Ourense. Tesoros de la Atenas de Galicia

Los ourensanos dicen que en su ciudad hay tres cosas que nos las hay en España: el Santo Cristo, el puente y las Burgas hirviendo el agua. En realidad, se quedan cortos porque hay también los mejores vinos de Galicia, gente amable y acogedora y una importante riqueza arquitectónica y cultural digna de ser admirada.

Ourense. Tesoros de la Atenas de Galicia
Ourense. Tesoros de la Atenas de Galicia

Ramón Otero Pedrayo, quizá el más sabio de los gallegos contemporáneos, solía llamarle a Ourense "la bella Auria", retomando la palabra que llegó de los romanos para instalarse en el imaginario de todos los tiempos. En la división parroquial que hizo el obispo Teodomiro en 572 aparece documentalmente reseñada por primera vez y, desde entonces, no ha dejado nunca de ser la Ciudad de las Burgas, el lugar de los manantiales de agua caliente y salutífera.

Conscientes de esta histórica herencia, los gobernantes actuales vienen mostrando una constante preocupación por el desarrollo de establecimientos termales que recojan la tradición extensa que tiene la provincia y no dudan en considerar que " Ourense puede ser la capital europea de los balnearios ". Capital europea o no, lo cierto es que se está poniendo en marcha una gran oferta en el turismo de la salud. Es la segunda ciudad -después de Lugo- por la que pasa el Miño, al que los gallegos suelen llamar pai Miño con amor filial y, de he cho, es aquí donde el río se comporta paternalmente parándose a mirar las faldas de la ciudad cuando pasa por debajo del puente romano dispuesto a recibir las aguas de los pequeños Lonia y Barbaña, con los que forma la denominada "olla ourensana", que tanto puede destacar por bajas temperaturas en invierno como por elevados calores veraniegos.

Burgas y puente romano

Fue alrededor de las Burgas, conjunto de manantiales de aguas carbonatadas y silicatadas que suelen salir a la superficie a una temperatura cercana a los 67 grados, como se fue formando lo que es hoy Ourense, una ciudad situada en lo que un día fue encrucijada de las vías romanas Aquae Flaviae, Lucus Augusti y Bra cara Augusta . De hecho, aún hoy sigue siendo cruce de caminos y escala de partida y llegada entre la meseta castellana, el norte portugués y el centro y sur gallegos.

Desde la época romana, el agua de las Burgas, que fluye casi todo el año, con un caudal que se aproxima a 300 litros por minuto, ha sido utilizada tanto con fines privados como públicos. En la actualidad hay tres fuentes: la de arriba, la de Abaixo y O Fervedoiro; y una de ellas, la de Abaixo, tiene una interesante fachada neoclásica del siglo XIX que aparece coronada por el león que blande una espada en el escudo de Ourense.

A Ponte Vella, o puente romano, es otro de los vestigios que quedan de aquella antigüedad orensana. Fue construido en la época del emperador Augusto o en tiempos de Trajano, dicen otros, y los arqueólogos destacan de su construcción el hecho probable de que tuviera el arco de mayor luz (46,3 metros) de todos los puentes levantados por el imperio romano. Lástima que ya no sea enteramente lo que parece. El arco en cuestión se hundió en 1499 y no llegó a ser reconstruido del todo hasta 1672. El puente tiene una longitud de 370 metros y conserva sólo siete arcos de los once originales. El que está más a la izquierda del río es el único que se conserva en la actualidad tal y como los construyeron los ingenieros romanos.

Palacio de reyes

Cerca de las Burgas está la Plaza Mayor, bello espacio conformado por casas de los siglos XVIII y XIX, alguna de estilo modernista y la casa consistorial. A pocos pasos, el Museo Arqueológico Provincial, singular edificio que fue pretorio romano, palacio de los reyes sue- vos y palacio episcopal antes de ser lo que es ahora, sede del Archivo Histórico Provincial y Museo Arqueológico. En su interior el viajero puede admirar vestigios de la cultura de los castros, aras, miliarios, esculturas romanas, restos de templos suevos, prerrománicos, románicos y ojivales, piezas de arte religioso, pintura, numismática... Abre diariamente, excepto los lunes, de 10 a 15 horas.

