10 monumentos imprescindibles para enamorarse de Lisboa

Lisboa, la ciudad sobre siete colinas, cuenta con un increíble patrimonio histórico, con edificios de distintos estilos arquitectónicos y ubicados en puntos estratégicos desde los que podrás tener panorámicas maravillosas de esta preciosa ciudad asentada junto al Tajo. 

El Monasterio de los Jerónimos, en el barrio de Belém, es un auténtico símbolo del estilo arquitectónico manuelino que representa la riqueza y la importancia de los Descubrimientos Portugueses. Su construcción fue iniciada en el año 1502 después de que Vasco da Gama regresara de la India y fue financiado en su mayoría con el dinero ganado con el comercio de las especias.

Su nombre se debe al hecho de que aquí se estableció durante muchos años la orden religiosa de São Jerónimo, presente hasta 1834. Este monasterio ha sido clasificado como Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Durante su construcción, la torre estaba en medio del río, completamente rodeada de agua, aunque poco a poco las variaciones de la corriente fueron aproximándola a la playa fluvial de Belém y, hoy en día, se encuentra totalmente en tierra. En la decoración de la torre puede identificarse el Escudo de Armas de Portugal, cruces pertenecientes a la Orden de Cristo y otros símbolos del poder de Portugal durante la época, así como algunos elementos de inspiración árabe y oriental.

Inicialmente, esta torre fue construida para defender la ciudad de Lisboa y el puerto desde el que partían los navíos hacia la India, pero a lo largo de los tiempos fue perdiendo su principal función y pasó a ser utilizada para diferentes fines como registro aduanero, faro o mazmorra para presos políticos, lo que aconteció durante el reinado de Felipe II de España. Actualmente es Patrimonio Mundial por la UNESCO.

El Monumento a los Descubrimientos es el monumento más reciente de la zona de Belém. Mide 50 metros de altura y fue inaugurado en 1960. El monumento original fue construido en Madeira por órdenes del jefe del gobierno António Oliveira Salazar para albergar la Exposición del Mundo Portugués. Frente al mismo hay un mapa del mundo con la señalización de los viajes realizados por los descubridores portugueses y las fechas en las que desembarcaron o conquistaron.

Inicialmente llamado Puente de Salazar, este puente es hoy en día uno de los más transitados de todo Portugal. El proyecto para unir ambos márgenes del Río Tajo se remonta al año 1876; sin embargo, sus obras no se iniciaron hasta 1962 y fueron terminadas en menos de 4 años.

El proyecto inicial ya preveía la inclusión del transporte ferroviario y la circulación rodada al mismo tiempo, pero las obras para incluir el paso del tren por este puente no fueron terminadas hasta 1999, posibilitando la conexión ferroviaria de Lisboa con el Algarve.

Este castillo fue construido por los musulmanes a mediados del siglo XI como elemento defensivo de las élites que habitaban en esta ciudadela. Fue conquistado en el año 1147 por Afonso Henriques, primer rey de Portugal, y hasta el siglo XVI tuvo su máximo esplendor como espacio cortesano. En 1580, con la integración de Portugal en la Corona de España, el castillo adquirió una función más militar, la cual se mantuvo hasta principios del siglo XX. Durante todo este tiempo fueron remodelados y construidos varios espacios, especialmente tras el terremoto de 1755.

Está catalogado como Monumento Nacional y hoy en día cuenta con jardines, miradores, una ciudadela, terrazas, un núcleo arqueológico y un periscopio (Torre de Ulisses), inventado por Leonardo da Vinci en el siglo XVI.

Fue mandada construir por Don Afonso Henriques tres años después de la conquista de la ciudad y fue erigida sobre una antigua mezquita. Su interior, de tres naves, presenta un estilo oscuro y austero. Actualmente la pieza más valiosa de la catedral es un arca que contiene los restos mortales de São Vicente, los cuales fueron transportados desde el Cabo de São Vicente.

Según la leyenda, dos cuervos sagrados acompañaron al barco que transportaba las reliquias. Precisamente por esto, los dos cuervos y el barco son hoy en día considerados como símbolos de la ciudad de Lisboa.

El azulejo, elaborado y pintado a mano, es reconocido internacionalmente como una notable expresión artística diferenciadora de la cultura portuguesa.

Entre los fondos de este museo destaca la colección de azulejos, de valor incalculable, que representa la ciudad de Lisboa antes y después del gran terremoto de 1755. Visitando la exposición permanente descubrirás la historia del azulejo en Portugal a través de ejemplares únicos y de gran belleza. Tampoco debemos olvidar la importante historia del edificio que alberga este museo, ya que se trata de una valiosa iglesia manuelina revestida de oro.

Este monumental elevador que conecta la rua do Ouro con el Largo do Carmo, en el Barrio Alto de Lisboa, fue construido a finales del siglo XIX por el ingeniero Raoul Ponsard. Inaugurado en 1902, constituyó una mejora importante para los habitantes de la ciudad, quienes mostraron una gran curiosidad por esta obra.

En la cima de este elevador hay unas escaleras de caracol que conducen al mirador de Santa Justa, desde donde podrás disfrutar de unas fantásticas vistas sobre Lisboa.

Este museo se encuentra ubicado junto a la Avenida de Berna. La arquitectura de este edificio fue pensada con el objetivo de perpetuar la memoria de Calouste Gulbenkian, un amante del arte y experto coleccionista, según los principios de "Espiritualidad, creatividad y simplicidad".

Esta fundación acoge actividades culturales, financia su propia orquesta y coro y cuenta con varias bibliotecas, salas de espectáculos y dos museos cuyos fondos disponen en total de más de 6 mil piezas expuestas. Los jardines se dispersan en un área de 9 hectáreas, y en ellos se representan varios micropaisajes de diferentes regiones de Portugal.

Este es, sin duda, mi spot favorito. Un oasis de paz en pleno centro, junto a la plaza de Marques de Pombal. La Estufa Fría es un jardín botánico compuesto por un invernadero sin sistema de calefacción, de ahí su nombre. Este jardín cuenta con cerca de 1,5 hectáreas que se dividen en tres áreas diferentes: Un invernadero frío, otro caliente, y otro dulce.

Lisboa contiene muchísimos más edificios de interés, además de un montón de miradores, museos y lugares llenos de encanto que podrás conocer gracias a Club VIAJAR. Seguro que la capital portuguesa te enamorará y, ya para siempre, tendrás esa saudade, esa morriña, que pide volver una y otra vez.