Filipinas no acaba nunca
Los filipinos son los latinos de Asia. Extrovertidos, juerguistas, enamoradizos, comilones, bebedores y jugadores que todos los domingos, después de misa, apuestan en una pelea de gallos bañada en cerveza o ron. Es un país tan terriblemente cercano a nosotros, a nuestro particular concepto de gozar y buen vivir, que cuando estás allí alcanzas a entender el peso de los cuatro siglos que Filipinas fue y habló español. Hay que empezar por el principio y deshacer la madeja de la historia de los descendientes de los colonos españoles que cada vez más se acercan al país siguiendo el rastro de sus antecesores. Mactán, la pequeña isla que acoge el aeropuerto de Lapulapu, el segundo más importante del país después del de Manila, es un buen punto de arranque
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