Carnac: entre duendes, ejércitos de piedra y mensajes indescifrables

Esmeralda, legendario, salvaje, de granito rosa... Toda la fineza de la poesía bretona se vuelca en la descripción de su admirado y temido Atlántico, y de las costas que besa. Inspirados por él, han forjado su identidad fortalezas convertidas en esplendorosas ciudades y villas marineras de regusto medieval, desde la glamourosa Cancale a las intempestivas orillas de Quiberon. Hay un solo océano en Bretaña, pero tan camaleónico, que parecen cientos.

Carnac: entre duendes, ejércitos de piedra y mensajes indescifrables
Carnac: entre duendes, ejércitos de piedra y mensajes indescifrables

Dicen las leyendas que hay que tener mucho cuidado con el momento que se escoge para visitar los inmensos alineamientos de megalitos de Carnac. Junto a estas hileras, de noche suelen congregarse duendes para celebrar sus fiestas y, con sólo contemplarles, el ser humano se rinde a la tentación de unirse a su baile hasta la extenuación y la muerte. No han cesado de inventarse y transmitirse historias como ésta para intentar conjurar la excitación y el misterio que produce la contemplación de una obra colosal que no se sabe a ciencia cierta para qué sirvió en su época. Innumerables generaciones se dedicaron sin tregua a erigir estos monumentos datados en el Neolítico (entre el 5500 y el 2000 antes de Cristo). Los monumentos megalíticos de la región de Carnac, una de las más ricas del mundo, incluyen inmensas hileras de menhires, dólmenes y túmulos, algunos de ellos anteriores a la construcción de las pirámides. No hay que perderse los alineamientos de Kermario: un grupo de 1.029 menhires dispuestos en cuidada formación, hasta el punto de que hay leyendas que afirman que se trata de un ejército romano petrificado por Saint-Cornély. Un poco más al norte, también es increíble el gigante Manio, con sus seis metros de altura y su apabullante estabilidad. Para los amantes de estas maravillas, la visita a la península de Locmariaquer y a la isla de Gavrinis es obligatoria. En esta última, según palabras del autor de "Carmen", Prosper Mérimée, se encuentra el dolmen más insólito de la región. Los dibujos ondulantes que lo adornan, quizás una misteriosa escritura indescifrable, le brindan, si cabe, más intriga a estos parajes.

Síguele la pista

  • Lo último