Alaska, Yukón, Jack London y la fiebre del oro
Territorio indómito en el norte americano.
Durante los años de la fiebre del oro en Alaska, había dos rutas terrestres hacia Klondike, una región fronteriza con Canadá. “Cualquier camino que tomes, habrás deseado tomar el otro”, dijo un buscador de oro a la prensa, tras haber recorrido ambos senderos. La crueldad estaba a la orden del día: el clima, los criminales, la ambición humana. Este relato de disyuntivas y oportunidades marcó la época y el paisaje de lugares como Juneau, la capital de Alaska (y la única capital estadounidense sin acceso por carretera), y Skagway, el primer destino de Buck, el perro de La llamada de lo salvaje de Jack London.
Entre Juneau y Skagway, una estrecha franja de agua alberga mariposas de Dall (parecidas a los delfines), leones marinos y ballenas. Las águilas calvas sobrevuelan y las montañas nevadas y el sol, que no quiere abandonar la fiesta, lo rodean todo. Los atardeceres son eternos, mientras duran, y la belleza de Alaska no tiene justicia en unas pocas palabras. El color blanco hipnotiza y devuelve la mirada. Fuera el viento es gélido, si hay un lugar donde nacen los vientos, debe estar cerca. Si frunces los oídos, parecen escucharse violines, contrabajos. Quizá también nace aquí la música.
En Skagway, la fiebre del oro del Klondike te transporta a otra época. Visitar el Klondike Gold Rush National Historical Park es como atravesar el siglo XIX, con sus edificios originales y sus artefactos mineros. Allí, puedes captar la esencia de los sueños y tribulaciones de quienes buscaban fortuna en estas tierras remotas. Además, si tomas el White Pass & Yukon Route Railway, disfrutarás de un recorrido escénico que sigue el histórico Paso White, la misma ruta que atravesaron miles y miles hacia los yacimientos de oro. A lo largo de este recorrido, podrás sumergirte en la historia y el esplendor natural de Alaska, rodeado de vistas espectaculares de montañas, bosques y acantilados que conservan la memoria de aquellos tiempos febriles, dorados.
Otra actividad imperdible es visitar el Liarsville Gold Rush Trail Camp & Salmon Bake, una recreación de un campamento minero de la fiebre del oro. Aquí, puedes probar suerte en la búsqueda de oro, tal como lo hicieron los buscadores de 1898. El recorrido incluye espectáculos y narraciones que ilustran la vida en los campamentos mineros, mezclados con humor y leyendas locales. Además, puedes disfrutar de un tradicional almuerzo de salmón asado al aire libre, que está especialmente sabroso, y abundante y fresco.
El Museo de Historia de Skagway completa la experiencia con artefactos que reflejan la vida y el espíritu de aquellos tiempos. Aquí, la historia de Skagway está inmortalizada: la era de las aventuras y las promesas doradas. Y es que el frío norte americano es así, novelesco, entre Jack London y Moby Dick, dos costas y muchas historias, y muchas ballenas. Cada vez que veo una, me tienda decir: “Llamadme Ismael” y honrar la primera página del libro de Melville.
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