotogénico puente sobre el río Avon, animado siempre por músicos callejeros. Por su halo romántico y por ese encanto de postal que la hace irresistible, no extraña que sea una de las ciudades más visitadas de Gran Bretaña.Museos y termasBath hay que descubrirla a pie, sin prisas, para disfrutar de sus tesoros arquitectónicos. Empezando por la Abadía, la última gran iglesia medieval levantada en Inglaterra, y el Pump Room, un suntuoso restaurante del siglo XVIII que se jacta no solo de ofrecer magníficos tés sino también de servir las cenas más distinguidas, eso sí, para bolsillos desahogados.El Theatre Royal y la plétora de museos que jalonan la ciudad Holburne, Museo de la Indumentaria, Museo del Trabajo de Bath, Sally Lunn''s Kitchen, Victoria Art Gallery, Royal Photographic Society... proporcionan entretenimiento cultural antes de abordar The Royal Crescent y The Circus, las joyas de la corona: el primero, una suntuosa residencia con forma de curva elíptica y ecos cinematográficos; el segundo, una perfección circular de casas aristocráticas, cuyas placas rememoran a inquilinos tan ilustres como David Livingstone.Pero si algo sobresale en Bath es su complejo de termas del tiempo de los romanos.Las propiedades terapéuticas de sus aguas fueron, durante siglos, el secreto de su afluencia turística. Su balneario, en pleno corazón de la ciudad, fue reabierto hace unos años con la novedad de una piscina al aire libre en el punto más alto. Este baño sobre los tejados, más allá de curar las dolencias, completa el recorrido histórico por los túneles, las cámaras y el pavimento que fueron erigidos, hace ya más de dos mil años, alrededor de un manantial sagrado.
Brighton
Brighton, la eterna fiestaLo irreverente y lo atrevido constituyen las principales señas de identidad de esta localidad costera, que en nada se parece a ninguna otra de Inglaterra. Dicen que es la más transgresora, pero también por ello, quizás, es la más divertida. Su animación nocturna se encuentra casi a la altura de Londres (aliñada con el mar) y el Orgullo Gay, que se celebra a finales de agosto, se ha convertido ya en una referencia mundial.Pero a Brighton la vena festiva le viene de tiempo atrás.Concretamente del rey Jorge IV, quien mucho antes de calzarse la corona decidió construirse un palacio para dar rienda a su desenfreno. De esta idea nació el excéntrico Royal Pavilion, un edificio de estilo neo-oriental e inspiración india, con la firma del arquitecto John Nash, que es hoy una de sus grandes atracciones.La playa de guijarros, en los meses de verano, se convierte en un escaparate de pelos de colores y tangas de leopardo que dan vida al ya animado Brighton Pier, el único parque de atracciones del mundo emplazado íntegramente sobre el mar y flanqueado de máquinas tragaperras y puestos de comida rápida. Curiosamente, la noria Brighton Wheel, que fue inaugurada en el año 2011, queda a pocos pasos del recinto, y como su hermana mayor, London Eye, proporciona las mejores vistas.Compras en el centro históricoMuy cerca, siguiendo la línea del paseo marítimo, las antiguas casas de pescadores se han transformado hoy en improvisadas galerías de arte donde se exhiben pinturas al óleo o piezas de decoración talladas a mano con llamativos cristales de espejo.Sin embargo, las grandes compras deberán localizarse hacia el interior del entramado urbano.Las refinadas Lanes o callejuelas del casco histórico aglutinan las tiendas de primeras marcas, las joyerías, los salones de belleza y los restaurantes chic, mientras que la bohemia se concentra en The North Lane, que es el barrio alternativo y new age: tiendas de ropa de segunda mano, puestos de comida orgánica, artistas callejeros y templos culturales como el teatro Komedia y la moderna Jubilee Library, donde se dan cita intelectuales y hispters.Falta Kemptown, al Este del centro de la ciudad y de cara al mar, que es la residencia por antonomasia de la comunidad homosexual de Brighton, pero también la sede de los más refinados hoteles-boutique. Esta combinación hace que hallar alojamiento libre durante la Gay Parade resulte una misión casi imposible.
