Paisajes y pueblos inesperados en Lanzarote para una escapada fuera de lo común
Con panorámicas volcánicas propias de otro planeta, que contrastan con bellas localidades blancas donde el tiempo parece haberse detenido, Lanzarote esconde rincones que te dejarán sin habla.
Entre la perpetua calma que mece Lanzarote, se reparten algunos de los lugares más fascinantes, no solo de la isla, sino también del archipiélago canario. Bellos entornos pulidos por volcanes, pueblos cargados de sorpresas y baños salvajes donde disfrutar en familia o con amigos.
Las arenas mágicas de Famara hasta El Jable
Con casi seis kilómetros de longitud, la impresionante playa de Famara es una de las visitas ineludibles de Lanzarote. Cobijada por el vertiginoso Risco de Famara, perteneciente al Parque Natural del Archipiélago Chinijo, esta impresionante lengua de arena conforma un paisaje de espectacular belleza ante el que relajarse o pegarse un baño. Además, su dorado arenal es perfecto para practicar yoga mientras que sus olas hacen las delicias de surfistas y kitesurfistas.
Junto a la playa, el encantador pueblo de La Caleta de Famara completa este enclave con sus calles de arena, casas blancas y amables gentes. Un entorno para quienes buscan el relax más absoluto.
Arrastradas por los vientos alisios, los restos de conchas marinas erosionadas llegan, desde la playa de Famara, hasta los pueblos de Soo y Muñique, configurando un terreno de vital importancia para la agricultura conocido como El Jable. Las propiedades de estas arenas orgánicas prodigiosas, que mantienen la humedad, evitan la evaporación y conservan la temperatura del suelo, las hacen propicias para cultivar desde batatas hasta sandías. Además de la peculiaridad del paisaje, El Jable es perfecto para practicar senderismo y turismo ornitológico.
Los Charcones
Además de impresionantes playas, Lanzarote goza de piscinas naturales secretas que permanecen ajenas a las masas. Entre ellas destacan Los Charcones, a los que el mar ha dado forma abriéndose paso entre la roca volcánica, perfilando infinidad de bellos recovecos y pozas en los que pegarse un relajado baño ante esta estampa única.
Las Montañas de Fuego, los volcanes que esbozaron el sur de Lanzarote
En el corazón del Parque Nacional de Timanfaya, las Montañas del Fuego protagonizan uno de los paisajes más insólitos de la isla, entre rojizos cráteres y coladas de lava que muestran la fuerza de la tierra y nos trasladan directamente a otro planeta. Son el resultado de las erupciones que tuvieron lugar entre los años 1730 y 1736, cambiando toda la fisonomía del sur de la isla. La mejor forma de visitar el parque es siguiendo la Ruta de los Volcanes, ideada por César Manrique. Un impresionante recorrido de unos 14 kilómetros que muestra la magnitud de las fuerzas telúricas.
Villa de Teguise, la primera capital de Lanzarote
Como un vínculo entre el norte y sur de la isla, se encuentra Teguise, el municipio más extenso de Lanzarote y su antigua capital hasta 1852. Este hecho hace que cuente con un gran patrimonio cultural entre encantadoras calles empedradas, que le han valido para ser declarada Conjunto Arquitectónico-histórico-artístico. Entre sus visitas destacan la plaza de la Constitución, conocida por sus emblemáticos leones y el campanario de su iglesia, o el Palacio Spínola, el cual alberga la Casa Museo del Timple.
Las sorprendentes vistas de Haría
El pueblo de Haría sobresale por el verdor que lo abraza, en contraste con las tierras marrones del resto de la isla. Es la capital del Valle de las Mil Palmeras, un oasis en el norte de Lanzarote. Haría acoge el último hogar de César Manrique.
Para admirar el Valle de las Mil Palmeras, deberemos dirigirnos al mirador de los Helechos. Desde este punto es posible advertir una imagen sorprendente, por la noche, cuando las luces del pueblo parecen dibujar una bruja subida a una escoba, la misteriosa "brujita de Haría".