Liébana, el valle dorado al sur de los Picos de Europa
En el extremo occidental de Cantabria, entre altas montañas y desfiladeros, se esconde un pequeño valle lleno de tesoros medievales y con una riqueza gastronómica enorme: cocido lebaniego, quesucos, orujo, vino... Para abrir el apetito, nada como el camino de Tresviso.
Encajada entre la cordillera Cantábrica, que se alza al sur, y los Picos de Europa, al norte, la Liébana ocupa un profundísimo valle, de apenas 300 metros de altitud, que si bien goza de un clima benigno (hay encinares e incluso viñedos), solo dispone de dos difíciles accesos por los puertos de San Glorio (desde León) y Piedrasluengas (desde Palencia) y una única salida hacia el mar por la garganta de La Hermida, tajada por el río Deva en las calizas de los Picos de Europa, que, más que una garganta, es un esófago donde se siente uno tragado, como observó Galdós.
En tan reducido espacio, la Liébana atesora templos medievales, pueblos de postal y paisajes de vértigo. Además produce dos quesos con denominación de origen, excelentes orujos y vino. Más, en menos sitio, imposible. Potes, la capital del valle, mantiene el aire del siglo XV en las callejuelas y las casas blasonadas que se arraciman en torno a la Torre del Infantado.
Cerca hay otras edificaciones en forma de torre: las de Orejón de la Lama, Calseco, Linares y Osorio. Si el marqués de Santillana, que fue señor de estas tierras, levantara la cabeza, no notaría Potes muy cambiado de como estaba cuando andaba por estos “alcores” requebrando a las vaqueras: “Mozuela de Bores,/allá do la Lama,/púsome en amores”.Los puentes de San Cayetano y de la Cárcel, sobre el río Quiviesa, no son meros arcos de piedra: son máquinas para viajar en el tiempo.
Los lunes son domingo en Potes, porque se celebra el mercado semanal al que acuden campesinos de toda la comarca a vender sus productos, muchos de los cuales son ingredientes del plato más típico: el cocido lebaniego. A dos kilómetros de Potes, en el monasterio de Santo Toribio (santotoribiodeliebana.es), se conserva un brazo completo de la cruz de Cristo.
Para evitar las bromas de los protestantes (Enrique VIII decía que si se juntasen todos los pedazos de esa cruz que hay esparcidos por el mundo, se podría armar una escuadra para derrotar de una vez por todas a los infieles) ha sido analizado, demostrándose que es de ciprés oriental y tiene 2.000 años de antigüedad. Sin necesidad de análisis, el papa Julio II reconoció en 1512 que este era el mayor trozo existente del Lignum Crucis y permitió que se celebrase en el monasterio el Año Santo o Jubilar lebaniego, cosa que se ha hecho 73 veces, cada vez que el 16 de abril (festividad de Santo Toribio) cae en domingo.
La Puerta del Perdón del monasterio se abrió a los peregrinos en 2017; no volverá a hacerlo hasta 2023. El monasterio de Santo Toribio es también famoso por haber sido el lugar donde el monje Beato de Liébana escribió en 776 su Comentario al Apocalipsis de San Juan, libro que sería reproducido durante la Edad Media en magníficos códices miniados, los beatos, que son una de las más altas expresiones del arte mozárabe.
La iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña (erigida en 725 por los condes de Liébana, don Alfonso y doña Justa, para depositar los restos de Santo Toribio, lo cual agradó tan poco a este que les hizo perder la vista hasta que lo devolvieron a su monasterio y entregaron de paso a los monjes todas sus posesiones), la preciosa aldea de Mogrovejo y el funicular de Fuente Dé, que salva 753 metros de desnivel a 1.823 metros de altitud en tan solo cuatro minutos (conviene comprar las entradas con antelación en entradas.telefericofuentede.com), son otras cumbres turísticas del valle que hay que hollar sí o sí.