EDIMBURGO, la Manhattan medieval
Edimburgo, la Manhattan medievalNunca la conjunción de lo antiguo y lo nuevo cobró tanto sentido como en Edimburgo. Tanto, que podría decirse que esta ciudad, con las agujas de sus torres medievales sobre el laberinto subterráneo del Old Town y con su cultura cervecera en pubs de tradición victoriana, encierra dos urbes en una. O que exhibe una admirable riqueza histórica, pero sin vivir anclada en el pasado. Lo cierto es que, a poco que se recorran sus calles, se cae en la cuenta de estar ante una de las más bellas ciudades de Europa. Su castillo sobre los negros peñascos de Castle Rock recibe un millón largo de visitantes al año, que no se pierden el paseo por las almenas ni la contemplación de las joyas de la Corona y la legendaria Piedra del Destino. Los que son primerizos a menudo sufren el sobresalto del one o''clock gun (cañonazo de la una en punto), un ritual que tiene lugar todos los días del año, salvo los domingos.Desde el castillo, y hasta el palacio de Holyroodhouse, su calle más entretenida es otra visita obligada. Flanqueada por edificios señoriales, en la Royal Mile (que mide, en efecto, una milla) se suceden los bares, las tiendas, la catedral de St. Giles, el Palacio de Justicia y el Parlamento escocés, todo ello ante un desfile animado de gente. Concluir el paseo con una subida a la Silla de Arturo puede ser un colofón perfecto: esta cima, junto con Calton Hill, son dos balcones perfectos para asomarse a sus vistas.La ciudad de los festivalesLos hay para todos los gustos: de ciencia, de cuentacuentos, de cine o de bandas de música militar. Y aunque tienen lugar a lo largo de todo el año, la eclosión se produce en agosto, cuando las calles se convierten en un colorista flujo de público y artistas, virtuosos de los zancos, majorettes y antorchas de fuego, siempre bajo la banda sonora de formaciones de jazz que anticipan la prestigiosa programación del Edinburgh International Festival.En paralelo, el Fringe, que nació con vocación independiente, sigue siendo el evento teatral más provocativo y emocionante, con espectáculos poco convencionales desarrollados en escenarios atípicos.Si a todo ello se suma que Edimburgo es la primera Ciudad de la Literatura declarada por la Unesco y que ha alimentado el talento literario como ninguna Walter Scott, Robert Louis Stevenson, Conan Doyle, J.K. Rowling..., a nadie le queda duda de su rendición absoluta a la cultura.
GLASGOW, pasión por el diseño y la música
Glasgow, pasión por el diseño y la músicaOrgullosa de suacento urbanita, Glasgow ha salido airosa del flaco favor estético que le hizo su proceso de industrialización en los primeros años del siglo XX. El diseño, la arquitectura y la innovación artística han sido sus bazas para remodelar la urbe en un sentido más creativo y vitalista, y lograr así que el gris de las fábricas hoy solo pertenezca al pasado.La huella de Charles Rennie Mackintosh, máximo exponente del art nouveau en Escocia, tiene mucho que ver en esto. Porque este arquitecto y acuarelista oriundo legó para la posteridad un vasto patrimonio que es el orgullo de los glaswegians.La Glasgow School of Art, la House for an Art Lover o la Mackintosh House constituyen sus obras más representativas.Más allá del diseño y el arte Glasgow cuenta con un puñado de museos imprescindibles, como la Gallery of Modern Art (GOMA), la Burrell Collection o el Kelvingrove Art Gallery and Museum, la música es la otra gran pasión de Glasgow, que acoge una media de 130 eventos musicales por semana en locales tan emblemáticos como Barrowlands o King Tut''s, o en pubs como Babbity Bowster''s o Bar 91. El género celta con el que tanto se asocia a la ciudad tiene su máximo exponente en el mes de enero con el Festival Celtic Connections.Parques y jardinesEl soplo de aire fresco lo aportan los múltiples parques y zonas verdes, el bello paseo de los Jardines Botánicos y las orillas del río Clyde, donde se alzan dos de los símbolos del nuevo resurgir de Glasgow: el Scottish Exhibition and Conference Centre (SECC), diseñado por Norman Foster y conocido como El Armadillo, y el Museo del Transporte, más reciente, proyectado por Zaha Hadid.
