Una escapada perfecta por 6 fenomenales, e inexploradas, murallas.
Nada mejor que una escapada a los reinos de princesas y caballeros, campesinos y soldados, abades y monjes, para desconectar. Caminamos por villas de murallas que envuelven castillos, callejuelas, torres y ermitas, en un atractivo recorrido, que rezuma el alma de los que entre ellas vivieron hace siglos. Es una huida perfecta donde olvidarse del reloj, cambiar de aires, y transitar por donde antaño lo hicieron almohades y cristianos, y donde residieron, o estuvieron presos, damas y condes.
Son tesoros que gracias a su perfecta construcción, su robustez y solidez, han sobrevivido perfectos al paso de los siglos, y al envite de las contiendas. Se han convertido en sobresalientes joyas, ideales para descubrir en un fin de semana diferente.
Eran la arquitectura urbana del medievo, donde los castillos se alzaban como pequeñas aldeas, en las que los lugareños trabajaban fuera de sus muros, y regresaban a dormir en el interior de la fortaleza. Cuando la población creció, aquellas pequeñas urbes se convirtieron en pueblos y ciudades. Aunque muchos, continuaron siendo pueblos-castillos, que conservaron sus puertas de acceso para la población que vivía en su interior. Entre estas fenomenales construcciones, se guardaban estrechas y sinuosas callejuelas, que componían el entramado de estas villas cargadas de historia.
Desde los inicios de la Edad Media, la estructura urbana quedaba supeditada a la presencia de un recinto amurallado por la amenaza de la presencia musulmana, la inestabilidad imperante entre los reinos que se dirimía con enfrentamientos armados, la seguridad, y el eficaz refugio que suponía la existencia de una potente cerca.
Además, era una condición necesaria e indispensable a la hora de alcanzar el estatus de ciudad, junto con la posesión de un territorio circundante sobre el que ejercer el señorío. En su interior y en las inmediaciones de su periferia, la población se agrupaba en barrios y arrabales.
La muralla marcaba las jerarquías y funciones de los espacios urbanos. Dentro se desarrollaban las actividades institucionales, y buena parte de la actividad comercial y de servicios. Y extramuros, en los arrabales tenían lugar las labores artesanales y las agrícolas.
Además de los hospitales de enfermedades contagiosas, las tenerías que producían desagradables olores, y los ruidosos batanes junto al río. Al mismo tiempo, una parte de la superficie intramuros acaparaba espacios destinados al uso ganadero, junto con algunas tierras cultivables, para resistir ante la posibilidad de un asedio. Estos grandes tesoros que han sobrevivido a los tiempos del hormigón y acero, pueblan nuestra geografía.
Ávila, Lugo, Albarracín, y Morella entre otros fascinantes lugares, hablan de tiempos anteriores al medievo, muestran como vivían nuestros antepasados hace más de 12 siglos. Pero existen otras casi desconocidas, de las que recorremos 6, con tanto encanto, que sin duda, te querrás perder entre sus muros.
1 Granadilla. Cáceres
Granadilla, que está abrazada por una muralla árabe del IX, posee un halo de misterio y poderío. En los años 60 fue desalojada a la fuerza ante la llegada de las aguas del embalse Gabriel y Galán, que nunca llegaron a inundar el pueblo.
Rodeada por el pantano, y la dehesa extremeña, ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico. A la entrada de la villa, el castillo del siglo XV ofrece una panorámica singular del pantano y sus casas de colores. En el interior su cuidada plaza Mayor, el Ayuntamiento y, al fondo, la iglesia de la Ascensión.
2 Maderuelo. Segovia
Maderuelo es un tranquilo lugar de casas de adobe y dinteles de piedra, muchos de ellos grabados con extraños signos, sobre todo flores o círculos, legado de la ciudad romana, y visigoda que antes hubo aquí. A Maderuelo se accede por la por la almenada puerta de los Dos Arcos, donde nacen las dos calles de la villa.
Dos iglesias, la de San Miguel, y la de Santa María, una antigua mezquita con una momia en su interior, muestran la grandeza que tuvo Maderuelo. El lugar está lleno de historias, muchas con base real, y de leyendas, como las que hablan de cuevas que comunican las casas del pueblo por debajo.
3 Montfalcó Murallat. Lérida
A este pueblo-castillo, completamente amurallado, y que domina parte de la comarca de la Segarra, solo se accede por su fachada sur, a través de dos puertas sucesivas, unidas por un pasaje, para facilitar la defensa de la fortificación.
Cruzada la puerta de entrada, que es a la vez un mirador sobre campos, aparece una calle pequeña que comunica con una plaza minúscula, que debía ser el antiguo patio de armas, del que salen varias calles. Estrechos callejones, bajo arcos, galerías porticadas, y su iglesia del XI, le convierten en un tesoro amurallado.
4 Alarcón. Cuenca
Alarcón y su castillo están levantados sobre una península rocosa, aislada por las profundas hoces del río Júcar. El lugar fue ocupado por los romanos, y después por los visigodos que le dieron el nombre de Alaricón, en recuerdo de su rey Alarico. Los árabes levantaron el castillo en el XI, y paso a manos cristianas en el XX.
Aquí residieron el enigmático marqués de Villena, y el infante don Juan Manuel. El recinto amurallado, sus torres y puertas, se conserva casi en su totalidad, por lo que es uno de los recintos defensivos mejor conservados de nuestro país. Este Conjunto Histórico, hoy es Parador.
5 Castellar de la Frontera. Cádiz
Totalmente encerrada en una fortaleza, Castellar de la Frontera es Conjunto Histórico. Este baluarte del XII está perfectamente conservado, y su interior es un libro abierto sobre de la forma de vida del medievo.
Con su sinuoso trazado de calles limpias, y encaladas, dentro se alza la Iglesia del Divino Salvador. Adosado a ella, existe un pasadizo, la algorfa, que la une con el Alcázar. Cerca, sobre una alta colina, muy interesante la torre musulmana de la Almoraima, que además de torre almenara, era un medio vital medio para difundir de noticias.
6 Urueña. Valladolid
Conserva una calzada y un puente, legados de los romanos que hasta aquí llegaron en el I a de C. Más tarde, sobre el XIII, construyo sus murallas en las que conserva las dos únicas puertas, la de la Villa y la del Azogue.
El Castillo, del XI, construido sobre una fortificación romana, está unido a la muralla del, sin duda, una de las villas con mayor encanto de nuestra geografía. En él vivió Doña Urraca, y fueron prisioneros, María de Padilla, la amante de Pedro I El Cruel, los condes de Luna y de Urgel, y la infanta Beatriz de Portugal. Es Conjunto Histórico Artístico, y además, pertenece al prestigioso club de los Pueblos más Bonitos de España.
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