Tango y melancolía en Montevideo

Plaza Independencia, con la estaua del héroe nacional José Gervasio Artigas.
Plaza Independencia, con la estaua del héroe nacional José Gervasio Artigas.

Como la letra de un tango, Montevideo destila melancolía. Tal vez porque discurre silenciosa bajo el brillo metálico del Río de la Plata, o porque su memoria ha quedado suspendida en otra época del pasado o porque su alma está transitada de lecturas y esperanzas, de boliches y cafés, de melodías de arrabal. En Montevideo se vive sin alardes y se camina despacio, se bebe mate bajo el sol y se chamusca carne en plena calle, se baila milonga al atardecer y, de tanto en tanto, cuando se toca la fibra, se desbordan como un ciclón las pasiones futboleras. Y sin quererlo o sin saberlo siquiera, su día a día lleva impreso el sello de la nostalgia, que no la tristeza, porque la ciudad goza en los últimos tiempos de nuevos despertares y su irremediable halo melancólico es como una primavera tardía, pero primavera al fin y al cabo.

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