Viaje al corazón de Kenia: paseando entre los dos últimos rinocerontes blancos
Han pasado varias décadas desde que solo quedan dos ejemplares de esta subespecie de rinoceronte, pero sus cuidadores no descansarán hasta preservarla por completo.
Miles de especies se declaran extintas cada año en todo el planeta, principalmente por la destrucción de sus hábitats. Aunque hay algunas que pueden llegar a recuperarse, como el lince ibérico en España, hay otras que se enfrentan a la desaparición definitiva. En 2023 había más de 5.000 especies en peligro de extinción, lo que supone el 25% de los mamíferos y anfibios, el 34% de los peces, el 20% de los reptiles y el 11% de las aves. La vida salvaje en la Tierra se muere poco a poco si no fuera por proyectos que tratan de salvarla, como Ol Pejeta Conservancy en Kenia.
Cuando solo queda un ejemplar de una especie o una pareja del mismo sexo se declara oficialmente extinta, puesto que se entiende que no es posible la reproducción. En la capital de Nairobi tan solo quedan dos hembras de rinoceronte blanco del norte, madre e hija, que se encuentran bajo protección de la caza furtiva ilegal que se practica sin ton ni son a lo largo y ancho del continente. Pese a que se está intentando desarrollar la posibilidad de fertilización in vitro con la aportación de los rinocerontes blancos del sur, por el momento solo es posible visitarlas en el santuario.
El refugio keniata permanece abierto al público, sirviendo como hogar de varios animales además de Najin y Fatu, el nombre con el que se ha bautizado a la familia. Zacharia Mutai es el encargado de cuidarlas y, hasta 2018, también a Sudan, el último macho de la especie. Es un trabajo arduo y complejo, una lucha diaria por preservar esta preciada especie que campa a sus anchas por 300 hectáreas junto a cebras de Grevy y alcebúfalos. Cada vez es una tarea más difícil, puesto que los productos que derivan de este animal son más cotizados y valiosos en el mercado negro para Asia, donde utilizan los cuernos como medicina y para tallado artístico.
La gestación subrogada podría ser la solución
Lo mal llamado 'exótico' siempre ha generado una atracción insana, pero los trabajadores de Ol Pejeta Conservancy están dispuestos a dar su vida por que sus animales no sean asesinados cruelmente. Tras 13 intentos de reproducción asistida con una rinoceronte blanca del sur, Curra, como madre subrogada -ya que ninguna de las hembras del norte pueden concebir por edad y problemas de salud-, se logró implantar el embrión en su útero. Aunque falleció al poco tiempo por causas ajenas al embarazo, lo que se pudo descubrir es que es posible. Desde Biorescue ya han anunciado que se ha dado paso a una nueva fase de rescate de la subespecie.
Se cree que en los próximos dos o tres años se podrían producir entre 20 y 25 crías que deberían convivir con Najin y Fatu pese a nacer entre sus 'primos' del sur para aprender el comportamiento social de su especie. Aun así, los científicos son conscientes de que la fertilización in vitro no salvará por completo a la especie, ya que no habrá la variedad genética necesaria para que se perpetúe. Por tanto, también están trabajando en una técnica experimental para crear espermatozoides y óvulos a partir de células madre.
La pequeña gran batalla en la que luchan en Kenia marca un futuro prometedor para el planeta. Sin embargo, hay expertos en vida salvaje que no ven necesario invertir dinero y recursos en salvar una especie que se da prácticamente por perdida y que podrían utilizarse para salvar otras con un mejor panorama. El coordinador del proyecto Biorescue del Safari Park Dvur Kralove en la República Checa, Jan Stejskal, declaró a la BBC que "una cosa que debemos entender es que detrás de la extinción del rinoceronte blanco del norte está el hombre". Por el contrario, culpa a "la codicia" y al "consumo de cuerno de rinoceronte".
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