Cinco fortalezas inexpugnables de Europa

Soberbios, majestuosos, con sus torres y murallas recortados sobre el cielo, éstos son algunos de los castillos del Viejo Continente que invitan a un viaje al pasado

Castillo de Bran
Castillo de Bran / emicristea/iStock

Gran parte de la historia de Europa es la historia de sus castillos. En España lo sabemos muy bien, que por algo tenemos un hermoso catálogo defensivo. Pero también en el resto de Europa existen impresionantes fortalezas que, si bien han perdido su misión bélica, siguen siendo joyas históricas de una belleza incuestionable.

Castillo de Malbork (Polonia)

Es el castillo gótico de ladrillo más grande de todo el planeta con unas murallas exteriores que abarcan un área de 210.000 m2. Para hacerse una idea, cuatro veces la superficie del castillo de Windsor. Se encuentra en la orilla del río Nogat, un afluente del Vístula, que es la autovía fluvial de Polonia que atraviesa el país de sur a norte, desde su nacimiento en los Cárpatos hasta su muerte en el Báltico. Malbork, que fue el cuarte general de los Caballeros Teutones durante un siglo y medio, tiene el título de Patrimonio Mundial. Y es tan imponente tanto por dentro como por fuera, que su visita resulta imperdonable.

Castillo de Malbork
Castillo de Malbork / Filip Warulik/iStock

Castillo de Bran (Rumanía)

Más por su leyenda que por su relevancia histórica, esta fortaleza de la región rumana de Transilvania se cuela a menudo en la lista de los más famosos castillos europeos. Y es que ser el hogar de Drácula tiene un atractivo inevitable, a pesar de que no queda claro si el sanguinario personaje de la novela de Bram Stoker vivió en realidad aquí. El caso es que el famoso vampiro, para el que el autor irlandés se inspiro en un cruento empalador, sigue despertando admiración. Y de ahí la cantidad de visitas que registra este lugar… y la cantidad de productos de merchandising que alimenta su figura en los alrededores, cuajados de tiendas y mercadillos.

Castillo Rumania
Castillo Rumania / AleksandarGeorgiev/iStock

Castillo de Chillon (Suiza)

Su imagen bucólica ha sido fuente de inspiración para personajes de la talla de Victor Hugo, Delacroix y Courbet. Hasta el mismo Lord Byron alumbró su poema El prisionero de Chillón sobre este bellísimo castillo, que se asoma desde una roca

al Lago Leman con el telón de fondo de los Alpes. Nada extraña que se trate de uno de los monumentos más visitados de Suiza. En su interior se esconden murales del siglo XIV, bóvedas subterráneas, salas y dormitorios conservados con la decoración original. Y todo ello, claro, abrazado por dos anillos de murallas defensivas.

Castillo de Chillon
Castillo de Chillon / emicristea/iStock

Castillo de Chambord (Francia)

La que es, para muchos, la construcción más bella del conjunto de los Castillos y Palacios del Valle del Loira, declarado Patrimonio de la Humanidad, es la expresión del alarde de riqueza y poder (y en cierta medida, también de ego) que caracterizaba al rey Francisco I, que lo concibió, más que como un baluarte defensivo, como un inmenso parque de caza. En cualquier caso, se trata de un fabuloso monumento, famoso por su arquitectura renacentista francesa, que alterna formas tradicionales medievales con estructuras clásicas italianas.

Castillo de Chambord
Castillo de Chambord / JoseIgnacioSoto/iStock

Castillo de Marksburg (Alemania)

La Ruta Romántica del Rin tiene en esta fortaleza, la única que nunca ha sido destruida, uno de sus grandes tesoros. Una fortaleza medieval en una situación privilegiada sobre el valle, a 150 metros por encima del río, dominando altivo todo el paisaje desde un escarpado promontorio. A sus pies queda el pueblecito de Braubach, desde donde se sube a través de una escalinata. En su interior puede seguirse el rastro de su historia, desde la época en que fue usado como prisión hasta su pertenencia a los príncipes de Nassau. Pero sobre todo son sus vistas lo que le hacen imprescindible.

Castillo de Marksburg
Castillo de Marksburg / WikiCommons

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