Praga misteriosa

Del Golem a San Juan Nepomuceno. Enclavada en el centro de Europa, hechizada en el tiempo y superviviente de las dos grandes guerras, Praga se desenvuelve lentamente al majestuoso compás de la música de Dvorák o de Smetana mientras despliega misteriosas historias y leyendas en lugares y rincones donde el tiempo parece haberse detenido. La singular capital de la República Checa promete toda una aventura llena de enigmas en calles, puentes, plazas y en su gran castillo, uno de los conjuntos arquitectónicos más espectaculares de Europa y del Mundo.

Puente de Carlos.

Puente de Carlos.

/ Eduardo Grund

Praga es una ciudad que esconde todo tipo de sorpresas. En cada rincón esconde un misterio, una leyenda que en muchas ocasiones sobrecoge o hechiza... Porque Praga es la ciudad del Golem y de la Judería, de la alquimia que atrapó al emperador Rodolfo II, pero también de las lavanderas aliadas con el diablo en el mismo barrio donde la Casa del Cuadro de la Virgen luce una pintura que llegó a los muros, según cuenta la tradición, tras una inundación. Si visita el Monasterio de Strahov le contarán la historia del fantasma de un monje jugador de cartas, y si por el contrario se planta ante la Casa de Fausto en la Ciudad Nueva conocerá la historia de un doctor del que se asegura que vendió su alma al diablo, que lo trasladó al infierno a través de un agujero abierto en el techo que nunca pudo taparse. Son historias de una Praga mágica que penetra en el cerebro a medida que se pasea por la ciudad vieja y su gran castillomilenario en el barrio de Mala Strana o se encuentra con una farola cubista junto a la plaza de San Wenceslao y con las modernas esculturas desafiantes de David Cerny que arrancan al visitante de su realidad cotidiana.

Puente de los Candados o Puente del Amor en la isla de Kampa

Puente de los Candados o Puente del Amor en la isla de Kampa

/ Eduardo Grund

La leyenda del relojero

El reloj astronómico de Praga, el más antiguo de su estilo en Europa, es uno de los iconos de la capital checa desde hace más de seiscientos años y sobre este prodigio de la técnica medieval existen muchas leyendas aterradoras: si se para, lo mismo le sucede a todos los checos; si se rompe, vendrá un mal año con toda seguridad; si alguien lo menosprecia o lo trata sin respeto, será castigado... Pero las más antiguas narran cómo surgió el reloj astronómico de la Ciudad Vieja, obra del maestro Hanuš, quien, tras finalizar su trabajo, fue cegado por los dirigentes de Praga para que no pudiera copiarlo. El maestro se vengó de ellos parando el reloj. Hoy no existe un día especial señalado en el año para el reloj más famoso de la República Checa, pero sí se marca una fecha en el calendario (21 de junio) de gran relevancia a causa de una vieja leyenda. El 21 de junio de 1621 se produjo la ejecución de 27 nobles checos protestantes junto al Ayuntamiento y desde entonces se dice que cada año vuelven en esa fecha para controlar que todo se encuentre en perfecto estado, tanto en la nación como en la ciudad y el propio reloj. Si las cosas no marchan bien, dice la leyenda, se van muy cabizbajos por las calles de la Ciudad Vieja. Al lado de la torre del Ayuntamiento pueden verse las cruces pintadas en el suelo de los 27 nobles decapitados y la fecha de su muerte.

El río Moldava con el castillo y la catedral de San Vito al fondo.

El río Moldava con el castillo y la catedral de San Vito al fondo.

/ Eduardo Grund

El Puente de Carlos

La historia explica que la primera piedra del Puente de Carlos se colocó a las 5.31 horas del 9 de julio de 1357 por las supersticiones de Carlos IV, quien deseaba huir del mal fario del anterior puente, llamado de Judith, que había sucumbido en 1342. El rey pidió consejo a los numerólogos y astrólogos de su confianza y le indicaron que habría que esperar hasta la fecha y el momento adecuados para iniciar la construcción del puente. La fecha, ordenada en año-día-mes-hora, forma una secuencia capicúa de dígitos imparesascendentes y descendentes (1 3 5 7 9 7 5 3 1), es decir, que se lee en ambas direcciones igual y además todas las cifras son impares. Desde entonces este extraño y misterioso número se encuentra grabado en la Torre de la Ciudad Vieja, una de las obras más impresionantes del gótico secular en el mundo, construida por el taller de Petr Parléř en el famoso puente que, según se dice también, oculta algunos duendes bajo sus arcadas.