Cardiff
Cardiff, la perla de GalesEnérgica y acogedora, la capital más joven de Europa brinda una escapada de lo más completa y sorprendente a un destino muchas veces desconocido que, sin embargo, ha aprendido a emular e incluso eclipsar a las joyas más turísticas de Inglaterra y Escocia. Un destino que es, además, asequible, con gran cantidad de atracciones gratuitas, y que tiene un centro tan compacto que resulta de lo más manejable: nada en la capital de Gales se encuentra a más de 15 minutos a pie.Emplazada en la bahía de Bristol y fortificada por los romanos durante la ocupación de las Islas Británicas, Cardiff es ante todo reconocida por el aura misteriosa de su Castillo, que fue levantado por los normandos a finales del siglo XI. Aunque no es el único la capital galesa presume de albergar una de las mayores concentraciones de fortalezas del mundo, sí es, tal vez, el más emblemático, con sus magníficos interiores y sus torres de estilo neogótico que fueron incorporadas durante la época victoriana.Un nuevo paseo marítimoTambién en el corazón del casco histórico, la Catedral de Llandaff, de estilo gótico y continuamente restaurada, inyecta otra dosis de historia, como también lo hace el Museo Nacional de St. Fagans, una gran pinacoteca al aire libre que repasa la vida y la cultura del pueblo galés. Ambos, junto con las zonas comerciales de Queen Street y St. Mary''s Street, y sus prestigiosas galerías eduardianas que dan cobijo a tiendas de marca, pequeños establecimientos de artesanía y encantadores cafés, conforman el sabor antiguo de esta ciudad que también ha sabido incorporar proyección de futuro en su bahía.Un nuevo paseo marítimo plagado de restaurantes de diseño junto a sus perlas arquitectónicas el Sennedd, el Pierhead, la iglesia noruega... han convertido este rincón en el escenario más animado.También junto a la ribera se ubica el espectacular Millennium Centre, el centro de las artes escénicas de Cardiff que, de lejos, cuando el sol incide sobre su fachada de acero, pizarra y madera los materiales que simbolizan el pasado industrial, se asemeja a un caracol cobrizo y plateado.Aquí se puede asistir a espectáculos gratuitos de teatro, música y ópera dentro de una programación que nada tiene que envidiar a los grandes templos de la lírica.No obstante, nada remite más al siglo XXI que el Millennium Stadium, el hogar del rugby en la ciudad, con su estética futurista y su sofisticado techo descapotable.
LIVERPOOL, más allá del mito
Liverpool, más allá del mitoImposible no recurrir a la iconografía para hablar de esta ciudad del norte de Inglaterra, entretenida de día y desenfrenada de noche, de pasado tempestuoso y floreciente presente. Imposible pasar por alto su identidad supeditada a la banda más influyente de todos los tiempos, que nació entre las paredes del legendario The Cavern, una noche cualquiera de hace ahora justo 51 años. Liverpool es, más que ninguna otra cosa, la estela de los Beatles, y a ellos consagra parte de su actividad turística. Por ello, aun sin ser mitómano, el visitante no podrá escapar a este influjo.Especialmente en Matthew Street, que es el hogar de las estatuas de los Fab Four, del lujoso hotel Hard Days Night y de los establecimientos especializados que, tengan o no que ver con el mítico grupo musical, explotan su imagen sin complejos: un Abbey Road Oyster Bar, un Lennon Bar, un café llamado Lucy in the Sky with Diamonds... Y ello sin contar el recorrido favorito de los fans, el Magical Mystery Tour, que en un par de horas atraviesa Strawberry Fields, Penny Lane, la casa natal de Paul McCartney y el reconstruido local donde hicieron sus pinitos los famosos melenudos. Por si sabe a poco, el museo The Beatles Story añade más datos sobre su vida, su tiempo, su música y su cultura.Las catedrales gemelasNo obstante, sería un grave error quedarse solamente con este aspecto de la ciudad, amén del otro icono representado por su laureado equipo de fútbol. Porque Liverpool, que se asienta en un terreno escalonado sobre el estuario del río Mersey, cuenta con un paisaje urbano sobrecogedor, dominado por las catedrales gemelas: la católica, de planta circular y forma cónica, y la anglicana, un monumental ejemplo de estilo neogótico.Ambas presiden el impresionante conjunto arquitectónico del centro, que tiene su máxima expresión en Lime Street.A la vera del río, la fachada marítima del Albert Dock, un muelle de almacenes reciclados en museos, tiendas, restaurantes y oficinas, también compite en belleza con sus casas de ladrillo rojo iluminadas al atardecer. Allí, además de algunos museos relacionados con el patrimonio de la ciudad Merseyside Maritime, Museum of Liverpool Life..., se ubica la primera sucursal de la Tate Gallery, con ambiciosas exposiciones de arte contemporáneo. Al norte, la zona conocida como Pier Head acoge tres suntuosos edificios que son herencia del máximo apogeo de Liverpool.
