Las 3000 pozas saladas de Maras, uno de los paisajes más bellos y misteriosos del planeta

El antiguo legado de la montaña Qaqa Wiñay, en el Valle Sagrado de los incas

Pozas de Maras
Pozas de Maras / stellalevi

A unas pocas decenas de kilómetros de Cusco, la antigua capital del Imperio de los incas, se encuentra uno de los lugares más impresionantes del Valle Sagrado, una quebrada en cuyas faldas se extienden miles de pequeñas pozas aprovechadas como salineras desde tiempos inmemoriales.

Salinas de Maras, Perú

Las salinas son una impresionante obra de la naturaleza

/ Starcevic / ISTOCK

Uno de los paisajes más espectaculares y fotografiados de Perú, que une a su maravillosa belleza el misterio de la fuente que nutre las salinas y la legendaria historia de la creación de este paisaje digno de admiración.

Un enclave unido al Tahuantisuyo

El Imperio Inca fue uno de los más importantes del continente americano, tal y como muestra la gran riqueza cultural y monumental que nos ha legado. Conocido antiguamente como Tahuantisuyo, en referencia a las cuatro regiones en las que estaba dividido el imperio, uno de los espacios más representativos de aquella cultura es el Valle Sagrado, en las actuales provincias peruanas de Urubamba y Calca.

Salinas de Maras, Perú

Más de 3.000 pozas componen estas impresionantes salinas

/ The World Traveller / ISTOCK

Aquí, y a tan solo cincuenta kilómetros por carretera desde la ciudad de Cusco, se encuentra uno de los sitios ligados históricamente a Tahuantisuyo. Un lugar único conocido como “las salineras de Maras”, que se ha convertido con el tiempo en uno de los puntos turísticos más fotografiados dentro de los límites geográficos de Perú.

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Llamadas así en honor a la cercana población de Maras – fundada y habitada oficialmente en la segunda mitad del siglo XVI -, a poco más de ocho kilómetros, se trata de un conjunto de tres mil pozas utilizadas y explotadas como salinas desde tan antiguo como la existencia del imperio Tahuantisuyo.

Valle Sagrado, Salinas de Maras, Perú

El Valle Sagrado oculta impresionantes enclaves, algunos tan maravillosos como estas zonas de cultivos

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Cuenta la leyenda inca que este lugar nació a partir de la misión que encomendó el dios Wiracocha a cuatro hermanos para que fundaran un imperio. Uno de ellos, Ayar Cachi, al comprobar que no sería el fundador, en favor de su hermano Ayar Manco, rompió a llorar de tristeza de tal manera que de la montaña comenzó a brotar agua salada, que más tarde se secaría por la acción del sol, creando los salares.

A 3000 metros sobre el nivel del mar

Más allá de las leyendas incas, parece ser que el origen del agua que alimenta las salinas procede de un manantial subterráneo cuya génesis se remonta más de cien millones de años atrás en el tiempo, durante la formación de la cordillera de los Andes.

Salinas de Maras, Perú

La extracción de la sal sigue realizándose de forma artesanal

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La quebrada en la que se encuentran las salinas, horadadas en las faldas de la montaña Qaqa Wiñay, a más de 3300 metros de altitud, es un impresionante cortado por el que circula el agua hipersalina que más tarde es conducida mediante canalización a través de las más de tres mil pozas que son explotadas por la comunidad del pueblo de Maras para la obtención de sal.

Aunque el origen de la surgencia de agua continúa siendo un misterio, lo cierto es que la utilización de estas salineras es ancestral, llevando a cabo un proceso de llenado de las pozas para su posterior evaporación por la acción del sol y la consiguiente recolección de la sal, extraída de forma artesanal. Una sal célebre en algunos casos, puesto que una parte se trata de sal de color rosa, haciendo aún más particular este lugar.

Salinas de Maras, Perú

Lo mires como lo mires estas salinas son una preciosidad

/ saiko3p / ISTOCK

No cabe duda de que este enclave de la meseta de Chinchero, a caballo entre la categoría de sitio arqueológico y muestra viva del tradicional modo de extracción de la sal por parte del pueblo de Maras, conforma un paisaje de extraordinaria belleza. Las más de tres mil pozas de diferentes tamaños, con profundidades que oscilan alrededor de unas pocas decenas de centímetros, son el escenario de una actividad que atrae cada año a un gran número de turistas fascinados tanto por la impresionante panorámica de la quebrada como por un manejo indígena que se ha transmitido de generación en generación.

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