Las campanas de San Vito

Cuenta otra leyenda que cuando se rompe el corazón de la campana Segismundo de la catedral de San Vito, los desastres llegan al país. A lo largo de la historia solo ha ocurrido en cinco ocasiones (1670, 1734, 1797, 1819 y 2002) y la última de ellas es recordada por las terribles inundaciones que sufrió la capital checa en agosto de aquel año, aunque los políticos más conservadores del país argumentan con cierta sorna que coincidió con una victoria del partido socialista en las elecciones del 15 de junio.

Plaza de la Ciudad Vieja, con la iglesia de Nuestra Señora de Tyn al fondo.

Plaza de la Ciudad Vieja, con la iglesia de Nuestra Señora de Tyn al fondo.

/ Eduardo Grund

La Casa de Fausto

La plaza más grande de la República Checa se encuentra en Praga y lleva el nombre de Carlos IV. Se sitúa en el sur de la Ciudad Nueva (Nove Mesto) y su superficie supera los 79.500 metros cuadrados. La casa más curiosa de este espacio urbano es la de Fausto, la única que queda en pie desde la fundación de este histórico lugar. Fausto nunca vivió allí, pero el edificio barroco está ligado a una leyenda sobre él. Se decía que Fausto hacía pactos con el diablo y cuando en cierta ocasión este se enfadó con él, le sacó de la cama para llevárselo al infierno. En su marcha dejaron un agujero en el tejado de la estancia que nadie consiguió reparar correctamente durante muchos años, ya que siempre aparecía de nuevo... Cuatro siglos después cayó una bomba en el edificio, que no explotó, pero abrió de nuevo el orificio en el tejado. Surgieron entonces unas manchas rojas en las paredes que nadie consiguió cubrirlas con la pintura. Y todavía hoy se asegura que vuelven a mostrarse cada vez que alguien intenta taparlas.

El Clementinum.

El Clementinum.

/ Eduardo Grund

El elixir de la juventud

La casa donde se encuentra el Museo de la Alquimia es una de las más antiguas de Praga. Fue testigo del avance espiritual, científico y cultural del país checo. Durante el siglo XVI se construyó un laboratorio alquimista secreto en los sótanos de esta vivienda para el emperador Rodolfo II. El objetivo principal de los alquimistas era crear oro, la piedra filosofal o el elixir de la eterna juventud, de ahí que el poderoso emperador invitara a muchos alquimistas, astrónomos y científicos a su corte en Praga para que trabajaran en este laboratorio, donde surgieron muchos misterios y leyendas. Uno de los más famosos habla de un carruaje tirado por cabras de fuego que aparecía y desaparecía entrando bajo tierra delante de la casa. Curiosamente en el siglo XIX se demolió casi todo el barrio judío, pero nadie sabe por qué esta casa se salvó del plan de derribo y hoy el museo recuerda el olor de aquel taller secreto de alquimia y de alguna manera su vieja energía se respira en este museo. Sus visitantes incluso pueden adquirir el elixir de la eterna juventud en el mismo envase en que lo recibió el emperador en su mesa.

El brazo momificado

Casi escondida detrás de Nuestra Señora de Tyn, con sus dos célebres pináculos góticos, la iglesia de Santiago cautiva por sus dimensiones y la belleza ornamental de su interior. El templo tiene fama por su formidable acústica, por su órgano barroco de 1702 y por un macabro elemento que se encuentra suspendido en uno de los muros del templo: el brazo de un santo momificado. Se cuenta que su aparición se produjo cuando un ladrón trataba de robar las joyas de la Virgen y la estatua le atrapó el brazo, extremidad que al final tuvo que ser cortada para poder liberar al culpable.

La Sinagoga Española en el barrio Josefov, construida en 1868.

La Sinagoga Española en el barrio Josefov, construida en 1868.