BIRMINGHAM, paraíso del "shopping"
YORK, una delicia histórica en la campiña
York, una delicia histórica en la campiñaBienvenidos a esta joya a menudo ignorada, que ocupa sin embargo un puesto crucial en el ranking de las ciudades británicas más bellas. York es la niña mimada del norte de Inglaterra, una típica localidad del Condado de Yorkshire abrazada por la campiña y las ovejas. Su origen romano, su ambiente medieval y su huella vikinga se han mezclado con sabiduría para dar como resultado un enclave pintoresco que enamora a primera vista.Cercado por una muralla de casi cinco kilómetros (con la que se protegió, en su día, de los salvajes del norte), el reducido centro es un mágnífico dédalo conservado como en sus primeros días. Caminar por sus callejuelas empedradas es mágico, especialmente por la más famosa, The Shambles, que remite al esplendor del medievo en una urbe cuya riqueza estuvo siempre ligada a la lana. Casas con siglos de historia, tiendas tradicionales, tea rooms y coquetas pastelerías se alternan con plazas alfombradas de flores que le otorgan ese halo de cuento de hadas que resulta tan irresistible.La visita a la York Minster o Catedral, pieza maestra del gótico inglés, puede llevar, sin exagerar, todo un día. Porque esta prominente mole de piedra gris, visible desde todos los ángulos, incorpora los restos de siete edificios con la consecuente variedad de estilos arquitectónicos. Y aunque cada rincón depara una sorpresa, la mayor admiración se la llevan sus vidrieras.Legado medievalLa Catedral no es la única herencia medieval. También hay una veintena de iglesias, el castillo y mota de Clifford''s Tower y el Merchant Adventurers'' Hall, un imponente edificio que atestigua el poder de los gremios.El Jorvik Viking Centre, por su parte, aporta el legado vikingo con la recreación de un antiguo poblado en el que no falta el idioma e incluso los olores del que fuera un próspero asentamiento allá por el siglo IX.Si el tiempo acompaña pocas veces, es muy recomendable dar un paseo por el río Ouse, que parte el casco histórico en dos. Y ya puestos, también tomarse una pinta en alguno de los pubs de la orilla.
LEEDS, con calidad de vida
Leeds, con calidad de vidaLas encuestas la han encumbrado como la mejor ciudad para vivir en el Reino Unido, un título que desde luego a nadie ha pillado por sorpresa. Y es que Leeds cuenta con la dosis perfecta de tranquilidad y ajetreo urbano, de patrimonio histórico y ambiente cosmopolita y moderno. Por eso resulta atractiva tanto para los incondicionales de Londres de hecho, ha sido apodada el Knightsbridge del norte en referencia al elegante barrio londinense como para los amantes de los agrestes páramos británicos.Asentada sobre el río Aire en la zona oeste de Yorkshire, esta tentadora metrópoli no solo es un importante núcleo financiero y comercial sino también un distinguido polo de educación universitaria, avalado por tres destacados centros: la Universidad de Leeds, la Universidad Metropolitana y la Leeds Trinity and All Saints.La nutrida población estudiantil garantiza, en efecto, el carácter dinámico y juvenil de esta ciudad plagada de tiendas y galerías comerciales, apretadas en el centro peatonal o en distritos de compras como Victoria Quarter. Esto y su buena mesa cuenta con cinco establecimientos recomendados por la Good Food Guide y algunos con estrellas Michelin explican por qué Leeds se cuenta entre las urbes británicas más cool.City art galleryLas Reales Armerías a orillas del canal, fiel remedo de una fortaleza, siguen siendo su mayor orgullo, con sus cuatro plantas donde se exhiben más de ocho mil piezas dedicadas a la guerra, los torneos, la caza y, en definitiva, la inabarcable realidad bélica. El Museo Industrial Armley Mills, con maquinaria industrial y locomotoras de ferrocarril, y el Thackray Medical Museum, dedicado a la medicina, completan la lista de museos temáticos. Para arte de verdad hay que acudir a la City Art Gallery, donde se puede admirar la colección del escultor Henry Moore, que cursó estudios en la ciudad, así como admirables obras del postimpresionismo francés.Los aficionados a la buena música también tienen su cita en el Bramham Park, que alberga del 23 al 25 de agosto uno de los festivales musicales de verano más importantes del país, con actuaciones de figuras como Eminem o Green Day.Leeds, consciente de su atracción, ha llevado a cabo en los últimos años varios planes de rehabilitación de sus edificios victorianos del centro, los mismos que conviven junto a obras contemporáneas sin romper en modo alguno la armonía urbanística.
