Córdoba para principiantes: 7 rincones poco conocidos que debes visitar

Conoce los secretos de una de las ciudades más bonitas de Andalucía, mucho más allá de la Mezquita y los patios floreados.

Las pintorescas calles de Córdoba esconden cientos de secretos por descubrir
Las pintorescas calles de Córdoba esconden cientos de secretos por descubrir / Istock / e55evu

Una visita no es suficiente para disfrutar de Córdoba. La ciudad de las múltiples culturas -romana, musulmana, judía y cristiana- es uno de los grandes tesoros de Andalucía. Una maravilla donde se mezcla lo mejor de Oriente con lo más especial de Occidente; donde se celebra una Semana Santa llena de sentimiento y el templo más importante es una mezquita árabe; donde toparse con patios blancos cubiertos de flores de colores en cualquier rincón.

Pero también es una provincia rica que los veraneantes intentan evitar por el calor y por ignorancia. Ya que pocos saben que Córdoba tiene una playa muy especial, una gastronomía fresquita y construcciones cuyas paredes desprenden el frescor propio de la piedra y los muros altos. La gracia andaluza se respira en toda la comarca, desconocida, bella, curiosa, histórica, culta, divertida, antigua y moderna al mismo tiempo. Estos son los siete rincones que ya deberías conocer.

Templo romano de Claudio Marcelo

Ubicado en la conocida como Colonia Patricia, este templo romano data de mediados del siglo I a.C. y supone un importante reflejo de la importancia de la ciudad para el imperio. Se encuentra concretamente en la calle Claudio Marcelo, mezclado con los edificios residenciales que lo rodean y junto a la estatua del fundador de Corduba que da nombre a la calle. En pie se erigen once columnas de mármol que fueron construidas sobre una pendiente. Está abierto al público aunque cubierto por una pantalla de cristal.

El templo romano de Claudio Marcelo en Colonia Patricia

El templo romano de Claudio Marcelo en Colonia Patricia

/ Wikicommons. Julia Kostecka

Capilla de San Bartolomé

Bien es sabido que Córdoba fue una de las urbes más importantes para los árabes. Una gran muestra de ello es la popular Mezquita, pero también la menos conocida capilla de San Bartolomé, en el interior de la Facultado de Filosofía y Letras. Este es un ejemplo perfecto del arte mudéjar cordobés, construida a finales del siglo XIV con materiales reutilizados y sin terminar. En su interior se refleja la convivencia de las culturas cristiana y musulmana, con un zócalo alicatado, una bóveda gótica y 35 azulejos nazaríes.

Interior de la capilla mudéjar de San Bartolomé

Interior de la capilla mudéjar de San Bartolomé

/ Istock / Rudolf Ernst

Cueva de los Murciélagos en Zuheros

Dejando atrás la capital, la provincia cuenta con unos pueblos tan encantadores como Zuheros, conocido por su castillo árabe sobre el risco bañado en un mar de olivos y casas blancas. Tras él se extiende un cerro que esconde una cueva prehistórica conocida como la Cueva de los Murciélagos. Hace siglos estuvo habitada, pero ahora es un conjunto arqueológico que conserva pinturas rupestres del Neolítico en adelante, además de formaciones naturales como la estalactita 'El espárrago' de 4 metros de altura.

Playa y Castillo de Almodóvar del Río

Desde que se convirtió en Altojardín en 'Juego de Tronos', Almodóvar del Río es más popular. Y lo merece, ya que su castillo es una auténtica joya del siglo VIII, sobre una colina de más de 200 metros de altura. Puede visitarse para conocer los emplazamientos de la serie o la historia medieval de la fortificación. Además, en su entorno se encuentra el embalse de La Breña que alberga tres zonas de playa adaptadas al baño, con chiringuito, sombrillas y posibilidad de practicar deportes acutáticos o dar un paseo un barco.

En el castillo de Almodóvar del Río se rodó Juego de Tronos

En el castillo de Almodóvar del Río se rodó Juego de Tronos

/ Istock / e55evu

El ángel Custodio de San Rafael

Esta estatua es algo más conocida, pero lo que no se sabe es por qué en la ciudad hay tantas representaciones del arcángel San Rafael, el Santo Custodio. Esto se debe a que en el siglo XVII, la ciudad estaba inmersa en una fuerte epidemia de peste. Se cuenta que San Rafael se presentó en sueños al padre Andrés de las Roelas para contarle qué debía hacer para salvar a la ciudad de la enfermedad. Según la leyenda, la peste comenzó a remitir a los pocos días y las imágenes aparecieron por todas partes.

La estatua de San Rafael en el puente homónimo

La estatua de San Rafael en el puente homónimo

/ Istock / wavipicture

Los feligreses pensaban fervientemente que Dios había querido castigar a Sevilla y sus habitantes, pero que los cordobeses no se libraron simplemente por ser vecinos. El más llamativo está cerca del puente homónimo, pero también hay en la glorieta Conde de Guadalhorce, la plaza de los Aguayos, la plaza de San Hipólito, la Puerta Nueva, la plaza de San Basilio, la plaza del Potro y la iglesia de Nuestra Señora de la Paz.

Jardín Micológico de Priego

En otro de los pueblos más bonitos de Córdoba se halla uno de los lugares más curiosos: un jardín micológico único en Europa, el Jardín Micológico La Trufa. Aquí se recrean la flora y los hongos más representativos de Andalucía, una de las regiones más ricas y diversas en cuanto a la actividad fúngica se refiere. El mismo edificio incluye también el Centro Andaluz de Micología, con diversos módulos de trabajo, producción y talleres de educación y formación micológica.

Molinos del Guadalquivir

Aunque la gran mayoría se construyeron entre los siglos VII y XI, son considerados Patrimonio Histórico desde el año 2009. Antiguamente funcionaban mediante la energía hidráulica generada por el río Guadalquivir en el que se encuentran, pero hoy solo se conservan a modo de monumento. En total son once los que se mantienen en pie: Albolafia -el más famoso-, Alegría, Carbonell, Casillas, En medio, Martos, Lopez García, San Rafael, San Lorenzo, San Antonio y Pápalo.

Un molino antiguo en el río Guadalquivir

Un molino antiguo en el río Guadalquivir

/ Istock / 3D_generator

Se extienden a lo largo de una pequeña ruta a las afueras de la ciudad que no encuentra comparación. El de Albolafia es el único en el que aparece representado el escudo de la ciudad. Lo mandó erigir Abderramán II para conducir el agua al palacio de los Emires, pero Isabel la Católica lo mandó desmontar ya que, durante sus estancias en el Alcázar, le molestaba el ruido del agua. El de San Antonio puede visitarse por dentro si se quiere conocer cómo trabajaba una aceña de regolfo al moler el grano.

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