Cinco pueblos encantadores al sur de Extremadura para visitar al atardecer
Al sur de Mérida y Badajoz se extienden anchas y horizontales tierras de labor, moteadas por suaves cerros y sierras onduladas.
En estos pueblos, coronados por altos campanarios, se disfrutan de los atardeceres más bellos del final de la primavera.
Los Santos de Maimona
Un conjunto de valles de suaves lomas donde crece la vid, el olivo y el almendro abraza la villa de Los Santos de Maimona. En época de Roma, la población fue erigida en mitad de la calzada de la Vía de la Plata, que unía Mérida y Sevilla, estableciendo la frontera entre la Lusitania y la Bética. La iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles es el templo mayor de la localidad y se alza a un lado de la plaza de España. Cerca de aquí abre sus puertas el Palacio de la Encomienda, uno de los palacios mejor conservados de cuantos mandó construir la Orden de Santiago en España. Pero es en el santuario de Nuestra Señora de la Estrella, a un kilómetro del pueblo, donde se disfruta el atardecer más bello de la primavera pacense.
Feria
Enclavada al sur de la Sierra Vieja, por mitad de campos de cereales cicatrizados por ríos mínimos, Feria descuella desde muchos kilómetros antes de llegar a ella por la altanería y fiereza del castillo que se erige en su más alto cerro. Fue árabe, y a aquella cultura se debe la disposición de su enmarañada trama urbana. La villa perteneció al señorío de los Suárez de Figueroa, duques de Feria, dueños y mecenas de buena parte de la riqueza monumental de esta zona próxima a Zafra. Los cimientos de la fortaleza son árabes, aunque fue don Pedro González, maestre de Santiago, quien lo ocupó para la cristiandad en 1241. La fortaleza se adapta al perfil empinado del cerro y desde sus almenas, a la caída de la tarde, se disfruta de una vista impagable de la comarca.
Fuente del Maestre
La historia asegura que Fuente del Maestre fue fundada el año 38 antes de Cristo por el emperador Octavio Augusto. Tras el dominio árabe la villa pasó a manos de la orden del Temple y poco tiempo después a la de Santiago. Ubicada en la Tierra de Barros, próximo a Feria, Fuente del Maestre debe su nombre a Lorenzo Suárez de Figueroa quien engrandeció la villa hasta consolidarla como cabecera de Encomienda. En sus dos plazas se alzan los monumentos más importantes. Alrededor de la plaza del Corro toman asiento edificios encalados y casonas solariegas blasonadas con escudos de la vieja aristocracia. En la plaza se halla el palacio del Maestre y en su centro la denominada fuente del Corro.
Villafranca de los Barros
En mitad de la llanura, en una encrucijada de caminos a un lado de la Vía de la Plata, Villafranca de los Barros es dueña de una arquitectura popular milagrosamente conservada, de un puñado de edificios ilustres y de una historia evocada desde tiempos del Calcolítico. Fue de la orden de Santiago y perteneció a municipios cercanos. En todo caso, debió esperar hasta el reinado de Alfonso XII para obtener de la Corona el título de ciudad. La ermita de la Coronada, a las afueras del pueblo, fue erigida en la segunda mitad de siglo XV, aunque el aspecto que hoy luce se debe a las intervenciones del siglo XVIII. El edificio está encalado en su totalidad y destaca de él la portada, a uno de cuyos lados se alza un grácil campanario de inspiración orientalista.
Almendralejo
La capital de la comarca de Tierra de Barros atesora un extraordinario conjunto de palacios señoriales y de iglesias auspiciadas por un poderoso clero. La ciudad vivió complicadas vicisitudes hasta que en 1851 obtuvo de Isabel II el título de ciudad. En Almendralejo nació el poeta José de Espronceda y hoy día dedica buena parte de su economía en la elaboración de algunos de los mejores vinos de Extremadura. El palacio de Monsalud es uno de los más valiosos de la ciudad. Fue construido en 1752 y destaca por los escudos de la esquina a modo de chaflán. El palacio de la Encomienda luce una bella portada barroca rematada por un balcón. Otros palacios de interés son el de los Condes de la Oliva y la Colonia.