Whittier, el pueblo de Alaska en el que todos viven en un mismo edificio
Un ejemplo de adaptación para vivir en zonas tan remotas y frías.
El estado de Alaska cuenta con paisajes asombrosos que no se pueden encontrar en ninguna otra parte del mundo. Pero también tiene unas condiciones climatológicas que lo convierten en un lugar difícilmente habitable. Aun así, hay personas que viven allí los 365 días del año. Para ello, se debe encontrar una manera en la que sea posible y cómodo hacerlo. En Whittier parece que lo han conseguido, aunque con un método que desde fuera puede parecer algo extraño. En la época de la Segunda Guerra Mundial, en 1943, el ejército estadounidense construyó el Camp Sullivan, una base militar que servía como punto de acceso a Alaska. Más tarde, durante la Guerra Fría, se erigieron las Torres Begich para alojar a las familias de los militares.
Estuvieron activas hasta los años 60, cuando la base echó el cierre y las torres quedaron a disposición civil, excepto una que quedó abandonada y no se pudo derribar por las elevadas cantidades de amianto que contiene. Aun así, el abandonado convive con con las Torres Belgich a unos pocos metros, un complejo de tres módulos con 14 plantas cada uno y sin balcones. Aunque pueda parecer un enorme edificio más de los tantos que se ven en cualquier ciudad actual, ha adquirido el sobrenombre de "pueblo", ya que alberga en su interior a casi el total de la población de Whittier: unas 180 personas de las 220 que allí habitan.
Temperaturas insoportables
Esta construcción podría recordar al planteamiento de vivienda social de Le Corbusier, pues en su interior tienen todo lo necesario para no tener que pisar la calle ni siquiera para ir al colegio. La escuela está en el exterior, pero conectada al edificio por un túnel subterráneo. Además hay una comisaría, una oficina de correos, un parque, tiendas, supermercados, una iglesia, un restaurante, un centro de salud, piscina climatizada, lavandería e incluso un hotel. Más que una vivienda parece un auténtico refugio. Cosa que no es de extrañar si se tiene en cuenta que se pueden alcanzar temperaturas de -20 grados en invierno y una media de 0 grados el resto del año.
Aun así, hay un pequeño porcentaje de habitantes que viven en un edificio colindante, sin el mismo aislamiento térmico, pues en las torres prima la sostenibilidad energética. Prácticamente todos trabajan por y para Whittier, por lo que ni siquiera necesitan utilizar el puente de carril único que abre al amanecer y cierra a las diez y media de la noche. Muchos desarrollan su vida laboral en el puerto, ya que la industria pesquera es muy importante, en la fábrica de conservas y en el mantenimiento de los puentes y las calles. No viven confinados, son completamente libres de pasear, hacer ejercicio o cualquier actividad en la calle; aunque con esas temperaturas es lógico que no les apetezca.
Síguele la pista
Lo último