Los más modernos incluyen también en su lista de cosas que ver el Centro de Visitantes de los Picos de Europa, en la localidad de Tama, diseñado por los arquitectos Conrado Capilla y Pucho Vallejo. Si el contraste es bello, este paralelepípedo forrado de madera, recortándose contra las cumbres grises y blancas, es bello.
En Urdón, en pleno desfiladero de La Hermida, nace el bellísimo (pero duro y vertiginoso) camino pedestre que sube a Tresviso: 40 revueltas, una detrás de otra, para salvar en tres horas los 800 metros de desnivel que hay entre dos lugares que, en línea recta, distan solo tres kilómetros. ¡Y pensar que este fue el cordón umbilical que unía la aldea de Tresviso con el mundo hasta que se abrió, en 1955, la pista de Sotres (Asturias), la cual no fue asfaltada hasta 1990!
Cuentan que cuando en 1881 se anunció en Tresviso la llegada de Alfonso XII, que a la sazón andaba tiroteando rebecos en estas montañas, el alcalde preguntó a los mensajeros de tan formidable noticia que cómo reconocería al rey entre tanto elegante cazador y le dijeron que por ser el único que iría tocado con sombrero. “¿Sabe usted cuál de nosotros es el rey?”, le inquirió, nada más llegar la comitiva, el que, por indicios sombreriles, debía de ser el monarca. A lo que el alcalde, que aún no se había quitado la boina, contestó: “O eres tú o soy yo”.
Al rey le gustó tanto la respuesta que nombró al alcalde caballero cubierto, y a Tresviso, villa real. La subida a Tresviso no es una excursión descansada, desde luego, pero al menos no hay que cargar en la mochila con tuppers y bocadillos. Y es que justo al final está la Taberna de Tresviso, donde el senderista que sabe se zampa un cocido lebaniego, un par de huevos con chorizo y, de postre, una cuña de queso picón.
En Tresviso y en Bejes se hace un queso muy rico, mohoso, madurado en cuevas, cuyo nombre, picón, lo dice todo. Es la denominación de quesos más pequeña de España. Y la más empinada. Después de semejante trepada, uno se comería no ya un queso, sino una vaca, con o sin moho. Otro queso con denominación son los quesucos de Liébana. El mejor lugar para catarlos es la quesería Las Brañas (queseriapendes.com), en Pendes, o la quesería Río Deva, en Camaleño.
Conectando sensaciones
La Liébana, situada entre la Reserva Nacional del Saja y el Parque Nacional de los Picos de Europa, reúne un conjunto de atractivos naturales, paisajísticos, históricos y culturales que la convierten en uno de los destinos de turismo rural más afamados de la comunidad autónoma de Cantabria. La conservación de la arquitectura de sus pueblos, sus tradiciones y sus recetas gastronómicas mantienen vivo un estilo etnográfico de carácter único. Aprovechando este potencial, la comarca se ha convertido en un modelo de desarrollo sostenible adecuado y próspero mediante la unión de varios municipios que tienen objetivos comunes. Hace unos años, el Grupo de Acción Local Liébana, una asociación sin ánimo de lucro formada por los siete ayuntamientos y 30 pueblos que forman la comarca, junto a varias asociaciones del sector económico y social, crearon la marca Liébana, conecta sensaciones. Esta marca ha conseguido promocionar y transmitir al público aquellas cualidades y singularidades que tradicionalmente son percibidas como seña de identidad de Liébana: desde los productos agroalimentarios, su gastronomía, hasta el entorno natural, el respeto por el medioambiente, la oferta turística, el turismo activo, el Camino Lebaniego y la amabilidad de sus gentes, consiguiendo así crear una Marca de Destino Turístico Sostenible enfocada en la naturaleza y la montaña. A su vez, el grupo participa en la realización de multitud de iniciativas para la dinamización socioeconómica y la promoción de la comarca de Liébana, apoyando tanto la creación de empresas como la generación de oportunidades de empleo en la zona. A. P.