Al lado del museo está la iglesia de Santa María Madre, una reconstrucción barroca de 1722 de un primitivo templo que levantó el obispo Ederonio en 1084. Algunos autores suponen que fue en el antiguo solar de esta iglesia donde estuvo la antigua catedral de San Martín que mandó construir el rey suevo Carriarico en el siglo VI. En la parte norte de la iglesia de Santa María Madre está la Plaza de la Magdalena, antiguo mercado y antiguo cementerio cuyas lápidas del siglo VI se pueden ver todavía sobre el muro de la iglesia.

También a unos pasos está la catedral, oculta en gran parte por las numerosas casas que la rodean -hasta el punto de que resulta imposible contemplarla en su conjunto desde ningún lado-. Es una construcción básicamente románica que se inició en 1160, fue consagrada en 1188 y terminada por el obispo Lourenzo a comienzos del siglo XIII. Sigue hasta tal punto las directrices del románico compostelano que hasta cuenta con un particular " pórtico de la gloria " en el que resulta evidente la influencia del famoso maestro Mateo. El de Ourense se llama Pórtico del Paraíso y fue construido medio siglo después que el de la Gloria de la catedral de Santiago.

Santo de las barbas doradas

La catedral de Ourense tiene muchas cosas que ver (la fachada y la puerta que dan a la Plaza del Trigo, el Museo Catedralicio, la Sala Capitular, el Archivo, las capillas, los retablos,...), pero el viajero debería dedicar algunos minutos al Santo Cristo de las Barbas Doradas, una imagen que fue llevada desde Finisterre por el obispo Pérez Mariño y que goza de absoluta veneración en la ciudad.

Es tal la influencia popular de esta imagen, que ha inspirado no pocas leyendas y creencias que van desde la más pura devoción admirativa hasta episodios de los que se podría llamar nueva canción de escarnio y maldecir. Entre los primeros, este viejo dicho local: Tres cousas hai en Ourense que non as hai en España: o Santo Cristo, a Ponte e as Burgas fervendo a auga("Tres cosas hay en Ourense que no las hay en España: el Santo Cristo, el puente -se refiere al romano- y las Burgas hirviendo el agua") . Se ha llegado a creer que al Cristo de Ourense le crece la barba, y esto ha inspirado algunas canciones populares no aptas para menores. También otras que fueron muy cantadas en tiempos de la resistencia antifranquista: Santo Cristo de Ourense/ santo das barbas douradas/ axudádeme a pasar/ a negra noite de España. Por una razón o por otra, el Cristo de las Barbas Doradas nos recibe a todos en la catedral de Ourense. Es un santo tan ecuménico que su influencia se extiende más allá de creencias.

En torno a la catedral se desenvuelve, por otra parte, el Ourense más bello. Calles estrechas repletas de tabernas, bares, pubs y pequeñas tiendas, y plazuelas apenas perceptibles caracterizan a una ciudad orgullosa de su pasado al tiempo que vive con alegría el presente y afronta con optimismo el porvenir.

Ourense es una ciudad que no es analfabeta en universalismo. No en vano muchos de sus habitantes fueron alguna vez emigrantes y viajeros a lo largo y ancho de los cinco continentes. En las décadas del los 60 y 70 las divisas que remitían los emigrantes ourensanos llegaron a ser tan importantes que la Caja de Ahorros de la ciudad fue alguna vez la más importante de España.

Importante fue también la desenvoltura cultural de Ourense, hasta el punto de que se la llegó a denominar la Atenas de Galicia en la segunda mitad del siglo pasado. El hecho de que nacieran o vivieran en ella grandes figuras de la cultura gallega, como Ramón Otero Pedrayo, Vicente Risco, Florentino López Cuevillas, Basilio Álvarez o Losada Diéguez, ha hecho de esta ciudad, que también fue de afiladores y bohemios impenitentes, mucho más que un lugar de referencia en el mapa cultural gallego. Es, por ejemplo, ciudad de pintores y escultores: Xaime Quessada, Acisclo Manzano, Virxilio y tantos otros. Como dijo alguien alguna vez, " ser gallego es una carrera; de Ourense, catedrático".

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