Oteiza y Chillida, muy presentes en Gipuzkoa

La huella de Jorge Oteiza  (Gipuzkoa, Orio 1908 - San Sebastián 2003) y Eduardo Chillida (San Sebastián 1924 – 2002), dos de los más conocidos escultores vascos, se puede seguir en Ordizia, Legazpia, Azkoitia o Tolosa, pero es en el El Santuario de la Virgen de Arantzazu, Patrona de Gipuzkoa, donde coinciden las obras de ambos creadores.

Oteiza
Oteiza / R. Iriarte

Arantzazu es un lugar emblemático en el corazón de Gipuzkoa, en el que se unen naturaleza, espiritualidad y arte. Situado en el término municipal de Oñati, rodeado de montañas, se encuentra en medio de un impresionante paisaje donde limitan Araba, Nafarroa y Gipuzkoa.

Desde que en el siglo XV se construyó la primera ermita hasta hoy, en Arantzazu ha confluido la creatividad de grandes autores que se situaron a la vanguardia en disciplinas como arquitectura y escultura. Entre los numerosos elementos a destacar en la basílica actual, construida a mediados del siglo XX según proyecto de Sáenz de Oiza y Laorga, se encuentran la Piedad y los 14 apóstoles de la fachada, obras de Jorge Oteiza, y las puertas de acceso, creadas en hierro por Eduardo Chillida.

Sin embargo, es en San Sebastián donde se concentra un buen número de esculturas de Oteiza y de Chillida. En la capital de Gipuzkoa encontraremos en espacios públicos tres obras de Oteiza -Construcción vacía, Piedad y Pietá- y cinco de Chillida -Peine del viento, Abrazo, Monumento a Fleming, Homenaje a Pedro Arana y La cruz de la paz-, todas ellas accesibles también online en el Atlas de esculturas en San Sebastián. Peine del Viento y Construcción vacía parecen dialogar desde ambos extremos de la bahía de la Concha.

En el Museo San Telmo también podemos contemplar obras de estos artistas, a las que durante todo este verano se añade la exposición Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60, exposición que supone un hito en la historia del arte vasco al presentar por primera vez de forma conjunta más de 120 obras de ambos artistas. La muestra suscita un diálogo entre sus esculturas, centrado en la producción realizada durante dos décadas –los años 50 y 60- en las que Oteiza y Chillida se conocieron, tuvieron relación de amistad y cada uno contempló con atención e interés la obra del otro. La exposicion se podrá visitar hasta el 2 de octubre.

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