/ Eduardo Grund

La diablesa de Kampa

La isla fluvial de Kampa, próxima al Puente de Carlos, está bañada por el río Vltava y por su brazo Certovka, recordado por la imagen de su molino de agua. Esta isla, una de las ocho de Praga, fue lugar de poetas, pintores y también de lavanderas que realizaban su duro trabajo en el Certovka, cuyo nombre se podría traducir como Riachuelo del diablo. Una de esas mujeres era dueña de una casa en la plaza de Malta. Un desconocido le pintó sobre su fachada seis diablos y escribió bajo el dibujo La Casa de los Siete Diablos, por lo que los vecinos dedujeron que el séptimo diablo era en realidad una diablesa, la mujer que solía lavar la ropa en el brazo del Vltava, de ahí que este pasara a llamarse Certovka, que también puede significar Riachuelo de la diablesa.

Y el Golem...

El Golem surgió de la comunidad judía de la Edad Media. Fue creado a partir de una figura gigante de barro con forma humanoide que se tornó en un ser con vida. La leyenda por excelencia acerca del Golem está relacionada con el rabino Judá Loew Ben Bezalel (1512-1609), considerado el hombre más sabio de todo el barrio judío de Praga. En algún momento, tal vez para probar los límites de su propio poder, el rabino creó al Golem. Lo configuró en arcilla con sumo cuidado y, para darle vida, introdujo en su boca un trozo de pergamino con el nombre secreto de Dios grabado. En ese instante el ser pétreo abrió los ojos y movió lentamente sus extremidades. El nuevo ser no tenía capacidad para hablar, tampoco comía ni bebía, pero trabajaba sin descanso, casi como un criado, hasta que fue reconocido como la criatura más enigmática que habitaba en las calles de Praga. Cuenta la leyenda que el Golem sigue vivo, oculto en un sarcófago de la sinagoga Staranová o Vieja-Nueva y que aguarda dormido a que alguien le proporcione el aliento vital escribiendo la palabra Emet (Verdad en hebreo) en su frente.

Cementerio judío, con doce mil lápidas amontonadas.

Cementerio judío, con doce mil lápidas amontonadas.

/ Eduardo Grund

El perro de la suerte

La primera estatua que se colocó en el Puente de Carlos, la de San Juan Nepomuceno, es hoy la más concurrida de la treintena que lo adornan porque los turistas se concentran a su alrededor para colocar su mano sobre la figura de un perro que representa la fidelidad. Hay que tocarlo si se quiere volver a Praga y, de paso, tener un poco de suerte en la vida. El relieve explica el asesinato del confesor de la reina Sofía de Baviera, lanzado al río por el propio rey Wenceslao IV. A partir de ese día comenzó una terrible sequía en la ciudad que hizo descender las aguas del Moldava hasta casi desaparecer. Con el cauce del río casi seco, un día los habitantes de Praga vieron cinco estrellas que iluminaban el fondo. Bajaron con palas y comenzaron a cavar hasta que finalmente descubrieron el cadáver del querido sacerdote.

Escultura “El Colgado”.

Escultura “El Colgado”.

/ Eduardo Grund

Otros cinco lugares enigmáticos

El Clementinum. En 1773, tras la expulsión de las órdenes religiosas, se dice que los jesuitas ocultaron un tesoro en este edificio al marcharse de la ciudad. Nunca ha sido hallado.

La cripta de San Cirilo y San Metodio. El panteón más querido y honrado del pueblo checo. En este lugar se conoce la historia del comando encabezado por Jan Kubis y Jozeb Gabcik que organizó el asesinato en el año 1942 del gobernador nazi Reinhard Heydrich, uno de los hombres más temidos del Tercer Reich.

Pasaje Lucerna. David Cerny representó una enigmática estatua de San Wenceslao, el patrón checo, en la misma posición que su estatua original, pero su caballo se encuentra boca abajo, atado por las piernas, muerto y con la lengua fuera. ¿Por qué?

El cementerio judío. Sin lujosos panteones y sin llamativos mármoles, ni flores, ni cruces, ni estatuas... Solamente 12.000 lápidas amontonadas sin orden ni concierto, como si se tratara de un juego macabro. Un lugar que no deja indiferente.

La ventana de la defenestración. En el castillo de Praga hay una sala desde cuya ventana se arrojó al vacío en 1618 a tres delegados imperiales (la conocida como tercera defenestración). Asómese. Inexplicablemente los tres delegados sobrevivieron a la caída, informaron de lo sucedido y dio cominezo la Guerra de los 30 años (1618-1648).

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