NEWCASTLE y el humor inglés
Newcastle y el humor inglésLa imagen de los seis puentes de Newcastle salvando el río Tyne ha adquirido ya la categoría de símbolo, el más reconocible sin duda de esta ciudad inglesa situada en el noreste. Y es que Newcastle cuyo nombre completo es en realidad Newcastle-upon-Tyne ha sabido sacar buen provecho a la grieta fluvial con esta interesante sucesión de hitos arquitectónicos, cada uno completamente diferente al anterior. El High Level Bridge, por ejemplo, presume de ser el primero del mundo con carretera y tendido ferroviario, mientras que Tyne Bridge sorprende por su similitud con el Harbour Bridge de la ciudad australiana de Sidney, y el Swing Bridge destaca por su colorido chillón.Por el mismo río, en los meses más cálidos un puñado de cruceros ofrece un apacible recorrido para divisar el perfil urbano desde el agua. Es una manera distinta de abordar el Castillo de Garth Keep, que es el Castillo Nuevo (New Castle) que da nombre a la ciudad. Se trata de un añadido a otro más antiguo construido por los normandos en el 1080 (aún se puede ver su torre del homenaje y la puerta principal).Arquitectura jacobinaTambién en crucero o a pie se puede recorrer el Quayside, el muelle que discurre por la ribera norte del río, con magníficas muestras comerciales de antaño: el Ayuntamiento, de estilo clásico; la Trinity House, que alojaba a la cofradía de pescadores, y el contiguo Trinity Maritime Centre, que resume la historia marinera de esta ciudad inglesa. En esta misma área se encuentra Bessie Surtees'' House, un edificio que podría pasar desapercibido y que, sin embargo, es un tesoro en sí mismo.Es una bella vivienda de mercaderes construida en los siglos XVI y XVII y, también, un extraño ejemplo de arquitectura doméstica jacobina.Hoy, todo este paseo está flanqueado de animados bares y restaurantes que concentran la nueva efervescencia experimentada por la ciudad de Newcastle.Los geordies, como tradicionalmente se denomina a sus habitantes, tienen mucho que ver en esta atmósfera festiva. Su fama de gente alegre, espontánea y con un agudo sentido del humor es casi proporcional a la prosperidad de esta urbe. El International Centre for Life, la más moderna atracción turística, lo atestigua: se ha necesitado una jugosa inversión para poner en pie este complejo dedicado al estudio del ADN, en el que la interactividad es solo una y hay muchas de sus originalidades.
Manchester
Manchester, industrial y futboleraLa ciudad que le sirvió a Engels para ilustrar los males del capitalismo es en sí misma un monumento a la historia de la industria inglesa. Cuna del ordenador y la revolución industrial, así como la urbe con más crecimiento después de Londres, Manchester representa el prototipo de una metrópoli moderna y superpoblada.Pese a todo, tiene muchos atractivos, como el grandioso Ayuntamiento que domina Albert Square, de estilo neogótico victoriano y con una torre de 85 metros, y los monumentos que albergan la Biblioteca Central, el Library Theatre o la John Rylands Library, con manuscritos y ejemplares de extraordinario valor histórico.En los alrededores de King Street y Saint Ann''s se alza el barrio más atractivo del centro, con su hilera de tiendas de lujo en la maraña de calles peatonales, la encantadora iglesia de Saint Ann''s, los techos de cristal de Barton Arcade y la antigua lonja de Royal Exchange, que hoy alberga comercios, una cafetería y un teatro. Cerca también está la Catedral del siglo XV y, algo más anacrónico, el Arndale Centre, uno de los mayores centros comerciales de Europa.Consideraciones estéticas aparte, lo que hace a Manchester famosa en todo el mundo tiene tintes deportivos. Aquí el fútbol es un asunto muy serio. Los dos equipos de la ciudad, Manchester United y Manchester City, ofrecen visitas guiadas a sus instalaciones y estadios, y el primero, además, exhibe el célebre Teatro de los Sueños (Theatre of Dreams), con su museo de trofeos. En Manchester también nació la liga profesional británica, que en abril cumplió 125 años. Y su pasión por el balompié se resume en el Museo Nacional de Fútbol, que efectúa un recorrido por la historia de la Copa del Mundo.Mirada desde el cieloA los menos aficionados al deporte siempre les quedará The Quays, el barrio cultural y comercial que ha crecido en los antiguos muelles, en el que se puede visitar The Lowry, con su estructura de vidrio y acero que cobija teatros y galerías, cafés y restaurantes; y The Lowry Outlet Mall, con prendas de firma con descuento para fashionistas a la caza de gangas.Faltaría la escena de clubs nocturnos The Living Room, Panacea, Cloud 23... y el Gay Village, donde reside una de las mayores comunidades homosexuales del Reino Unido, con más de treinta locales de ambiente. Y para rematar la visita, eche un cómodo vistazo desde las alturas subiendo a la Wheel of Manchester, una noria de sesenta metros de altura.