Por qué viajar a Cancun

Por qué viajar a Cancun
Por qué viajar a Cancun

Mi lugar preferido de Cancun es la plaza de Las Palapas. Entre sus puestos de comida, me quedo con el que hace esquina, a la derecha. Se reconoce enseguida: es el que está lleno de familias haciendo cola. En sus planchas se prepara la mejor enchilada que he comido en todo México. Eso no sería mucho decir si no fuera porque yo en México prácticamente me alimento de enchiladas. Sentarse en una de sus mesas es recorrerse todos los estados de la República. Unos van pasando por el escenario frente a ellas, en forma de canciones y bailes de cada uno de ellos (las deliciosa presumida de Veracruz, las tan desprevenidamente españolas danzas de Jalisco, como las alazanas). Ese es el primer atisbo de México que reciben miles de visitantes que entran al país por Cancun, como fue mi caso hace unos años. Los sentidos se me abrieron allí a los acentos, a los coloridos en todo, sobre todo en los trajes, y a la hospitalidad mexicana. Es ese primer contacto el que decide si te enamorarás de esta tierra.

Todo pasaba ante mis ojos sin levantarme de las mesas de la Plaza de las Palapas, donde muchos se han sentado a comer o a echar un trago conmigo en sucesivas noches. Familias o jóvenes aventureros hablaban, invariable y nostálgicamente, de su tierra de procedencia, de la que no hay uno de los mexicanos que no se sientan elevadamente orgulloso, sea la que sea. Son trabajadores emigrados a Cancun en busca del "sueño mexicano", la verdadera alma de la ciudad desde hace más de 20 años.

Carlos Fuentes hacía decir a su gringo viejo: "México es la prueba de lo que pudimos ser, de manera que mantén bien abiertos los ojos". Con otros matices, menos revolucionarios y más razonables, la Plaza de las Palapas siempre me lleva hacia la misma conclusión, a la de mantenerme atento para asistir al México del futuro, el que puede y quizás deberá ser. Un lugar de encuentro, donde las familias despreocupadas sacan lo mejor de sí por unas horas. La fiesta diaria, una fiesta tranquila y llena de reminiscencias de su pasado y de una serena visión del futuro, con toda la mirada concentrada en los niños. En las aglutinantes mesas circulares del parque se encuentra uno también con el otro cincuenta por ciento de la actual Cancun, los turistas. Recuerdo el último con el que compartí mesa y tragos, un chaval holandés que después de viajar por toda Europa había cumplido su sueño de visitar el Caribe mexicano. Hablaba de unos días andando descalzo por Isla Mujeres, con sus carritos de golf y su hermandad playera. Hablaba de Xcaret y de las playas de Tulum. Pero hablaba sobre todo de Cancun, el mejor sitio para conocer gente, un lugar donde se estaba sintiendo "en casa". Yo también estaba pasando por lo mismo, pero no había sabido explicarme esa sensación familiar. Después de una gira por la península de Yucatán, de nadar con tiburones ballena en la isla de Holbox, recorrer Chichén Itzá con la boca abierta y pasear al trote el Paseo de Montejo de Mérida en coche de caballos, esa es la sensación que me había invadido en Cancun.

Mi viaje, en el que llegué hasta Puebla, en el centro de la República, se saldó no sin algún percance, porque no todo México está preparado de igual manera que Cancun para recibir al visitante. Y lo que me encontré en la capital espiritual delCaribe mexicano fue un lugar en el que sentirme en casa. Pude asistir a catas de vino, comer en restaurantes que bien merecerían estrellas Michelin y dormir en hoteles en los que los detalles están cuidados no sólo con buena voluntad, sino con una profesionalidad envidiable.

Para incrementar esa sensación hogareña, en Cancun operan desde el principio grupos hoteleros españoles. Como los hoteles Oasis, Meliá, con su vanguardista hotel Me Cancun a la cabeza de su oferta o Barceló Hoteles que tiene en su Barceló Costa Cancún un lugar perfecto para explorar la ciudad y la zona, con entrada directa desde su hotel a ferries y a la excursión nocturna del Capitán Hook. Se trata de una réplica de un galeón español que recorre la bahía ofreciendo cenas y uno de los espectáculos más divertidos de la ciudad. En cualquier caso, si algo no le falta a Cancun es oferta hotelera para todos los gustos y bolsillos. En www.cancunfirstclass.com o www.cancun-online.com se pueden encontrar tanto información como promociones durante todo el año.

Para la diversión, la ciudad tiene pocos competidores en México. En su denominada Party Zone, se ubica el Cocobongo, que es mucho más que una discoteca, un lugar donde, en medio de una atmósfera festiva electrizante, se suceden los espectáculos del más alto nivel. Por supuesto, la oferta sólo empieza ahí. Se puede seguir o empezar la noche en Dady''O, con sus sesiones de tecno, Azúcar, latino y ubicado en el hotel Camino Real, el rockero Bulldog, el Señor Frogg, con su tobogán del bar a la laguna o The City, en el que caben 5.000 personas. Antes de esto, por supuesto hay que disfrutar de una buena cena en uno de los restaurantes de Cancun, que compiten por ver quién cuenta con la oferta más original y sofisticadas. Algunos ejemplos: Lorencillos, con sus preciosos atardeceres, Bubba Gump (sí, como en la película de Forrest Gump) o La Dolce Vita. Vale la pena bucear por Internet (en páginas como www.restaurantesencancun.com) en busca de los restaurantes más de moda en una escena siempre en continua evolución.

Sus detractores argumentan que la franja de arena sobre el Caribe ya no existe. También sería prodigioso que los árabes continuaran en Granada, yo sería el primero en aprender el idioma y bajar a charlar con ellos. Pero no están, y la Alhambra sí. Del mismo modo, en Cancun la imparable naturaleza está debajo, enfrente y alrededor de los hoteles y se suma a todo lo demás que la ciudad de hoy es. Ese mar que contiene todos los matices del azul y del verde sigue marcando el ritmo frente a unas playas con arena disfrazada de harina que a su vez deja paso a unos manglares aún asombrosamente salvajes. Y Cancun se reinventa hasta en sus playas. Ahora mismo está comenzando la recuperación de algunas de ellas, añadiendo espacio arenoso en lugares como Playa Marlin y la playa de Royal Sands.

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